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Vox, la toma de Granada y la rebelión de las esencias

«La izquierda, que con buen criterio se revuelve contra el nacionalismo histórico de Abascal, participa de todas las expresiones de nacionalismo alternativo»

Opinión

Santiago Abascal. | Europa Press

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

Me costará perdonar al nacionalismo por las horas que me ha robado. Pero si algo puede compensar el esfuerzo empleado en desacreditarlo son las amistades hechas en el camino. Porque en las batallas políticas, como en la mili o en los campamentos de verano, hacemos amigos improbables de los que tarde o temprano la vida nos distancia. En la trinchera frente al nacionalismo catalán, resistiendo a sus embistes contra la democracia y su delirio etnolingüístico, he coincidido con personas fabulosas, a quienes me ha unido el respeto por la democracia liberal, los derechos civiles y la vocación de racionalidad. Pero uno sabe que también coincidió con quienes tienen su propia agenda nacionalista; como Churchill y Stalin, nos enfrentábamos a un mismo adversario pero movidos por principios distintos. Quizá fue una ingenuidad considerar que el nacionalismo podía contenerse con un discurso ilustrado. Aunque tal vez hubiera sido posible si el PSOE se hubiese alineado con las Luces, en lugar de justificar, avalar e indultar los excesos del oscurantismo. Pero no fue posible, y uno observa con estupor cómo en el horizonte se forma un nuevo ejército de sombras.

Si no leyeron las palabras que eligió Santiago Abascal para conmemorar la toma de Granada, yo se las traigo: «Hoy es el aniversario de la reconquista de Granada, recuerdo imborrable del día en que concluyó la recuperación de todo el territorio nacional tras ocho siglos de invasión islámica. Lo recordamos con orgullo y esperanza, frente a invasores, tibios y traidores». Las palabras de Abascal presuponen la existencia de una entidad nacional española anterior al siglo VIII y la continuidad histórica de una batalla de dimensiones metafísicas que se prolonga hasta nuestros días. Según este esquema, la misión del buen español, desde Don Pelayo a Franco, pasando por el Cid y los Reyes Católicos, sería neutralizar a los enemigos de la patria, los «invasores, tibios y traidores». Y Abascal aspira a situarse como continuador de esa tradición. Desde el punto de vista historiográfico, el debate está superado. La teoría esencialista, que considera que la unidad de España está prefigurada desde tiempos visigóticos, rastreable en las historias integrales desde Modesto Lafuente hasta Antonio Domínguez Ortiz, tiene hoy poco predicamento en las facultades de Historia. Sin embargo, estos mantras del nacionalismo español reviven en la esfera política y aportan gravitas a una ideología emergente. ¿Por qué ha revivido este discurso?

Quizá una clave la encontremos en lo que afirmaba Tomás Pérez Vejo en estas páginas: la generación que hizo la Transición no se preocupó por la construcción nacional por dos motivos: la convicción de que España existía y no era necesario construirla, y la mala conciencia hacia el nacionalismo español: hablar de Wilfredo el Piloso era progresista y de Don Pelayo reaccionario (recuerden a Ximo Puig llorando a Jaume I). En estos años en que se ha debilitado la narrativa de la milenaria nación española han proliferado los discursos que establecen que las naciones subestatales preexisten al Estado español. Y la tan cacareada tesis de que toda identidad nacional es prepolítica, salvo la identidad española, puede haber detonado esta rebelión de las esencias. Este tipo de discursos debe ponernos en alerta, porque pronto se convierten en políticas públicas destinadas a prensar a la población para constituir «una sola sociedad, un solo pueblo, con una sola lengua», como pedían ERC y el PSC en Santa Coloma hace unos días.

Porque la izquierda, que con buen criterio se revuelve contra el nacionalismo histórico de Abascal, participa de todas las expresiones de nacionalismo alternativo, ignorando -o quizá no- que el nacionalismo nunca es emancipación, sino sometimiento. Abramos los ojos: el nacionalismo es el eclipse que asedia la razón, desde la derecha y la izquierda. 

