THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

La izquierda, inerme

«Los más listos recitan el evangelio social para ahuyentar al liberalismo, que otra vez es pecado. La izquierda ha quedado inerme ante el discurso liberal»

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La izquierda, inerme

SUSANA VERA | Reuters

No importa el corte con el que queramos estudiar los resultados de las pasadas elecciones a la Asamblea de Madrid, no hay uno en el que Isabel Díaz Ayuso no haya ganado. No se trata del 30% más rico, como mentían los partidos siameses Podemos y Más Madrid. Ha ganado en todas las regiones de la Comunidad, en todas las edades, en todos los tramos de renta. 

El mismo día que se vio abocada a convocar elecciones por no estar esperando dos años en la oposición, acuñó el lema de su campaña: «Socialismo o libertad». La entrada de Pablo Iglesias en la contienda le permitió reformular su disyuntiva, que ahora era entre el comunismo y la libertad. Dejó caer al socialismo como némesis de su campaña a tiempo, porque muchos de quienes fueron a votarle habían escogido las papeletas del PSOE en ocasiones anteriores.

En realidad, nada de lo que ocurrió durante la campaña tuvo relevancia alguna en el resultado. Ni los lemas, ni las amenazas, ni las apelaciones a expulsar del juego democrático a Vox, nada de ello ha aumentado la victoria de Díaz Ayuso, ni la ha mermado un ápice. Díaz Ayuso ganó las elecciones el mismo día en que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se zafó de la gestión de la crisis sanitaria y económica, y la cedió a las Comunidades Autónomas. No quería Sánchez cargar con las culpas de las decisiones del presidente, y yo lo entiendo. 

Desde ese momento, Isabel Díaz Ayuso confió en lo que le decían sus consejeros. Cambió los confinamientos generalizados y el cierre de la actividad económica por unas medidas de control quirúrgico, apegado a las zonas de extensión del virus. Ayuso apostó por la libertad de la región de comprar material médico. Se la negaron. Apostó por la libertad de los ciudadanos de hacerse pruebas en las farmacias, para actuar con autonomía, pero con responsabilidad. Se la negaron. E incluso con esas bridas, la mayor libertad en Madrid ha logrado mantener la actividad más que el resto, y someter la pandemia no menos que el resto. 

La izquierda está absorta. No entiende nada, como reconoce el escritor Isaac Rosa. Acusa a Díaz Ayuso de fomentar el libertinaje, como si adorasen la memoria del obispo Pedro Segura, que prohibió el baile. ¿Libertad para qué?, se pregunta un Enrique Tordesillas. Otros, como Julio Llamazares en El País, o el Gran Wyoming en La Sexta, ensayan soliloquios desconcertados, sonados, desorientados. Los más listos recitan el evangelio social para ahuyentar al liberalismo, que otra vez es pecado. La izquierda ha quedado inerme ante el discurso liberal. 

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