La Diada de los «oprimidos»
«Cuando escribo estas líneas todavía no sé cuántos catalanes se verán abocados a salir a la calle creyendo que la opresión del Estado es peor que el virus. Pero me temo que después de años de borrachera, llega la resaca»
Ya en 2016, en plena borrachera del procés, mi sobria lucidez acertó en retratar la Diada como una gran fiesta. Expresión depuradísima del carácter español, que limita su participación política a quién tiene la manifestación más larga… Es decir, un compromiso etéreo y más lúdico que políticamente consecuente.
La crisis del coronavirus[contexto id=»460724″] ha sacado a relucir que el virus es más duro y preocupante que los supuestos «300 años de opresión del Estado español». En los días precedentes a la Diada, la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, intentaba hacer equilibrios entre la necesidad de salir a la calle y la de minimizar los riesgos de contagio. Descentralizando los actos.
Al mismo tiempo, el Govern informó que no participaría en la manifestación para dar ejemplo y ser coherentes con sus propias medidas contra el coronavirus. Pero, ¿cómo un Ejecutivo que dice sufrir «la represión del Estado» puede dejar de reclamar sus derechos por un virus?
Cuando escribo estas líneas todavía no sé cuántos catalanes se verán abocados a salir a la calle creyendo que la opresión del Estado es peor que el virus. Pero me temo que después de años de borrachera, llega la resaca.