Los jóvenes turcos

Una de las principales causas de la agitación política es el zafiro. Este mineral, una mezcla de óxidos de aluminio, hierro y titanio, ha pasado de la parte mítica de las historias de viajes y los tesoros de Las mil y una noches, a los implantes capilares tras pasar por los relojes de pulsera. Es decir, ha realizado un viaje desde la imaginación a la apariencia con un pequeño paso por la tecnología ilustrada. La imagen es interesante, pero un poco obvia. Este texto no va por ahí.

El método FUE Zafiro, popularizado por las clínicas turcas, es lo más avanzado que existe contra la calvicie. La dureza del zafiro milimétricamente afilado minimiza la vibración durante la apertura del canal en el que se injerta el pelo, lo que no sólo reduce los riesgos del proceso, sino que incluso acelera su curación. Además, el zafiro permite que el cabello trasplantado tenga el aspecto natural que lucen, por ejemplo, Rafael Nadal, Hilario Pino o Diego Pablo Simeone, lejos de las aparatosas y desordenadas islas de hormigas que lucían los trasplantados de los 90.

La clave es el tamaño de los puntos de injerto. El zafiro permite que sean más pequeños, lo que permite controlar la dirección del cabello para que después crezca de forma orientada, además de aumentar la densidad, como deja claro temporada a temporada el entrenador del Atlético de Madrid. Estos trasplantes de pelo, que se relacionan popularmente con las crisis de la mediana edad, permiten cumplir un deseo largamente añorado: esquivar el paso del tiempo.

La capacidad de detener el reloj del cuerpo, el que nos recuerda que nuestras vidas son los ríos que van a dar la mar, hace que el terreno de la crisis masculina de la mediana edad pase del exterior –hábitos de vida o consumo– al interior. Es decir, el zafiro, el bótox, la viagra, normalmente unidos a una pasión arrebatadora por el gimnasio, permiten tener la sensación de que el tiempo no pasa y, por lo tanto, se permanece en la adolescencia, lo que cambia la manera de ver el mundo.

Esa sensación de tiempo detenido se beneficia de la poderosa industria de la nostalgia que ha acabado con el tradicional proceso de seísmo y sedimentación de la cultura. Ya no hay olas que barran modas o movimientos musicales porque todo puede estar en el escenario. Ya no hace falta buscar los discos viejos en las tiendas de segunda mano, ya que es probable que no sólo estén en la sección de más vendidos, sino en la de novedades. Los repertorios despiertan más entusiasmo financiero que las posibles nuevas estrellas.

Todo facilita la sensación de juventud, aunque uno haya pasado los 30 o los 40, en una versión inversa de El retrato de Dorian Grey. Quizá, deberíamos pensar que una de las razones de la exclusión de la juventud en las políticas es, además de su escasa movilización electoral, el hecho de que gente nacida en los 70 se considere joven y, por lo tanto, pueda autoidentificarse como portavoz. Pero lo más importante es el ritmo, el tono, esa necesidad de correr todo el rato. La segunda adolescencia facilita que se confunda dinamismo con agitación y firmeza con chulería. Ahora o nunca, la curva en la que se mató Ciudadanos.

Los jóvenes turcos están en la política. Es interesante recordar que Rajoy, una persona que prefería andar a correr, fue desafiado por dos de ellos, Rivera y Abascal, y estoy convencido de que, sin viaje a Estambul, no habría habido foto de Colón. ¿Por qué los partidos conservadores han enloquecido y se han llenado de personajes agitados y extravagantes? Porque es un pensamiento que nace de la idea de que hay cosas que merecen resguardarse del paso del tiempo y que no todo lo nuevo merece ser asimilado. Cómo pensar eso si el tiempo no existe, si lo nuevo es el pasado, si mañana puedo ser más joven que ayer y tener más experiencias, una palabra que ha cambiado de significado. Además de la clase media, está en peligro la mediana edad, otro elemento de estabilización social. Hagan algo.