Evitemos más confinamientos
«Las vacunas y la inversión en capacidad sanitaria deben permitirnos convivir con las olas de la pandemia sin restricciones»
Primero fue delta, ahora es ómicron. Vendrán sigma e ípsilon, porque habrá más oleadas. Las combatiremos. Pero los ciudadanos están cansados de este uso particular del hermoso alfabeto griego y, sobre todo, de que la vida se pare cada vez que aparece una nueva variante del virus.
Hace algo más de un año y medio atravesamos una experiencia insólita y dolorosa. La gente no salió de sus casas, ni tan siquiera para despedirse de sus seres queridos. Cerraron los bares, las tiendas y las escuelas. Los ciudadanos cumplieron, no porque las medidas les gustasen, sino por responsabilidad y disciplina, y porque pensaron que ese esfuerzo les permitiría volver en algún momento a la normalidad: a los bares, a las escuelas, a los abrazos con los amigos y a las cenas familiares.
Casi dos años después seguimos reaccionando a esta pandemia como si fuera algo temporal. Creo que ya deberíamos haber aprendido que estamos obligados a convivir con el virus. Por lo tanto, debemos evitar responder a cada ola con medidas excepcionales como los confinamientos y la paralización de actividades.
Los ciudadanos han cumplido con su parte, y hay que agradecérselo, pero se nota el agotamiento. No solo quieren seguir vivos; además, quieren disfrutar de sus vidas, y darles la posibilidad de hacerlo es nuestro trabajo.
Esto requiere dos cosas: a corto plazo, más dosis y más vacunas para todos; a medio, más inversión en sanidad.
Las vacunas reducen el riesgo de infección, pero, sobre todo, reducen la gravedad del virus. Por eso, debemos poner urgentemente la tercera dosis a todos los ciudadanos. Según los datos del ministerio de Sanidad, de septiembre a noviembre de este año las personas entre 60 y 79 años han corrido 14 veces más riesgo de fallecer por covid-19 si no estaban vacunadas. Además, con la vacuna también se reduce la probabilidad de infección, que es 2,5 veces mayor para los no vacunados. Y el que no se infecta no contagia a otros.
Está más que justificada la introducción del pasaporte covid para acceder a lugares públicos: los que se han vacunado no tienen que sufrir las consecuencias de la irresponsabilidad de los antivacunas. Debemos combatir su egoísmo insensato, porque no existe el derecho a poner en peligro la vida de los demás. Para ellos –y para muchos otros— escribió John Stuart Mill estas palabras hace 162 años, en Sobre la libertad: «El único propósito por el cual el poder puede ejercerse legítimamente sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es prevenir daños a otros».
Y sobre daños a otros, una cosa más, también muy importante: los países que más recursos tenemos, a los que mejor nos va, tenemos que ayudar a vacunar al mundo –con dinero, con sentido común, con distribución, con información- porque no estaremos a salvo hasta que no estemos vacunados todos. Es hacer lo correcto, pero también es hacer lo que más nos interesa. Y sin demora: nos lo recuerda el alfabeto griego y la velocidad de unas variantes cada vez más rápidas en transmisión. Delta se identificó en India y ómicron en Sudáfrica. No podemos dar la espalda a los países en desarrollo, por humanidad y porque nos afecta directamente.
En segundo lugar, tenemos que invertir en aumentar nuestra capacidad hospitalaria, desde el número de camas de UCI hasta el personal sanitario. Es un factor básico para que nuestras sociedades puedan sobrevivir a oleadas sucesivas del virus sin que colapse el sistema de salud y sin tener que cerrar y parar la vida social y económica; sin confinar, sin restringir las libertades.
En este momento del año, después de estos 22 meses que nos han puesto a prueba, es importante que recuperemos la ilusión por disfrutar de la vida y agradezcamos el esfuerzo de los ciudadanos. No hay mejor manera de agradecérselo que tomando las medidas para evitar el drama social y económico que hemos atravesado y que aún dura. La ruta está clara: vacunas e inversión en capacidad sanitaria. Feliz Navidad y feliz 2022 a todos.