La OTAN, los intereses y los principios
«Desalentar el belicismo de Putin no solo es la opción más conveniente para España, es la única opción moralmente defendible»
Desde que Vladimir Putin comenzó a desplegar tropas en la frontera con Ucrania la opinión pública española se ha dividido entre quienes señalaban a Putin y quienes le cubrían las vergüenzas tras la pancarta del «No a la guerra». Y entre medias, en una esquinita y sin hacer ruido, han comenzado a congregarse los iluminados, los que se creen más listos que nadie, los que acceden a la realidad a través de un prisma privilegiado. Conozco bien a estos especialitos porque suelo ser uno de ellos, pero esta vez me he quedado fuera. Repiten que sí, que Putin es malísimo, pero que la OTAN no la dirigen las clarisas. ¡Ay, cuánto envidio el don de decir banalidades con la solemnidad de quien anuncia verdades reveladas!
Algunos han tenido la gentileza de compartir un mapa que compara la Europa de 1990 con la actual para cuestionar la tesis del expansionismo ruso: países como República Checa, Hungría, Polonia, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia, eran parte del Pacto de Varsovia en 1990 y ahora son miembros de la OTAN. Pero este mapa no solo no refuta la vocación expansionista de Putin, sino que retrata el agravio que todo impulso imperial necesita. Es algo así como recitar el Tratado de Versalles para ridiculizar el alarmismo ante Hitler, cuando es la prueba inequívoca: el tirano respira por la herida histórica.
Se puede discutir hasta qué punto el ingreso en la OTAN de este grupo de repúblicas fue tan libre como algunos pregonan, pero nadie negará que fue más libre que su adhesión al pacto de Varsovia. Sí, es de una candidez infantil considerar que la adhesión a la OTAN es una decisión soberana (que se lo digan a España). La política internacional tiene poco que ver con la ideología, mucho menos con la democracia. Allí convergen intereses, influencias y miedos. Pero esto ya lo sabíamos. Y repetir esta obviedad desvía la atención sobre la compleja relación entre intereses y principios.
Por un lado, quienes repiten que la geopolítica, y muy especialmente la OTAN, no se mueve por principios, sino por intereses, abandonan el cinismo de la Realpolitik cuando se trata de defender los intereses de España. Siendo cínicos y aceptando que la OTAN es muy mala, ¿en qué lado le interesa estar a España? Aquellos que, con mayor o menor descaro, protegen a Putin están haciendo algo peor que guiarse por interés geoestratégico, guiarse por interés personal. Y respecto a los principios, ¿dónde está escrito que no haya circunstancia donde coinciden con los intereses? Desalentar el belicismo de Putin no solo es la opción más conveniente para España, es la única opción moralmente defendible.