Vicios individuales, calamidad colectiva
«Ah, la humanidad: a veces caviar, a veces chóped. No queda ahí: ya tenemos a los primeros políticos que se han saltado la cola para lo de pincharse. Será lo de la vocación de servicio público, imagino»
Me había propuesto (manías de año nuevo) dedicar estas columnas a asuntos culturales, pero Almeida, ese titán de la política, ha pensado que cerrando los teatros las calles se limpiarían de nieve solas. Aún me rasco la coronilla intentando comprender este finísimo silogismo. Comienza otra semana con Madrid atiborrada de nieve, sin que la presidenta ni el alcalde hagan otra cosa que esperar la lluvia. Sospecho que cuando las calles se aneguen con el dulce almíbar de toda esa basura, que lleva diez días sin recogerse, saldrán Aguado y Casado con una bomba de achique para dar su perfil bueno. ¡Cuántas columnas laudatorias nos quedan aún que leer de nuestros moderados favoritos!
Mientras tanto, repunta la incidencia del virus sin que (¡tampoco!) nadie se moleste en mover un dedo. Dice Fernando Simón que estamos en el pico, o llegando al pico, o pasando el pico. Tengo muchas esperanzas en que algún día acierte. Lo de las vacunas, ya tal. Tienes a todos los científicos del planeta estrujándose las entendederas para lograr lo nunca visto y luego no eres capaz de organizar un calendario. Ah, la humanidad: a veces caviar, a veces chóped. No queda ahí: ya tenemos a los primeros políticos que se han saltado la cola para lo de pincharse. Será lo de la vocación de servicio público, imagino.
Suma y sigue. El vicepresidente segundo del Gobierno, esa lumbrera salida del crisol de la facultad de Políticas de Somosaguas, ha comparado a Puigdemont con los exiliados republicanos. Pablo Iglesias está a dos entrevistas de ser lo peor que le ha pasado a la izquierda desde la caída de la Unión Soviética. Eso sí, ha salido el habitual batallón de excusadores a convencernos de que realmente no entendimos las declaraciones del brillantísimo estadista. Podemos cada vez se parece más al chiste de Les Luthiers: «Habíendole preguntado a Warren el sentido de la vida, Warren respondióle: yo qué sé. ¿Qué nos quiso decir Warren con esto?».
Por si fuera poco, la nación entera se ha enfangado en un debate sin precedentes a cuenta de que un youtuber muy principal se va a Andorra, ese paraíso de la libertad económica, ese vergel impositivo, ese edén de la tributación. Soy de la opinión de que si aprovechas los beneficios del estado del bienestar cuando te conviene, pero te largas cuando no lo necesitas eres un mierda de primera categoría. Ya ven ustedes para lo que me ha servido leerme El Capital.