Elecciones 13-F: bienvenidos al futuro
La España 3.0 ya está aquí, nos guste o no: Vox se consolida, los partidos del 15-M se hunden y se incrementan los movimientos localistas
Las elecciones de Castilla y León nos han puesto encima de la mesa la nueva realidad de España, la que ya se venía intuyendo desde los últimos comicios y la que muy probablemente marcará las próximas citas con las urnas, tanto en Andalucía como a nivel nacional. Si la España 2.0 fue aquella que surgió tras las protestas del 15-M y que dio como resultado la aparición de dos nuevos actores en el panorama político (Podemos y Ciudadanos), ya está claro que hemos pasado de pantalla, como dirían los cursis. Ahora estamos en la España 3.0, una nueva fase en la que Vox se consolida como alternativa, los partidos naranja y morado se hunden y se incrementan las formaciones de ámbito localista.
Nos guste o no, la España 3.0 ya está entre nosotros, y no parece que sea una moda pasajera ni que la gobernabilidad vaya a ser menos complicada que antes. ¿Cómo saldremos del embrollo? Lo iremos viendo en las próximas semanas, pero seguramente la solución que se busque en Castilla y León será la misma que luego se reproducirá en Andalucía o en el conjunto de España.
Pero, curiosamente, y a pesar del desplome de Ciudadanos y Podemos, quienes más tienen que tomar nota de los resultados son los dos principales líderes políticos nacionales, Pedro Sánchez y Pablo Casado. El primero ha recibido un severo castigo, con un retroceso de 117.000 votos y siete escaños desde las anteriores elecciones hace tres años. El desgaste del PSOE es evidente, y lo peor para sus intereses es que parecido varapalo se lleva su socio de coalición, Unidas Podemos, que ha perdido el 10% de los votos y un escaño.
En el caso del Partido Popular, su victoria electoral no debería engañar a nadie. Anticiparon los comicios con la esperanza de dar un golpe mucho más rotundo, y se han quedado a medias. Casado debe analizar por qué el desplome de la izquierda y de Ciudadanos no ha sido capitalizado por su formación. Y, mientras tanto, sigue creciendo una alternativa a su derecha, el partido de Santiago Abascal. Si las tendencias siguen su curso, es muy probable que Sánchez no salga vencedor en las próximas elecciones generales, pero para entonces quizás Vox esté tan fuerte que pueda incluso disputar al PP la hegemonía en ese lado del tablero.
Lo bueno que tienen los resultados de Castilla y León es que nos van a permitir acostumbrarnos a la España del futuro. Todo hace indicar que el PP buscará un gobierno en solitario con apoyo externo de Vox, al estilo de Ayuso en Madrid, pero no parece que los verdes se vayan a conformar esta vez con eso. No hay que descartar la repetición de las elecciones ni una posible gran coalición (PP+PSOE) o incluso el apoyo externo de los socialistas. ¿Veremos por primera vez a los de Abascal entrar en un gobierno autonómico? No es la opción favorita en la calle Génova y ningún gurú electoral en su sano juicio se la recomendaría antes de unas generales, pero España ya está curada de espanto: después del Frankenstein de Sánchez el PP está plenamente legitimado para aliarse con quien quiera, por mucho que se pongan exquisitos algunos.
Por último, una mención especial a los dos partidos que vinieron a regenerar el sistema (Cs y Podemos). Ambos han quedado sepultados en las urnas, porque los ciudadanos ya no los ven como instrumentos útiles. A pesar de que siempre van dando lecciones de ética, ustedes no verán hoy ninguna dimisión en sus filas ni a nadie asumir la responsabilidad del desastre. Su tiempo se ha acabado e intentarán aferrarse a la silla, pero el futuro ya está aquí y se llama España 3.0: un bipartidismo venido a menos con Vox pujante y con numerosos partidos locales diciendo «qué hay de lo mío». Que Dios nos pille confesados.