THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

Mil euros, superchulísimo

«La ministra de Trabajo ha evitado Castilla y León, a sabiendas de que aquello es territorio comanche, del mismo modo que está evitando Andalucía»

Opinión
1 comentario
Mil euros, superchulísimo

Yolanda Díaz participa en la campaña de Unidas Podemos en Castilla y León. | Europa Press

Yolanda Díaz ha irrumpido en la campaña castellanoleonesa, o castellano y leonesa según el nuevo canon de la corrección política, con mil de salario mínimo. ¡mil de vellón! Claro que si Casado se retrata delante de miles de ovejas, y Sánchez se retrata delante de miles de millones europeos a sabiendas de que la multa de la Junta Electoral ni siquiera la pagará él… ¿por qué ella no iba a anunciar los miles del salario mínimo?  Y viva Cartagena.

Las alertas de los teléfonos irrumpieron anunciando, con mucho tachintachán de clarines, el acuerdo de Yolanda Díaz con los sindicatos. ¡Un acuerdo! Pero, pero, pero… ¿qué acuerdo de Yolanda Díaz con los sindicatos si Yolanda Díaz es los sindicatos? Es como si se anunciara que Benzema ha pactado con el Real Madrid marcar gol. Qué cosas.

Podrá especularse si a Yolanda Díaz le urgía más un golpe de efecto en la campaña o un golpe de efecto tras el fracaso negociador de la reforma laboral. Hay algo seguro: es un golpe de efecto. La cuestión es si además es un golpe de defecto. O sea, si Yolanda Díaz ha utilizado el salario mínimo en un mal momento de las empresas para superar su propio mal momento.

A decir verdad, a la vicepresidenta le ha importado una higa la campaña castellanoleonesa. Su único acto allí ha sido, a 24 horas de plegar, en un pueblo de menos de 1.000 habitantes gobernado por Izquierda Unida. Lo que se dice ‘en tierra hostil’, como aquello de Kathryn Bigelow. Allí la izquierda tiene tres de cada cuatro votos, y la derecha apenas pasa del centenar de simpatizantes. Su alcalde anunciaba un recibimiento digno del Mr.Marshall de Berlanga. Se ve que a Yolanda Díaz, como presume, le tiran los retos difíciles.

La ministra de Trabajo ha evitado Castilla y León, a sabiendas de que aquello es territorio comanche, del mismo modo que está evitando Andalucía, donde hay mediadores tratando de recomponer las costuras de la izquierda y reclamándole su liderazgo. Sin embargo, un fracaso allí es también demasiado probable. Y Yolanda Díaz no quiere fracasos autonómicos, sino una alfombra roja en las generales. Y si la puede teñir con 1.000 de salario mínimo, pues mil sobre hojuelas.

–«Hacemos cosas chulísimas…».

Claro, pero a partir de ahí, aparecen los argumentos ridículos. Naturalmente es deseable que puedan ganar más quienes menos ingresan. Esas proclamas bienpensantes, como el fin de las guerras en el mundo o del hambre, están al alcance de cualquier fortuna mental. Va de suyo que cualquiera desea eso. Pero la cuestión no es esa… y como advierte el matemático Terence Tao, sólo haciéndose las preguntas adecuadas, se puede llegar a las respuestas adecuadas.  La pregunta es quién va a pagar esto y si puede hacerlo. De eso se trata.

Esto no va del IBEX-35, que son 35, sino de tres millones de pymes. La medida provocará angustias a agricultores, autónomos con alguien en nómina y familias con algún empleado doméstico que ya han afrontado un incremento desde 2018 de más del 35% en el SMI. Con las cuotas a la Seguridad Social, el coste mínimo de contratar va por 17000 euros al año. La alternativa es incumplir vía economía sumergida.

Por demás, lo que en Madrid o País Vasco encaja en los estándares de salario mínimo, en Extremadura o Andalucía es un mazazo. El café para todos es un mazazo injusto. A cuenta de favorecer a los más pobres, se va a castigar a los territorios más pobres. Colosal, oye.

No, esto no un éxito negociador de Yolanda Díaz. La vicepresidenta tiene un bien ganado prestigio de culo di ferro; como se denominaba al viejo Enrico Berlinguer, no por casualidad líder del pichí o PCI, léase Partito Comunista Italiano. Berlinguer tenía fama de agotar a sus interlocutores : «las reuniones las gana el último que se levanta». Pero aquí no ha habido nada de culo di ferro. A la patronal no se le ha llamado. No se ha negociado. Simplemente se le ha dado a los sindicatos –¿para compensar su mansedumbre con la reformita laboral?– esa cifra simbólica de 1.000. Y a cruzar los dedos. Todo, una vez más, superchulísimo. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D