Cuando el marxismo-leninismo gobierna
«La democracia parlamentaria, la iniciativa privada, la libertad de expresión, son evidentes objetivos a destruir para Iglesias, y lo es una institución esencial, la Justicia independiente»
¡Ay, aquellos juicios en los regímenes comunistas en los que los acusados de traicionar al marxismo se declaraban culpables y hacían votos de regeneración, esperando clemencia y, al menos, evitar el fusilamiento! Perdonen ustedes la broma de mal gusto, pero a veces recordamos que a los comunistas de 2020, en los países democráticos, nadie les pide que rectifiquen afirmaciones y políticas anteriores. Con ellas se han presentado a los votantes, y con ellas, en algunos casos, han obtenido éxitos electorales notables. Sin rectificar jamás. Ningún éxito más notable, probablemente, que el de Pablo Iglesias y su facción, Unidas Podemos, que forman parte hoy del Gobierno de España y ocupan importantes cargos ministeriales, encabezados por la vicepresidencia del Gobierno.
¿Y qué es lo que nadie ha pedido a Iglesias que rectifique, o por lo que debería por voluntad propia pedir excusas y rectificar? Pues son tantas cosas… “Yo soy comunista, y los comunistas en este país siempre han sido demócratas”. “Chávez vivo es muy peligroso para los poderosos, pero muerto sería invencible». (O como precisaba su adláter bolivariano Juan Carlos Monedero, cuando Chávez aún vivía: “No estamos en una crisis en el sistema capitalista, sino del sistema capitalista. Europa está empezando a mirar a América Latina desde abajo y, presidente, usted es un referente”). “Que haya medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión”. Y tantas cosas más…
La democracia parlamentaria, la iniciativa privada, la libertad de expresión, son evidentes objetivos a destruir para Iglesias, y lo es una institución esencial, la Justicia independiente. En esto, además, cuenta con la colaboración entusiasta de sus socios de Gobierno socialistas, que saben que una vez vencida esa independencia el sistema constitucional español estará derrotado. Cuando Iglesias ha atacado ferozmente a los tribunales por condenar a una correligionaria suya que había infringido la ley de manera palmaria en un asunto de desahucio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le excusó con cariño y hasta entusiasmo: “Es el secretario general de Unidas Podemos y como tal ha hecho su valoración sobre una sentencia que afecta a una dirigente». Y la nave va, que decía el italiano.
El marxismo-leninismo ha entrado por primera vez desde la II Guerra Mundial en un Gobierno de Europa Occidental. Quiere destruir la Constitución de 1978, convertir España en la embajada europea del bolivarismo comunista y fraudulento del siglo XXI, y para ello –fundamentalmente, para el sometimiento de la Justicia- cuenta con un PSOE desnortado que espera poder limitar a Podemos a lo que a los socialistas actuales les interesa, sin perder el poder, que es lo que Sánchez ansía.
La parálisis nacional por el coronavirus les está ayudando a acercarse a sus fines. Enfrente, no está claro que la oposición del PP y de Ciudadanos –una vez hábilmente descartada la de Vox[contexto id=»381728″] por ser “fascista”- se haya percatado de la enormidad del desafío.