3 comentarios
  1. Apeiron

    La existencia de una entidad nacional española anterior al siglo VIII, más allá de que pueda ser o no un mantra del nacionalismo español, es un hecho histórico verificado. Que ello tenga poco predicamento en las facultades de historia, de ser cierto, es preocupante.

  2. jantuya

    Estimado señor Mejia:

    El primer exito de la guerra cultural de la izquierda fue colonizar las facultades de Historia por gente de izquierdas. Ya en los años 70 estaban los historiadores prgresistas (Tuñon de Lara del PCE) frente a la «Carcundia facha» (Ricardo de la Cierva o Luis Suarez). Aunque comparado con el sectarismo actual, al menos se remitian a fuentes historicas que retorcian o simplemente ignoraban para llegar a su fin, la justificación cientifica del Comunismo como sistema político a traves del corrupto, interesado y manipulado «Materialismo historico».

    La justificación actual de los nacionalismos perifericos insisten que «Catalunya» y Euskal Herria» existieron antes de la construción de la Nación Española creada en el siglo XIX con germen en la monarquia borbonica, lo que es rigurosamente falso. Se aprovechan que el siglo XIX fue el nacimiento del concepto «ciudadano» como base de «nación» (sobre todo en la Revolución Francesa de 1889) frente al de subdito como base de «Reino». Si bien las cortes catalanas existieron dentro del Reino de Aragón hasta el siglo XVIII (y fueron un completo dolor de cabeza para la monarquia aragonesa) no hubo nada parecido en Castilla con los vascuences (Puesto que el actual Euskadi se engloba dentro de ese reino medieval, y algunas partes pertenecian al Reino de Navarra).

    Hay miles de documentos de la epoca de los Reyes Catolicos sobre la unión de España. Los Austrias se presentaban ante el mundo como los reyes de España. Francisco I de Francia (siglo XVI) e Isabel I de Inglaterra (20 años posterior a Francisco I) escribian en sus textos que luchaban contra España y miles de casos más.

    Así que estaría bien que no se pusiera en el mismo saco la Nación Española que varias «naciones» ficticias que solo existieron en la codiciosa mente de una burguesia llorona (Cataluña y su proteccionsimo al sector textil) o en la enferma mente de un individuo que terminó sus días en un manicomio (Sabino Arana , fundador del PNV).

  3. Pasmao

    Buenos días Don David

    Me temo que se pasa de frenada.

    El problema «ahora» no es el discurso de Abascal. El problema es que si no se hace ese discurso en no mucho tiempo tendríamos a los Reyes Católicos sacados de la catedral de Granada en helicóptero y llevados a un muladar. Es exagerado, lo sé. Pero en el fondo esa es la situación.

    A Abascal y a los Abascales se los ve venir desde lejos, en el fondo (y usted lo sabe) no representan ningún peligro para las libertades. Ninguno de los colectivos que dicen sentirse amenazados por VOX pueden lo mas que pueden perder son subvenciones… algo completamente necesario por otro lado, pero no derechos civiles.

    Excepto, insisto, si el derecho a recibir subvenciones y colocar personal afecto, solo por el hecho de representar al colectivo X, Y, Z… empotrado en las diferentes adminsitraciones por ser del colectivo en cuestión, y no por su por su profesionalidad, se considera derecho civil (que para mi no lo es)

    Abascal/VOX es el partido, el único, que ha buscado lo que luego se ha conseguido, que los dos estados de alarma fueran considerados ilegales por el TC.

    Que Abascal/VOX, que es un partido conservador, se pueda/n considerar el partido mas liberal de España (con representación), mucho mas sin duda que el PP o Cs (obras son amores y no buenas razones), es lo que de verdad tendría que preocuparles a ustedes.

    Un cordial saludo

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