Adanero y Sayas, víctimas de la muleta de Sánchez
«Su decisión es muy simple: mantener -por coherencia con el ideario de UPN- el rechazo a Sánchez mientras él siga sosteniendo su Gobierno en el apoyo de Bildu»
Si les gusta la política, les propongo un plan mucho más interesante que engancharse a esas series que simulan contar la política: un plan para esas tardes de invierno con aroma casero. Les sugiero abrir la (deficiente) página web del Congreso de los Diputados para revisar allí los Plenos de esta media legislatura de Pedro Sánchez con sus socios de Frankenstein. El propósito es echarle un ojo, de la forma más aleatoria posible, a las intervenciones de los dos diputados de UPN que, hasta esta semana, casi todo el mundo desconocía: Sergio Sayas y Carlos García Adanero.
En todos los Plenos, o Adanero, o Sayas, o ambos tienen alguna breve intervención. Suben a la tribuna solo para un par de minutos porque forman parte del Grupo Mixto y han de repartirse el tiempo con otros partidos. Se trata de ver dos o tres breves discursos de cada uno sin elegir ni el día ni el asunto. Simplemente por hacerse una idea sobre de quiénes estamos hablando.
Dos tipos desconocidos para la inmensa mayoría de la población española, incluso para la que sigue con algún interés la información política, tienen intervenciones en el Congreso que son siempre buenas o muy buenas. Pero no han saltado a la fama de los telediarios hasta la agitada votación de la contrarreforma laboral. ¿Acaso porque todas las intervenciones en el Congreso siguen la pauta de los dos navarros? En honor a la verdad, la inmensa mayoría oscilan entre ‘pasables’ y ‘en fin’… Pero este extremo también pueden evaluarlo ustedes con su cata aleatoria en esa tarde de entretenimiento casero.
Lo que más les sorprenderá de Adanero y Sayas es la claridad moral con la que han marcado desde la tribuna una posición razonada y razonable, desde el punto de vista del centro-derecha, en los variopintos asuntos que han ocupado al Congreso en estos dos largos años. La claridad moral brilla más cuanto más escasea en un entorno de creciente impostura y fatuas pretensiones.
Sayas y Adanero van bien equipados de valores antiguos: coherencia, coraje, seriedad, dignidad… y fortaleza para mantener el tipo. Antiguos o anticuados, son valores que hoy afrontan una desesperada demanda ciudadana porque es dramáticamente visible que la oferta política de la mayoría de los partidos, con contadas -y esquinadas- excepciones personales, está dolorosamente huérfana de todos ellos.
Hay demanda de verdad ante la masiva oferta de burdas engañifas. Y a esa demanda responden, con su trabajo parlamentario y con la entereza de una decisión que amenaza con guillotinar su vida política, los dos diputados navarros. Su decisión es muy simple: mantener -por coherencia con la trayectoria y el ideario de UPN- el rechazo a Pedro Sánchez mientras él siga sosteniendo su Gobierno en el apoyo de Bildu.
El hecho de que la contrarreforma laboral que se votó el jueves no tuviera el respaldo de Bildu no anula ese apoyo de Frankenstein al Gobierno; solo lo deja entre paréntesis durante el breve tiempo que el presidente necesite para quedar bien con Bruselas. Tal como ha argumentado Adanero en estos días, votar con Sánchez sin exigirle romper sus pactos equivale a convertirte en su muleta. Y esa muleta es tóxica, como muy bien saben todos los que en algún momento aceptaron respaldar momentáneamente al PSOE como mal menor. Ésa fue la posición que eligió Ciudadanos el jueves. Y es la que pretendió el líder de UPN, Javier Esparza, exigir a Adanero y Sayas, olvidando que el mandato imperativo es sencillamente inconstitucional (Artículo 67: «Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo»). La imagen de los diputados de C’s felicitándose a sí mismos por un apoyo por el que nadie les da ni las gracias es un preciso indicador de quién costea todo el precio de la muleta.
Seguro que Pedro Sánchez preferiría ser el António Costa español, pero no lo es. Principalmente, porque los restos de la jeringonza que el primer ministro portugués acaba de expulsar definitivamente de la esfera de poder de su Gobierno no incluían (ni incluyeron jamás) socios con las características de Bildu o de ERC. Pero también porque Sánchez parece estar más cómodo con ese Frankenstein suyo que con cualquiera que pueda oler a la denostada ‘derecha’. Esparza podría haberlo recordado: en el verano de 2019, él ofreció un pacto de gobierno a la socialista María Chivite en Navarra, pero ella prefirió gobernar con Bildu. A su jefe también le pasa.
Es muy posible que la carrera política de Sayas y Adanero como diputados de UPN esté llegando a su fin. Las cúpulas de los partidos valoran la disciplina, entendida como silente sumisión, por encima de cualidades como el criterio con personalidad. No ocurre solo en UPN ni es un problema exclusivo de Esparza. Se nos olvida, pero la probabilidad de escuchar intervenciones brillantes en los Plenos del Congreso se ha reducido sensiblemente con la condena al ostracismo parlamentario de Cayetana Álvarez de Toledo, que no es de UPN. Y su multado voto en blanco lo fue por el pacto del PP con el PSOE para el Tribunal Constitucional. Aquel día hubo 10 votos en blanco, todos en conciencia, aunque los diputados navarros no participaran en la votación.
Ocurra lo que ocurra en UPN, espero que Adanero y Sayas no entreguen sus actas de diputados. Ambos cuentan con la ventaja de que no tendrán ni que irse al Grupo Mixto porque ya forman parte de él. También confío en que la Cámara no pretenda castigarles con el silencio al que tienen condenado a Pablo Cambronero, el diputado que dejó Ciudadanos por las muestras de comprensión de ese partido hacia Sánchez. Por la muleta. Por el mismo motivo de fondo por el que Adanero y Sayas incumplieron la instrucción de Esparza: consideraron contrario al ideario de UPN respaldar al PSOE mientras no rompa con Bildu…
Día a día, sigue ampliándose el listado de víctimas por el golpe tóxico de la muleta de Pedro Sánchez porque la víctima principal es la democracia española, con su institucionalidad, su respeto a la palabra, su prestigio… su futuro en almoneda.