MyTO

El amigo marroquí

«Digámoslo sin ambages: Marruecos está muy lejos de ser un amigo de España, muy lejos y nos cumple actuar en consecuencia»

Opinión

El rey de Marruecos, Mohamed VI. | Abdeljalil Bounhar (AP)

  • Nacido en Madrid en octubre de 1951, Luis Antonio de Villena es licenciado en Filología Románica. Su obra creativa —en verso o prosa— ha sido traducida, individualmente o en antologías, a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) —poesía— el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía «Viaje del Parnaso». Desde noviembre de 2004 es doctor ‘honoris causa’ por la Universidad de Lille (Francia).

La expresión ha circulado larga y anchamente: Marruecos, los marroquíes y su gobierno eran «el amigo marroquí», y todos parecían felices aceptando que el rey de España y el de Marruecos eran «primos». Creo que si alguna vez se necesita ver la necedad que no pocas veces -suponemos que con buena intención- oculta el lenguaje oficial, el de las cancillerías, por ejemplo, bastaría con acudir al tópico marrueco que vengo de mencionar. El Rey de España tiene parentesco -cercano o lejano pero real- con muchas casas reinantes en Europa (con la reina de Inglaterra, verbigracia) pero con el rey de Marruecos no tiene parentesco ninguno. Por prurito amistoso se aceptó que Juan Carlos I y Hassan II eran primos, pero en verdad sólo cuando convenía. Quienes, aunque ya hace tiempo, hemos ido mucho a Marruecos, sabemos que el pueblo marroquí suele ser muy cordial con los españoles, y en un zoco, al querer venderte una alfombra, siempre oías la palabra «hermano».  Bien está. Pero eso nunca ha sido extrapolable al gobierno de Marruecos, que muy lejos de ser amigo de España -retórica hueca- intenta cuanto más puede fastidiarnos. Lo raro es que apenas nos enfadamos con ese ya viejo tábano incordio. Falsa amistad donde las haya, Marruecos se comporta antes bien como un cada vez menos solapado enemigo de España.

La prueba en el tablero. Hace poco nuestro Rey recibió a los embajadores acreditados en Madrid. ¿Quién faltó? El amigo marroquí. El caso es que el líder del Frente Polisario vino a España a ser tratado médicamente y el gesto soliviantó lo indecible a los alauitas y a una embajadora torpe que actuó del modo menos diplomático imaginable. Esa mujer debiera ser considerada «persona non grata» en España. Es posible que el gobierno Sánchez actuara sin tacto, mal, al no comunicar a Marruecos la visita médica (no política) a España del líder polisario. Error, cierto. Pero no como para desencadenar un enfado sin fin del «amigo marroquí». Digámoslo sin ambages: Marruecos está muy lejos de ser un amigo de España, muy lejos y nos cumple actuar en consecuencia. Los aviones marroquíes van a Portugal, no a España, por el sabido enfado. La política de España hacia Marruecos debe intentar la buena vecindad, pero nada de primos ni de amigos. Relaciones, la justas. Vigilancia y ojo avizor, al máximo. Turismo, desaconsejado. Y severa vigilancia a los muchos marroquíes que en España están sin papeles. Ellos no merecen la expulsión, pero si su gobierno se pone gallito, a la frontera todos. ¿Hablo con dureza? Seguro. Pero no otro es el modo que el gobierno de Mohamed VI usa con España. Mal, muy mal amigo. Adelgazar las relaciones bilaterales es un acto equitativo. Se nos dice que todo esto viene del Sahara Occidental, antigua colonia española, que no se descolonizó bien por la muerte de Franco y por la «Marcha verde» (otro gesto muy amistoso) de Hassan II. Pero resulta que hoy es Marruecos quien sigue incumpliendo los mandatos de la ONU respecto al Sahara. Aunque no debemos ser ilusos, porque si ese problema molesta a Marruecos – mucho más con Argelia- no deja de ser agua de borrajas frente al auténtico motivo por el que Marruecos incordia siempre que puede a España: Ceuta y Melilla. Tal es el verdadero problema.

Ceuta y Melilla, geográficamente están en Marruecos, pero históricamente, legalmente, son españolas desde el siglo XV. Gibraltar es más español que Ceuta y Melilla marroquíes, atendiendo a la Historia. Es posible que en algún momento pueda imponerse la geografía (para las plazas africanas y para Gibraltar) pero hoy hay lo que hay, y las políticas agresivas, como la de Franco con Gibraltar, no funcionan. Por eso el indeseable amigo marroquí se equivoca y por eso el gobierno Sánchez -aunque algo se equivocó- no debe mirar a las nubes. La política española con Marruecos debe replantearse -sin la embajadora obtusa- y aboliendo por entero falsos parentescos y falsas amistades. No existe «amigo marroquí» hasta que lo demuestre. Y nunca (en política) se pone, nunca, la otra mejilla.     

4 comentarios
  1. Ahlam

    Cuando la España comunista en minifalda baila sobre dos pies, uno en Marruecos y otro en Argelia, podemos ver claramente su intimidad. Tanto el gobierno español como el argelino son socialistas comunistas, si a eso le sumamos el puterío por el gas argelino y la obstrucción a la toma de nuestras tierras ancestrales de sus manos, tenemos problemas. ¿Qué tiene que ver España con el Polisario más que con Marruecos? Oh sí, estuvimos en Andalucía durante 8 siglos, lo siento

  2. Pasmao

    La intención es buena Don Luís, y se agradece.

    Pero:

    – Ceuta y Melilla NO están en Marruecos, están en África. Que no es lo mismo. Por cierto, las Canarias, también están en África. Y todas ellas son españolas desde mucho antes de que existirea Marruecos. En el caso de Ceuta me parece que fue ese visigodo, Conde de Don Julián el que mandaba por ahí hace unos 1300 años. Que ya ha llovido.

    – Una parte sustancial del problema marroquí deviene de que tiene un primo zumosol que se llama USA. Tan es así que lo del Sahara y ese «problemilla» que hubo en el 75, los USA tuvieron mucho que ver. Como también antes, en una cosa que se llamó la guerra de Ifni y Chafarinas, con Don Paco. Guerra en la que nos pasó cómo a los ucranianos con las armas alemanas, sólo que en este caso eran useñas, no las pudimos usar y dejamos los Sabre nuevecitos en los angares y nos fuimos con los Messerchmidth. Cómo para fiarnos de la NATO ahora.

    Sin ese primo zumosol, los USA, puede que las confianzas que se toma el primo de nuestro Rey fueran menos. Por mal que lo hiciéramos aquí.

    Otra parte del problema es que fue una colonia compartida (protectorado le decían) con la France. Y como nuestros «paisas» (nada que ver con los de Medellín) son un tanto cobardicas, la mejor manera que tiene de sublimar los complejos de inferioridad provenientes de ese pasado colonial es pagarlo con el mas panoli de los dos, de Francia y España.

    Y entre nosotros,¿ entre meterse con Francia y con España, con quien cree que le saldrá mas a cuenta?

    Un cordial saludo

  3. Jaso

    Y ni mucho menos se agotan en el artículo los gestos «amistosos» de Marruecos….aguas territoriales, piscifactoría en las Chafarinas, nueva señalizción en Ceuta y Melilla….

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