THE OBJECTIVE
Pablo de Lora

Feliz año: «¡Nos vamos a morir todos!»

«Cualquiera hubiera esperado que Pablo Iglesias rechazara la Orden de Carlos III»

Opinión
Comentarios
Feliz año: «¡Nos vamos a morir todos!»

Fotograma de 'No mires arriba'. | Netflix

A partir de hoy, todos aquellos que siguen el cómputo del calendario gregoriano estarán en condiciones de celebrar un nuevo cumpleaños. Muchos no llegarán a tiempo y se sumarán a la lúgubre nómina de quienes han existido: 108.000 millones desde que hace 50.000 años apareció el Homo Sapiens anatómicamente moderno, de acuerdo con las estimaciones hechas en 2019 por el Population Reference Bureau. Todos sumaremos en ese inventario de la humanidad extinta antes o después. Un año más, un año menos.

El 1 de enero de 1945 la pira del tiempo acumulaba cadáveres de manera inusitada. Ese Angelus Novus que vuela espantado de espaldas al futuro sobre el que Walter Benjamin ensayó su filosofía de la historia debió boquear con especial furia. The New York Times daba cuenta en su portada de que la noche anterior más de 750.000 personas se habían concentrado en Times Square «como si estuviesen ansiosos por acelerar la memoria saliente de otro año de guerra». Los neoyorquinos despedían 1944 con pocas miradas retrospectivas y celebraban 1945 «esperanzada pero cautelosamente, alegre pero no vociferantemente». El General Patton había abierto un nuevo frente en el flanco nazi y Hitler prohibía la rendición. En un mensaje radiofónico que el Times transcribía en esa misma edición, Hitler consignaba que 1944 había demostrado que el orden liberal era cosa del pasado, que el «orden social burgués ya no estaba en condiciones de desafiar las tormentas del presente y los huracanes del futuro». Nacía en 1945 una obligación nueva para el pueblo alemán: darse cuenta de las condiciones para su existencia futura. Entre otras, la de ser una nación en la que «la masa de seres humanos se agrupa por la misma sangre, el mismo carácter y la misma historia, cuyo origen y sustancia no es debida a la arbitrariedad de los mortales sino a la voluntad inefable del todopoderoso». Millones de alemanes de toda condición, incluso niños, blandían la «espada y la pala», constataba Hitler, y a ellos les pedía seguir luchando hasta el final  con «extremo fanatismo» por el futuro del pueblo alemán. Así lo hicieron enrolados en la Volkssturm, la leva desesperada que incluyó a todo alemán entre los 16 y los 60 años y que, junto a críos aún menores, «defendió» Berlín hasta finales de abril de 1945.

El 12 de septiembre de 2017, Héctor López Bofill, profesor de Derecho constitucional en la Universidad Pompeu Fabra, concejal de Altafulla y con una audiencia en Twitter de casi 40.000 personas, escribía en esa red social: «El 18 de septiembre empiezo a dar clase. Explicaré el derecho vigente en Cataluña: la ley de referéndum y la ley de transitoriedad». La historia la conocemos aunque los rescoldos sulfurosos de esa involución aún se perciben: frisando el final de este 2021 de nuestros desvelos el mismo López Bofill publicaba un tuit en el que se lamentaba de la contradicción que suponía que los independentistas catalanes se resignaran al fallecimiento de casi 25.000 personas por la COVID-19 y contemplaran con absoluto terror que una sola persona muera como «consecuencia de un conflicto de emancipación nacional». ¿Algún voluntario?

Dos días después, 28 de diciembre mediante «no fuera a ser que», el BOE publicaba el Real Decreto 1149/2021 mediante el cual el Rey, a propuesta del Presidente del Gobierno, queriendo dar muestra de su «Real Aprecio», concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a Pablo Iglesias Turrión. Bajo el lema «virtuti et merito» tal condecoración, que data de 1771, es la más importante distinción civil, junto con la Orden de Isabel la Católica, en nuestro sistema premial. Iglesias se suma a una larga hermandad de agraciados por sus méritos y virtudes en beneficio de la nación española y la Corona, que incluye, entre otros, al Sha de Irán (Reza Palevi), a los dictadores Stroessner y Trujillo, a San Josemaría (Escrivá de Balaguer), o al almirante y expresidente del Gobierno Luis Carrero Blanco.

En el caso del exvicepresidente Iglesias, tales méritos y virtudes son controvertibles, pero es público y notorio su «republicano desprecio» por la Monarquía en general y por la figura del Rey Felipe VI en particular, a pesar de que diga de él, con su proverbial condescendencia, que le «cae bien» aunque le reproche «haber elegido» (sic) el nombre de Felipe evocando así al no muy plurinacional Felipe V. En 2017 Iglesias afirmaba que Monarquía en España es símbolo de corrupción, algo de lo que «ningún demócrata español puede enorgullecerse». Cualquiera hubiera esperado que, bien porque el Rey es una fútil marioneta que aprecia y firma lo que le pongan, bien porque es una figura de legitimidad imposible, Iglesias rechazara la distinción. Especialmente si tenemos en cuenta lo mucho que aquél ha lamentado que en España no hubiera «ruptura»: en lo personal, Iglesias no parece tener problema alguno en sumarse a una traditio de condecorados que incluye las figuras antes señaladas. Iglesias con su distinción es un sonriente Angelus  Novus. Pero no debe sorprendernos: es igualmente conocida su capacidad para «cabalgar contradicciones», aunque en ese desempeño jinetero aún está a años luz de su exjefe, que se sumaba a los fastos del preludio de fin de año con un ceremonial de power point en el que destacaba cómo se van «cumpliendo» sus compromisos entre algodonosos diagramas de flujo a la altura de la mejor convención de coaching ontológico.   

En un momento de la muy comentada No mires arriba, una histérica Jennifer Lawrence, en su papel de talentosa astrónoma, grita en un estudio de televisión: «¡Nos vamos a morir todos!». «Pues menuda novedad», habrá pensado más de uno.

Pues eso: que carpe diem, que miren bien a todos lados no vaya a ser que ande merodeando un López Bofill cualquiera.

Y que tengan el más maravilloso y próspero 2022.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D