Madrid, según Dani Mateo
«En Madrid se puede vivir muy a gusto predicando tu odio al Gobierno. Esa es la mayor prueba de su libertad. Rojo o facha, en Madrid es fácil encontrar gente como tú, porque nadie siente la necesidad de ocultarse y todos acabamos en los mismos bares.»
Hay un tipo joven y guapo que sale en la tele, y no en cualquier tele: en La Sexta. Y no en cualquier programa: colabora en El intermedio y presenta Zapeando, espacios que incluso alguien de limitada cultura televisiva como un servidor sabe que no son zona de confort del ayusismo.
Ayer, víspera de elecciones en Madrid, Dani Mateo amargó a sus fans publicando el siguiente mensaje en Twitter: «Para mí, gobierne quien gobierne, Madrid seguirá siendo un lugar COJONUDO. Una ciudad y una región de la que me enamoré a fuego lento y que ahora considero MI CASA. Yo ya soy un gato más». Las mayúsculas son todas suyas.
El mensaje es conciliador y por eso ha resultado tan incómodo para los botarates que consideran que Madrid arderá en llamas si gobiernan «los otros». Pero si algo necesita Madrid en estos momentos son opiniones así: más comprometidas con la verdad que con sus colores: Madrid es un buen lugar para vivir, y en las colinas no hay requetés, brigadas rojas, ni una guerrilla de Menas aguardando para asediarlo.
«Tú eres rico, Dani», le contestaron algunos. Y «hombre, blanco y hetero». Otros insinuaban que le hacía el juego a Ayuso que, según los linces, juega a compensar la ausencia de servicios básicos con bares abiertos. Los más reposados le llamaban equidistante, como si hubiera un término más alejado de la equidistancia que «cojonudo» escrito en mayúsculas. Le reprochaban, en fin, que sus privilegios le impedían ser sensible a los males de los madrileños y avistar la oscuridad eterna que reinará en Madrid si gobierna la derecha.
El Partido Popular gobierna la Comunidad de Madrid desde 1995 y los indicadores no demuestran que sea un lugar del que la gente huye. Más bien al contrario: son muchos los españoles que han encontrado en Madrid las oportunidades y las condiciones para desarrollar sus proyectos vitales. Entre otros, los artistas que hace unas semanas firmaron un manifiesto pidiendo el voto para la izquierda para así acabar con «26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana». Dani Mateo solo ha señalado lo evidente: el infierno del que tantos hablan, no existe.
Eso no implica que en Madrid no haya cosas mejorables, y que seguramente mejorarían con lo que entendemos por políticas de izquierdas: reforzar la atención primaria, combatir la segregación escolar, racionalizar la política de conciertos educativos y revisar la bonificación de impuestos como sucesiones y donaciones que limitan la igualdad de oportunidades. Todas estas críticas son razonables, y pueden hacerse sin necesidad de impugnar por completo los últimos veintiséis años de vida de la Comunidad en los que ha habido errores, corrupción y un exceso de liberalismo, pero también una innegable atracción de talento y generación de riqueza.
Pero Madrid no es cojonuda por eso, y aquí es donde apuntaba Mateo, si no porque sigue siendo un sitio, como tantos otros, donde es posible ser feliz sin ser rico, hombre, blanco, hetero o del Real Madrid. ¿Es peor nacer pobre en Madrid que en otra autonomía? No parece. Además, en Madrid se puede vivir muy a gusto predicando tu odio al Gobierno. Esa es la mayor prueba de su libertad. Rojo o facha, en Madrid es fácil encontrar gente como tú, porque nadie siente la necesidad de ocultarse y todos acabamos en los mismos bares.