Caos en el Capitolio: Trump culmina su mandato hundiendo la Democracia norteamericana
«El trumpismo ha crecido: fe ciega y desparramada para un alocado mesías televisivo que es y representa al presidente de los Estados Unidos de América»
¿Qué hacer con un presidente que alienta la insurrección y niega la realidad?
El trumpismo ha crecido, se ha multiplicado, en una legislatura ha generado nuevos millones de adeptos: fe ciega y desparramada para un alocado mesías televisivo que es y representa al presidente de los Estados Unidos de América.
En su escalada hacia la Casa Blanca, en el verano de 2016, el ejecutivo de la poderosa cadena CBS, Leslie Moonves, afirmó ufano, «sabemos que Donald Trump es muy malo para América pero es excelente para la televisión».
Las hordas llegaron ayer al Capitolio convirtiendo la sobremesa en prime time y danto ratings al universo televisivo mundial.
En cuatro años de gobierno, la degradación trumpista, paulatina, martilleante, del discurso público, ha abierto grietas y desconfiazas, levantado acantilados con los colores rojo y azul en la geografía de los Odios Unidos de América.
Lo de estas últimas horas en el Capitolio es, escriben en The Washington Post, un punto de combustión, un estallido, alentado por el propio presidente con un país que incluso en su declive, con apenas el 4% de la población mundial sigue produciendo casi el 15% de la riqueza del planeta.
Trump perdió las elecciones, cuando el 7 de noviembre Joe Biden alcanzó los delegados necesarios para ser proclamado, tras ganar los delegados asociados a Pensilvania. En ese estado, en algunos de los condados determinantes para la elección presidencial, partidarios trumpistas amenazaban con presentarse en los colegios electorales armados e intimidantes para -decían- vigilar la limpieza del proceso. Los agentes del orden aseguraron estar desbordados para controlar esa situación.
Durante las elecciones, violentos partidarios de Trump promovieron marchas sobre Washington, con todoterrenos y banderas y esloganes como «Trump para toda la Vida».
Este presidente, este autócrata, es, por mandato constitucional el «comforter-in-chief», el que debe confortar a la nación, pero solo escribirlo provoca sonrojo.
Joel K. Goldstein, que dirigió la sucesión de Nixon por Ford tras el escándalo del Watergate, explica que la enmienda 25, en su sección 4, autoriza y contempla transferir los poderes presidenciales al vicepresidente siempre que el titular, Trump, esté incapacidado o no pueda reconocer su incapacidad.
Esa posibilidad de la ley estadounidense nunca ha sido empleada, aunque aún faltan dos eternas semanas para la proclamación del nuevo presidente, Joe Biden.