THE OBJECTIVE
Jorge San Miguel

Ocupen su localidad

«Donde Sánchez nos abruma con frases sapienciales que se muerden la cola cual pescadillas pasadas de fecha -la verdadera economía circular-, Pablo Iglesias explica la cruda lógica con la que el gobierno encara la «reconstrucción»; que será feminista, verde, inclusiva, pero ante todo digital»

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Ocupen su localidad

Manu Fernandez | AP Images

Pablo Iglesias, que tiene la manía de radiarnos todo lo que hace y piensa desde la época de la universidad, ha dicho que del plan europeo de reconstrucción tiene que salir una nueva élite empresarial. Pablo Iglesias es muy cursi cuando quiere, pero nunca llega a los niveles de un cuadro socialista estándar, de manera que no hace falta traducir al castellano las cosas que dice: normalmente se le entiende. Donde Sánchez nos abruma con frases sapienciales que se muerden la cola cual pescadillas pasadas de fecha -la verdadera economía circular-, Pablo Iglesias explica la cruda lógica con la que el gobierno encara la «reconstrucción»; que será feminista, verde, inclusiva, pero ante todo digital. Es probable que Sánchez e Iglesias difieran en el objetivo -Iglesias tiene ideas, casi todas malas; al otro no se le conoce más que una-, pero de la rebatiña que se anuncia no cabe dudar.

El país ha salido del verano como de una ensoñación pesada, pero aún no está despierto del todo. No lo despertó desde luego el sarao de inauguración de curso que el presidente se despachó con las fuerzas vivas -entre las que ahora hay un inglés que es, cosa prodigiosa, a la vez organillero y mono. Ha elegido bien el destino: aquí nunca faltan pianolas cuando hay vocación de bailar al son de alguna música. En cuanto a las fuerzas de siempre, que nunca duermen, estaban allí a lo que estaban: a coger posiciones en la cola del reparto. Para el resto del país apenas hubo un par de frases felices, enroscadas sobre sí mismas y destinadas a los telediarios; porque el presidente y el que le escribe saben que a estas alturas el país es poco más que los telediarios, y que la vida está en otra parte. En la cola del reparto, concretamente.

Así que Sánchez va a usar los fondos europeos para que siga girando el tiovivo, e Iglesias para alumbrar una «nueva élite». ¿Y qué élite puede ser esa? Pues una con «apellidos catalanes y vascos», porque Iglesias nos lo cuenta todo y, además, se le entiende. Todo en este año y medio ha ido en la dirección de solidificar, legitimar y hacer virtuosa la suma de la moción de censura, que las buenas almas socialistas nos vendieron como circunstancial. «Hacer normal en política lo que es normal en la calle», que es la verdadera divisa suarista del dúo gobernante; bien entendido que en la calle del PSOE y de Podemos lo normal hace muchos años es excluir a la mitad del país. Lo demás es comentario y lucha antifascista, de la que ya nos anuncian otra ley de memoria histórica como se anuncian todas los colecciones por entregas a la vuelta de vacaciones.

En fin, en vísperas de que el gobierno emprenda de tapadillo la mayor subasta de poder -empresarial, territorial- en España en un par de décadas, las inteligencias académicas socialistas han descubierto el problema del país: la meritocracia es mentira. ¡La meritocracia! Como en el chiste de Woody Allen sobre la comida de hotel, no sabemos si hay demasiada o demasiado poca; pero ellos y ellas se van a poner a arreglarlo. Apostemos a que, como es costumbre, todo redundará en más poder y discrecionalidad para las dos o tres instancias más corruptas y disfuncionales de la nación -les dejo a ustedes adivinar cuáles. Bueno, pues para estas inteligencias, casi mejor los organilleros; o los monos.

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