THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

Ábalos, el puritanismo y el periodismo

El director de THE OBJECTIVE da su opinión sobre el ‘affaire’ Ábalos y los motivos de su salida del Gobierno

Opinión
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Ábalos, el puritanismo y el periodismo

Isabel Infantes | Europa Press

THE OBJECTIVE viene publicando durante los últimos días una serie de informaciones que tratan de explicar por qué el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se desprendió de uno de sus hombres de confianza, José Luis Ábalos, en la remodelación ministerial del pasado 10 de julio.

Como cualquier periodista del planeta medianamente inquieto hubiera hecho, mi compañera Ketty Garat se dedicó desde el minuto uno a tratar de desentrañar el misterio de aquel repentino divorcio. El hombre que protagonizó el ‘Delcygate’, que nos mintió hasta en diez ocasiones sobre el encuentro en Barajas con la vicepresidenta de Venezuela, que adjudicó a dedo jugosos contratos sanitarios a empresas de dudosa reputación y que ocultó que en su Ministerio se gestaron dos de los informes clave que avalaron el rescate de la aerolínea Plus Ultra, de repente salía de escena sin explicación. Era obligatorio para cualquier periodista que merezca ese nombre tratar de aclarar lo ocurrido.

Durante todo el verano, Madrid se llenó de rumores. Dimes y diretes sobre Ábalos. Pero mientras todo eso ocurría, Ketty se dedicó a lo que mejor sabe hacer: hablar con decenas de personas para arrojar luz sobre la salida del ministro de Transportes y número tres del PSOE. Tratando en todo momento, no de saber a qué dedica su tiempo libre Ábalos, sino los motivos de su ruptura con Sánchez, que en el fondo es lo que a todo el mundo sorprendió aquel 10 de julio.

Ketty lleva años ejerciendo el periodismo en España y es de sobra conocida su extraordinaria profesionalidad. Los que la han tratado saben cómo trabaja y con qué pasión se desvive por atar todos los cabos antes de publicar una noticia. Y lo que ella está contando en THE OBJECTIVE no son chascarrillos de bar, señores, es información de primer nivel, fruto de horas y horas de investigación y conversaciones con más de veinte fuentes distintas. Y no cualesquiera, sino las más importantes que se pueden tener en este asunto.

Desde el 10 de julio, media España se preguntaba por qué de repente Sánchez se desprendía de Iván Redondo y de José Luis Ábalos. ¿Qué había pasado ahí? Pues bien, nosotros hemos tratado de dar explicación a la salida del segundo, contando los argumentos tanto de Moncloa como del PSOE.

THE OBJECTIVE no va a entrar nunca a regodearse en la vida personal de nadie, y mucho menos a juzgarla. Pero estábamos en la obligación de trasladar a nuestros lectores las razones que han llevado al presidente del Gobierno a despedir a uno de sus hombres de confianza. Eso es información de interés público, por mucho que algunos se rasguen las vestiduras.

De fiscales y periodistas

Aprovecho para recordar que THE OBJECTIVE no ha atribuido a Ábalos ningún delito, como tampoco lo han hecho las fuentes citadas. Cada uno es libre de hacer lo que quiera con su vida privada, faltaría más. Y nosotros, por muchas pruebas que podamos recabar en ese sentido, jamás las publicaremos si creemos que no aportan verdadero valor informativo.

Dado que no hemos imputado ningún delito, sino dado una explicación política sobre la salida de un ministro del Gobierno, resulta curioso el afán con el que algunos defienden la «presunción de inocencia» y reclaman que presentemos pruebas. ¿Pruebas de qué delito exactamente? Nosotros ejercemos el periodismo, no impartimos justicia. Por supuesto que manejamos datos e información, pero seremos responsables con su uso. No vamos a alimentar gratuitamente el morbo de nadie.

Permítanme también que les traslade un ejemplo para que algunos entiendan la diferencia entre un fiscal y un periodista. Cuando en Vozpópuli desvelamos el ‘Delcygate’, a nadie en su sano juicio se le ocurrió exigirnos la publicación de una foto de Delcy Rodríguez y José Luis Ábalos dentro del avión para demostrar que se habían reunido. El ministro negó aquello durante varios días y algunos medios de comunicación hasta se permitieron el lujo de tildar nuestra exclusiva como «invenciones periodísticas». Pero aquello sucedió y nosotros lo publicamos después de conseguir tres fuentes diferentes que nos lo confirmaron (¡un milagro!) y hacer el clásico ejercicio de chequear los datos.

Los periódicos están llenos todos los días de información que consideran lo suficientemente contrastada como para ser publicada, y no por ello tiene que ir acompañada de una foto o un vídeo. Los periodistas solemos trabajar con fuentes, mejores o peores, y en cada momento debemos valorar su fiabilidad. Y, por supuesto, luego hay una cuestión básica, que es el principio de veracidad: para ciertas cosas no vale lo mismo el testimonio del portero de una discoteca, dicho sea con todo el respeto del mundo, que el del presidente del Gobierno.

Si me preguntan a mí, yo tengo clarísimo que Ábalos debió haber abandonado el Gobierno mucho antes y por otros motivos. Tengo la certeza de que el exministro tendrá antes o después que responder ante la Justicia por su gestión, y creo que asuntos como el ‘Delcygate’, los polémicos contratos sanitarios durante la pandemia, el rescate de Plus Ultra y algunos otros temas espinosos que iremos publicando próximamente también han pesado en la decisión de sacarle del Gobierno. Sin embargo, esa es mi opinión y a la vista está que en el PSOE y en Moncloa opinan de forma diferente. El socialismo español, en plena espiral puritanista, considera más grave un lío personal que todos los escándalos anteriores, pero eso ya es problema de cada cual y de su escala de valores. Mi obligación como periodista es trasladar a los ciudadanos los motivos que han provocado la caída del ministro, no entrar a juzgar si son suficientes, adecuados, legales o ilegales.

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