Medallas contra Vox
«No he visto a ningún perfil público de Vox lamentarse por la medalla de Peleteiro, pero sí a muchos triangulitos rojos que no han celebrado una victoria española en su vida, Hulio, utilizar el triunfo para intentar vendernos sus monomanías»
No deja de sorprenderme el cainismo de (ésta) nuestra Españita. Basta con que dos atletas racializados (sic) engrosen el medallero patrio en los Juegos para que la izquierda tuitera monte guardia contra la «ultraderecha» por un supuesto malestar que mis ojos, se lo aseguro, han sido incapaces de ver. Y miren que he rastreado.
Resulta que algún necio ha utilizado la victoria de Ana Peleteiro y Ray Zapata para cargar contra Vox, creyéndose el no va más del antifascismo por ensoñar en la red social del pájaro azul sobre cómo «los fachas deben estar llorando en su casa» o cómo «la derecha se indigna» ante tales proezas. Cosa que, insisto, no he visto.
Sí he visto a la tropa habitual de mentes pequeñas y corazones mediocres sostener que en el partido de Abascal prefieren un medallero a cero que un podio de un mulato; del mismo modo que deben preferir que gane la CUP en Cataluña a que lo haga Ignacio Garriga o que reniegan de la Eurocopa de 2008 porque jugó la final Marcos Senna.
Que haya quien utilice un triunfo de todos para cargar contra casi cuatro millones de españoles dice mucho de la contribución a la convivencia del antifascismo (otro gran sic), que siempre contará con viñetas de Popper para hacer pasar por virtudes sus miserias, pero que ya no engaña a nadie con dedos de frente y tres lecturas.
Nótese, además, que se acusa de un supuesto racismo desde un notorio racismo ideológico, que es el problema más extendido en España, pero del que ni los nacionalistas ni sus socios quieren que hablemos por cuanto no moviliza al electorado ni sostiene mamandurrias.
No he visto, perdonen la reiteración, a ningún perfil público de Vox lamentarse por la medalla de Peleteiro, pero sí a muchos triangulitos rojos que no han celebrado una victoria española en su vida, Hulio, utilizar el triunfo para intentar vendernos sus monomanías. Como decía Lenin, si la realidad contradice sus prejuicios, ¡peor para la realidad!
Si acaso algunos pueden estar molestos, esos son los nacionalistas. Y, como bien señala Manuel López Sampalo, no porque Zapata y Peleteiro sean negros, sino porque son españoles.
Podríamos decir que estamos ante un claro caso de proyección psicológica, de cainismo o de llana estulticia. Y tendríamos razón, ¿pero acaso no son éstas características inherentes a gran parte de la izquierda mediática?
En el fondo del asunto, el odio y la ignorancia supina, que bien podrían ser sinónimos. Y es que hay quien ni conoce a su enemigo político ni lo quiere conocer, pues prefiere atribuirle todo tipo de maldades, de intenciones siniestras y de tics despreciables. La deshumanización del otro para no tener, nunca, que replantearse sus ideas.
En cierto modo, el odio siempre remite al desconocimiento. Acaso porque, como me dijo un maestro, nadie puede odiar mirando a los ojos (y viendo lo que allí se muestra). Quizá ese sea el problema: que hay una izquierda que ya sólo mira a su ombligo.