A propósito de Cuba
«Se puede estar en contra del embargo y en contra de la dictadura. De hecho es necesario, cuando la dictadura es el motivo del embargo»
Un estadounidense tiene una probabilidad 15 veces mayor de morir en un huracán que un cubano. La fuente es el Center for International Policy, pero bastaría con contar las bajas que han provocado los huracanes que han asolado ambos litorales en los últimos quince años: Katrina, Sandy, Irma…
Cuba no cuenta con los medios que disponen los estadounidenses, pero los datos revelan que la planificación estatal es más efectiva que el individualismo. El número de muertos en Cuba habría sido atroz, como sucede en otras islas del Caribe, de no ser por el sistema de respuesta que la población tiene tan bien ensayado. Además, los ciudadanos están milimétricamente censados, lo que permite a las autoridades localizar a las personas vulnerables cuando azota la catástrofe.
Se trata de un férreo control estatal que permite ordenar evacuaciones, movilizar a la población con agilidad y lanzar un mensaje inmediato por todas las cadenas de radio y televisión, que, por otra parte, tampoco son muchas. Esta eficiencia contrasta con la precariedad de la infraestructura que casi siempre acaba destruida. El Estado lo prevé y proporciona cobijo, alimentos y agua a los damnificados.
Sigamos: la esperanza de vida es más alta en Cuba que en Estados Unidos, y la mortalidad infantil más baja. Con un índice de desarrollo humano de 0,783, Cuba se sitúa por encima de países como Irán, México, Ucrania, Perú, Colombia o Brasil.
Estos datos son ciertos y no hay que ignorarlos. Como no hay que ignorar que en nada dependen de que Cuba sea una dictadura. El régimen autoritario que los cubanos sufren desde hace más de cincuenta años no es condición necesaria de ninguno de ellos, por mucho que haya quien insista en repetirlos para justificarlo. Tendrán que explicarme, quienes tan reticentes son a condenar la dictadura, exactamente qué logros sociales serían irrealizables en una democracia. Les rogaría también que me explicaran la relación de causalidad entre el embargo comercial y la ausencia de libertad de prensa.
Se puede estar en contra del embargo y en contra de la dictadura. De hecho es necesario, cuando la dictadura es el motivo del embargo. Y por supuesto se puede criticar la criminal política exterior de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX, que tantos muertos dejó en Latinoamérica. Y se puede denunciar la complicidad entre la CIA y empresas como la United Fruit Company. Se puede simpatizar con la Revolución por lo que significaba en 1959 derrotar a Estados Unidos en su patio trasero. Se debe, incluso, evidenciar la hipocresía de quienes denuncian la violación de derechos humanos en Cuba y callan ante los excesos de China o Arabia Saudí.
Todo ello es compatible con no dejarse engañar por los posters de juventud, con estar hoy junto a aquellos que piden libertad. Entre represores y reprimidos, tengo claro junto a quién estoy.