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Ayudar a Ucrania, sí, pero…

«Esgrimir argumentos geopolíticos mientras mueren inocentes es una indecencia. Como lo es aludir al desinterés colectivo hacia otras causas para negarse a ayudar a Ucrania»

Opinión

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. | Reuters

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

El reproche social que provoca el apoyo a Putin queda compensado por la distinción que acompaña al disidente. Hay quien prefiere que lo llamen malo a dejar de sentirse especial. Pero no todos disienten del consenso en la misma dirección ni con la misma intensidad. Los menos son los abiertamente Putinófilos. Más numerosos son quienes, sin apoyar explícitamente a Putin, allanan el terreno a sus tanques llamando al desarme de la resistencia ucraniana. «¡No se puede entrar en guerra con una potencia nuclear!», dicen desde Podemos. Esto implica que cualquier país invadido por un país con arsenal nuclear debe rendirse inmediatamente y aceptar su condición de colonia. Evidentemente, no es un argumento, sino un trampantojo para vender anti-occidentalismo como pacifismo.

La especie más fina son quienes condenan la agresión rusa pero se ven obligados a aportar sus matices por miedo a ser confundidos con el resto de los mortales, y especialmente con su cuñado. Entre los finolis destacan dos argumentos. El primero es de orden histórico y sostiene que Putin, faltaría más, es el único responsable de la guerra, PERO el conflicto nunca hubiera sido si Occidente, particularmente la OTAN (y más particularmente Estados Unidos), no hubiera cultivado el antagonismo de la Guerra Fría tras la fragmentación del Pacto de Varsovia, la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. En resumen, la invasión de Ucrania es un capítulo más de un conflicto que Occidente no quiso cerrar. Y la expansión de la Alianza Atlántica ha resaltado una dicotomía militar Este-Oeste que estaba condenada a estallar, y ha estallado por Ucrania.

El segundo argumento es más pueril y por ello más común. Admite que lo que les sucede a los ucranianos es terrible, pero se pregunta por qué no nos preocupamos tanto por los sirios, los palestinos o los yemeníes, que han sufrido y siguen sufriendo penurias similares y peores. El argumento no es absurdo; ya nos avisó Peter Singer que la distancia no es un argumento moral; nuestro compromiso con quien tenemos a cien metros es el mismo que el que tenemos respecto a quien vive a cien mil kilómetros. Pero Singer también considera irrelevante que tratemos de salvar la vida de nuestro hijo antes que otra vida socialmente más valiosa. El resumen es que el sujeto moral que Singer tiene en mente no existe. Y tener que explicar a estas alturas de la evolución que existe una correlación entre empatía y proximidad es descorazonador. ¿De verdad queda alguien que no haya oído hablar del perímetro sentimental?

Pero la coherencia de los argumentos es lo de menos. Lo de más es lograr hacer entender a nuestros finos compatriotas que ahora no toca tener esas conversaciones. Como en septiembre de 1939, la pregunta no es qué ha llevado a esto o qué no hicimos el año pasado, sino qué debemos hacer ahora. Habrá tiempo para revisar lo que Baker prometió a Gorbachov, pero en este momento es irrelevante. Esgrimir argumentos geopolíticos mientras mueren inocentes es una indecencia. Como lo es aludir al desinterés colectivo hacia otras causas para negarse a ayudar, aquí y ahora, a Ucrania.

5 comentarios
  1. BrainStorming

    A pesar del bombardeo ideológico que sufrimos constantemente (que ya cansa) no veo que esta guerra vaya de ideologías. Va de poder, puro y descarnado, y de nacionalismo e imperialismo , eso también, y de avidez e inseguridad.
    No hay ya dos bloques para nada, excepto si se considerase un bloque a todas las dictaduras y otro bloque a todas las democracias, pero ahí entrarían varias gamas de grises, y ni todas las dictaduras están alineadas, ni las democracias tampoco.
    Lo que sí veo claramente es una creciente competición entre bloques (uno de los cuales es la UE a la que pertenecemos) que cada vez van más «barriendo para dentro» cada uno, y una constelación de países individuales que cada vez pintan menos en el escenario internacional. Y en ese escenario los países que han caído en una «junta» entre bloques pueden acabar triturados (como, esperemos que no, le podría pasar a Ucrania)

  2. FJPAVON

    La invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto la división del mundo en dos bloques ideológicamente enfrentados, conflictos latentes que se han mantenido en un difícil equilibrio sociopolítico, económico y geoestratégico durante las últimas décadas. El peor escenario que, paradójicamente, nos ofrece en toda su crudeza un hecho que desborda, no ya las fronteras estatales de los países implicados, sino que inunda todos los límites y afecta directamente a estados, organismos internacionales, grupos de interés, medios de comunicación y personas.
    Parece evidente que no se trata simplemente de una guerra por el territorio y/o los recursos; es más bien una batalla donde la cultura democrática occidental y el autoritarismo se ponen cara a cara a nivel planetario.

  3. Pasmao

    Pues nada Don David

    Cuando el embajador USA en Rusia 1987-1991, Jack F. Matlock Jr, ha dicho que esta guerra habría sido perfectamente evitable y que las exigencias rusas eran razonables (15/2/2022) supongo que son las explicaciones de un comunista, antipatrótico, y cobarde.

    » I was there: NATO and the origins of the Ukraine crisis

    After the fall of the Soviet Union, I told the Senate that expansion would lead us to where we are today.»

    Usted mismo, con todo cariño

    Un cuñao (facha)

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