Jaque a Ciudadanos

En una teocracia todo lo que no es sumisión es rebelión. Y así, en el Partido Popular, todo sucede por orden o en contra de Teodoro García Egea. Es por ello que resulta inverosímil creer que la convocatoria de elecciones en Castilla y León haya sido una iniciativa personal de Alfonso Fernández Mañueco. Justifica su decisión en el temor de que Ciudadanos, su socio de gobierno, registrara una moción de censura para arrebatarle la presidencia. Igea y Arrimadas lo niegan, y no hay pruebas ni testigos que lo confirmen, pero Mañueco insiste en que Ciudadanos echaba mano al revolver. Si Mañueco miente es porque sabe que la ruptura con un socio leal y el cese del Gobierno en el pináculo de la sexta ola es un gesto vergonzoso. Nadie miente para ocultar la honra. En febrero veremos si, como sucede tan a menudo en política, el acierto electoral tapa la ruina moral.

Lo que es seguro es que Isabel Díaz Ayuso ha enloquecido Génova; es al mismo tiempo la enemiga a batir y el ejemplo a seguir. Pero a Mañueco le faltan algunos ingredientes para marcarse un Ayuso, el más importante: él no es Ayuso. Y se ha lanzado a gritar «sanchismo o libertad» ignorando que carece de la principal plataforma de promoción del ayusismo: sus adversarios. Y no me refiero solo a Pablo Iglesias y otros, que han encumbrado a Ayuso con sus críticas desaforadas; me refiero a que Francisco Igea no es Ignacio Aguado.

Pero por Ciudadanos no hay que sentir lástima; yo estoy con Robespierre: la lástima es una forma de traición. Ciudadanos no puede limitarse a ser el Pepito Grillo de la vieja política, y menos aún sorprenderse de que lo apuñalen por la espalda. Ciudadanos tiene que creerse necesario; dejar de ser muleta y volver a ser bisagra. Porque en España es necesario un partido que aborrezca la xenofobia, venga de donde venga. Que le repugnen tanto los carteles que criminalizan a los Menas como las pancartas de «Fora Colons de Catalunya». Es necesario un partido que defienda las sentencias judiciales y la separación de poderes sin entrar en el mercadeo de nombramientos de magistrados. Que entienda los hechos históricos como lo que son, no como una excusa para articular una leyenda negra o una leyenda rosa. Son ideas básicas, pero abandonadas por una izquierda entregada al nacionalismo y una derecha que no ve más allá de sus mocasines.

Pero para ser necesario, Ciudadanos ha de rearmarse intelectualmente. Y ha de creer en sus ideas. Y quizá mostrar su disposición a aunar listas con el PP fue una muestra temeraria de debilidad. Porque quien se sabe necesario nunca debe mostrarse necesitado.