THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

Pongamos que hablo de los 'lilis'

«Los ‘lilis’ se adaptan, dominan el cambio, manejan los tiempos, sobreviven en la tormenta, hacen confluir a la sociedad y propician el abandono de los extremos»

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Pongamos que hablo de los ‘lilis’

Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo. | EFE

España es una gran nación, tanto por su papel histórico, como por su genio cultural, por su lengua, su contribución a la expansión del cristianismo y por ende a la consolidación de la sociedad occidental.

Pero lo que nos hace aun más fuertes es nuestra capacidad de recuperación ante la adversidad. Hablo de la adversidad explicada por la célebre expresión de «al suelo que vienen los nuestros», y especialmente por la ineptitud de quienes nos gobiernan. Somos una máquina de superación personal y de sacrificio, pero con tendencia a la autodestrucción política. Salimos adelante gracias a la potente administración del Estado, a la pertenencia a la Unión Europea, al trabajo de los jueces, al esfuerzo individual, a la titánica labor de los autónomos y de los cuerpos de seguridad del estado, por citar solo unos cuantos.

Pero desgraciadamente, a pesar de ser unos supervivientes, también somos unos soñadores, y muy a menudo nos dejamos engañar mientras nos prometen el oro y el moro. Elegimos creer la mentira, siempre que esta vaya en línea con lo que pensamos, pese a que los hechos concretos demuestren lo contrario.

¿No podemos ser mejores simplemente recuperando el sentido crítico y la capacidad de análisis y reflexión? Habría que aprender a hacer balance dejando de lado nuestras creencias y nuestras parcialidades. Seamos más pragmáticos, ágiles y críticos con el negligente, y premiemos al que cumple, aunque no sea de nuestro bando. Abandonemos la imposibilidad de comprender al diferente, adoptando cierta transversalidad, pero sin abandonar nuestros principios. No queda otra que convivir con el que piensa distinto.

La solución está en buscar el mínimo denominador común para poder convivir, para evitar alimentar a los extremos, llegando a acuerdos

Y no solo hay que tolerarle, sino que hay que respetarle y darle su espacio. Solo se puede gobernar teniendo en cuenta a todo el mundo. La solución está en buscar el mínimo denominador común para poder convivir, para evitar alimentar a los extremos, llegando a acuerdos y a pactos puntuales con los que piensan distinto.

Pero esta anhelada sociedad más transversal necesita nuevos líderes. El filósofo de izquierdas Zygmunt Bauman, desarrolló el concepto de la «modernidad líquida» allá por los años 70 del sigo pasado. Ahora vivimos instalados en esta nueva modernidad. Bauman hablaba de un cambio de época, en la que existe la necesidad de hacerse con una identidad flexible y versátil que haga frente a las distintas mutaciones que el sujeto ha de enfrentarse a lo largo de su vida. Según Bauman, el curso de la realidad transcurrida, el glorioso pasado, «lo sólido», ha desaparecido y ahora transitamos en un magma de choques de ideas, de cambios de dirección, de luchas de nuevos conceptos que embisten a la tradición. Es un punto de inflexión, adaptarse o morir. Esta modernidad líquida da pie al mundo líquido que requiere lo que hoy bautizaré como líderes líquidos o ‘lilis’. Buscamos dirigentes que se adapten a un mundo en constante evolución, que sepan navegar un mar cuyas condiciones pasan de la calma chicha a la tormenta perfecta en instantes. Hay que adaptarse a la realidad. Como dijo Miguel de Unamuno, «el progreso consiste en renovarse».

La guerra de Ucrania ha hecho desaparecer la crisis del PP en la opinión pública, dándoles tiempo para reorganizarse en la sombra

Tras este larguísimo preámbulo, voy por fin al meollo de la cuestión, sita en el barro de la actualidad política actual. Me complace anunciar que tras los enormes fiascos que han supuesto tanto el Presidente Sánchez (rey de las promesas incumplidas, la mala gestión y las líneas rojas cruzadas), como el líder de la oposición Pablo Casado (el cual casi acaba con su propio partido) hay dos ‘lilis’ de tomo y lomo: Alberto Nuñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso. Se sorprenderán muchos de ustedes al leer esta comparación, metiendo a ambos personajes de estilos tan distintos en un mismo cajón. Pero reflexionemos. Nos gusten más o menos, es un hecho contrastado que ambos han arrasado en las urnas (voto transversal) sabiendo aglutinar distintas corrientes del centro y derecha, han sabido rodearse de buenos profesionales capacitados, han dirigido sus gobiernos con auctoritas, y han sido buenos gestores enfrentándose a todo tipo de crisis. Completamente opuestos en su manera de liderar ambos tienen las características que definen a los ‘lilis’: se adaptan, dominan el cambio, manejan los tiempos, sobreviven en la tormenta, hacen confluir a la sociedad y propician el abandono de los extremos.

La guerra de Ucrania ha hecho desaparecer la crisis del PP en la opinión pública, dándoles tiempo para reorganizarse en la sombra. El partido de centroderecha tiene ahora unos potentes e inesperados vientos de cola que suponen el entusiasmo de un nuevo liderazgo y la fuerza de una nueva oportunidad. Justo en el momento propicio para asaltar el poder. A la izquierda está un PSOE desfigurado, gobernando en los complicados estertores de final de legislatura (incapacitado para tomar decisiones), con el equilibrio de la coalición social-comunista tambaleándose, enfrentándose a una lucha de egos en el seno del gobierno (el presidente y Yolanda Díaz), y además justo cuando se producen unas importantes y generalizadas subidas de precios en los artículos de primera necesidad, y coincidiendo con los choques ideológicos vergonzantes por la guerra de Ucrania. Por otro lado, a la derecha, Vox se enfrenta por primera vez a un equipo de pesos pesados experimentados y especializados en destruir su proposición de valor, y Ciudadanos se empeña en proseguir con su particular declive suicida.

Nadie da un duro por ellos, pero estén muy atentos al ticket Feijóo-Ayuso, son dos ‘lilis’ y dos killers electorales.

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