No es oro todo lo que reluce
«El dinero de Bruselas no va a llegar de inmediato sino que con suerte empezaremos a recibirlo en la primavera del 21 y no de golpe, así que a ver cómo cuadra las cuentas hasta entonces el Gobierno»
Los aplausos no significan que Sánchez es dios, sino que indican que ministros y diputados se avienen a sumarse a ese espectáculo bochornoso por temor a perder sus puestos; el dinero de Bruselas no va a llegar de inmediato sino que con suerte empezaremos a recibirlo en la primavera del 21 y no de golpe, así que a ver cómo cuadra las cuentas hasta entonces el Gobierno; tampoco veremos partir a D. Juan Carlos hacia el exilio, como quiere el Gobierno, sino que se tomará un tiempo de vacaciones hasta que se aclaren las cosas. Ha cometido muchos errores, pero también tiene en su haber gestas inigualables que merecen reconocimiento, por no hablar de que algunas de las operaciones que hoy se cuentan son falsas de toda falsedad.
No es oro todo lo que reluce, ni siquiera se pueda dar por hecho que Pablo Iglesias será expulsado del gobierno como Adán y Eva del paraíso; no porque esté limpio como una patena, sino porque no tiene la menor intención de irse motu proprio, ya que sería mucho lo que perderían él y su señora, y además Sánchez cree que no le conviene expulsarlo. Fue implacable con alguien cuya pérdida era irrelevante, Màxim Huerta; incluso le vino bien el cese porque fomentaba la imagen de que el nuevo presidente era absolutamente estricto con las cuestiones de ética y estética dineraria. Pero con Iglesias esa ética y estética ha desaparecido de Moncloa. Sánchez sabe que la estabilidad de su gobierno solo se la puede dar Casado si pierde la de Iglesias, y Casado no está por la labor. Por ahora. En política no se puede dar nada por seguro, las palabras “nunca jamás” no existen.
Este año no habrá otoño caliente, sino que es el verano el que ha elevado la temperatura política hasta límites inimaginables. Los ojos estarán puestos en los tribunales, que tienen en su mano tomar decisiones de consecuencias inimaginables, pero también estarán puestos en la calle, porque a la mayoría de los españoles la estabilidad política le importa un bledo y lo que les angustia es la pérdida del trabajo y la sombra del hambre.
Sin embargo a este Gobierno eso no le parece prioritario, sino mantenerse. Por eso aplauden a su presidente, para transmitir la idea de su fortaleza. Que no es tal. Podría completar la legislatura, pero nunca se ha visto en España un gobierno tan débil: por su falta de principios, por su ineficacia, y por la mediocridad de la mayoría de sus miembros.
Lo mejor que puede ocurrir es que se vayan de vacaciones para que al menos durante unas semanas no tomen iniciativas que agudizan la catástrofe.