Ábalos y el ruido de sables
«Ábalos ya había caído, ¿por qué aflorar ahora sus vergüenzas? Todo indica que en el PSOE han desenvainado las espadas. ¿Hay preocupación? ¿Miedo? Quizá solo cuentas pendientes»
¿Por qué cesaron a José Luis Ábalos? La duda ha recorrido los mentideros del país desde que el ex Ministro de Fomento fue destituido el pasado mes de julio. Su posterior retirada como primer secretario de Organización del PSOE solo añadió misterio a la caída en desgracia de quien fuera el principal rodelero de Pedro Sánchez.
Pero tarde o temprano alguien habla y suele ser con Ketty Garat. Ábalos, dicen las fuentes, vivía una doble vida que encajaría con el retrato sórdido que de él había trazado la prensa enemiga. Nunca había sido un cartujo, pero fue la amistad con el misterioso Koldo García Izaguirre lo que terminó de licenciarlo. El problema del ministro licencioso no era su doble vida; las vidas, mientras sean dobles, son compatibles. El problema es que las tramas tienden a fundirse. Cuántas novelas nos han enseñado que mientras tengamos un solo cuerpo no podremos aspirar a vidas paralelas: el José Luis de la noche era el Ábalos que se sentaba en el Consejo de Ministros.
Es cierto que son solo testimonios. Y nuestro compromiso con la presunción de inocencia no encontrará en Ábalos una excepción. Pero nadie debe sorprenderse de que cuaje este relato, pues casa con un prejuicio extendido y , sobre todo, porque llena un vacío, aclara un cese que ni el Presidente, ni el propio Ábalos, se habían preocupado de explicar, así fuera con un cuento de hadas.
Pero la noticia tiene otra dimensión: Ábalos ya había caído, ¿por qué aflorar ahora sus vergüenzas? Todo indica que en el PSOE han desenvainado las espadas. ¿Hay preocupación? ¿Miedo? Quizá solo cuentas pendientes. Pero los ajustes de cuentas se llevan a cabo cuando se resienten la confianza y caducan las lealtades. Hay ruido de sables en Ferraz.