Castilla y León: Casado ya ha perdido
«La dependencia del PP con Vox no será testimonial, por lo que la estrategia de Casado ya ha fracasado»
La última vez que intenté ver un debate electoral me pudo la vergüenza ajena y acabé viendo First Dates. Y he de confesar que prefería los concursantes a los candidatos. Por eso creo que Vox cosechó su primera victoria el 27 de enero, cuando el Tribunal Supremo confirmó que no podría participar en ninguno de los debates. La presencia de su candidato, Juan García-Gallardo, solo podía lastrar el ascenso de un partido que las encuestas revelan como principal beneficiario del adelanto electoral. Se estima que Vox puede superar mañana los diez escaños, cuando hoy tiene un único procurador. Y no hay que perder de vista que el ascenso de Vox no es una derrota de la izquierda, sino del Partido Popular, con quien se disputa algo más que los votantes de Ciudadanos.
Fernández Mañueco convocó elecciones para reforzar su liderazgo e instalar al PP en un ciclo virtuoso que completarían Moreno Bonilla en Andalucía y el propio Pablo Casado en las elecciones generales. Pero puede que el PP ni siquiera sea el partido más votado en las elecciones de mañana, y lo que es seguro es que no ganará con una holgura ayusística; su dependencia de Vox no será testimonial, por lo que la estrategia ya ha fracasado. El objetivo, insisto, no era arañar ocho o diez escaños en las Cortes de Castilla León, sino marcar tendencia, insuflar confianza en el «proyecto Casado», pero la operación solo conseguirá dar oxígeno a Vox, y quién sabe si al PSOE; su candidato, Luis Tudanca, está estancado, pero podría sumar con Podemos y los partidos pequeños, cuyo resultado es incierto.
El otro objetivo de Mañueco era librarse de Ciudadanos, pero el cóctel de oportunismo y deslealtad tiene mala venta, así que inventó una conspiración para justificarse. Imitando el modelo Ayuso, quiso transmitir que disolvía las Cortes en defensa propia. Nadie le creyó. En parte porque el supuesto traidor, Francisco Igea, goza de mejor reputación e inspira mayor confianza. Lamentablemente, eso no le bastará para moderar la caída. Ciudadanos conservará, en el mejor de los casos, un par de escaños de los doce que obtuvo en 2019.
Uno de los aspectos más llamativos de esta estrategia es que Génova ha querido imitar el modelo Ayuso al tiempo que trataba de aplacar a la propia Ayuso; su popularidad siempre se ha visto como una amenaza para el líder (es un decir) del PP. Pablo Casado ha hecho lo posible por apagar su duende y solo ha logrado apagar el de Mañueco, si es que alguna vez lo tuvo. Y no parece que pasearlo a última hora junto a la Presidenta de Madrid lo haya iluminado.
Si la consecuencia inmediata de las elecciones es la sustitución de Ciudadanos por Vox como socio de Gobierno, se habrá culminado la hazaña: hundir a un socio moderado y potenciar a un partido ultra y competidor directo. Una nueva jugada maestra del dúo Casado-Egea que evidencia que la inepcia del diputado Casero representa a la perfección el espíritu de partido.