Almendros y 'streamers'
«El nuevo éxodo, el movimiento que define este siglo que ha comenzado es la mudanza de todo cuanto conocemos a Internet, un movimiento acelerado por la pandemia»
La lluvia repica en las ventanas de los abuelos, atardece. Me cuentan que el pueblo se está quedando vacío. Lo dicen sin aspereza, con la aceptación que solo tiene la gente sencilla, aquellos que han peleado con el clima acatando fuerzas superiores. Comemos queso y jamón, mientras hablamos. Evocamos mi niñez allí, cuando las calles estaban llenas de niños montados en bicicletas y en la plaza las casas estaban ocupadas por familias. Antes de este pueblo fantasmal en el que diluvia.
Muchos viejos que hay en mis recuerdos están muertos, la mayoría, y los hijos de esos muertos trabajan en las grandes ciudades. Del campo nadie se acuerda. Este año, dice mi abuelo, muchos han ofrecido las almendras de sus bancales al primero que las recoja. Nadie ha vareado los árboles. Las almendras, tan apreciadas cuando yo era un niño y había bicicletas y las casas de la plaza no eran gigantes de piedra con las cuencas vacías. Cuando no estaba dormida la mina de hierro.
El cielo ha oscurecido. En la tele, Jordi Évole entrevista al streamer Ibai Llanos. Alguien que gana miles de euros publicitando sus partidas en un videojuego. En ese instante veo claro lo que sucede. No solo el pueblo de mis abuelos: también la vida está yéndose a otra parte. El nuevo éxodo, el movimiento que define este siglo que ha comenzado es la mudanza de todo cuanto conocemos a Internet, un movimiento acelerado por la pandemia. La transformación del mundo en imágenes y el gradual ocaso de la carnalidad. Nostálgicos, mis abuelos evocan un mundo que ya no existe, que solo existe en sus memorias. Como dos gárgolas o estatuas encargadas de custodiar una reliquia. Mientras llueve y los almendros cabecean doblados por el peso de sus frutos, un adolescente relata sus gestas en YouTube delante de mi abuelo, que no comprende.