Objetivo: Margarita Robles

Empiezo a pensar que nos equivocamos: no es Ione Belarra la que desentona en este Gobierno, sino Margarita Robles. Desde el inicio de la legislatura es la obsesión de Podemos y del equipo Frankenstein. La última embestida contra ella sucedió hace un par de días: el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, exigió su cese por el caso Pegasus, pero el espionaje es solo el pretexto.

Las balas silban sobre la cabeza de Robles desde hace mucho tiempo. Recuerden aquel tuit del año 20 donde Belarra la reprendía así: «Cuando eres la ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con Vox, quizá estés haciendo daño a tu gobierno»; este y otros comentarios similares le valieron a Belarra el ascenso de secretaria de Estado a ministra. Pedro Sánchez siempre ha sido pasivo ante el maltrato a los suyos, pero intuyo que no dejará caer a Robles porque es su principal anclaje con el votante moderado, pero nunca se sabe.

Caiga o no, la historia de este Gobierno podrá contarse a través de la figura de Margarita Robles. ¿Qué simboliza y por qué provoca tantos odios? Para empezar, Robles fue servidora del Estado antes de serlo del Gobierno, y por eso defiende sin matices las instituciones, especialmente las de Justicia. Suele ser Robles quien intercepta el vertido de descalificaciones que execra Podemos hacia los tribunales cuando fallan contra sus intereses. Y en Podemos, ya saben, son respondones; no les gusta que les llamen niñatos, menos alguien tan acreditado para hacerlo como Robles, que ha sido juez de la Audiencia Nacional, magistrada del Supremo, vocal del CGPJ… Ellos han venido a jugar y no quieren que nadie les recuerde que están sentados en la mesa de los niños. Yo les entiendo: nada genera más rabia que un espejo; es difícil no odiar a quien te estampa contra la verdad.

Robles es, además, titular del ministerio que más denuestan. Un ministerio que consideran inútil, tóxico, casi ofensivo… pero que los españoles respetan más que Igualdad o Asuntos Sociales; cuesta digerir que el Ejército fuese la institución mejor valorada por los españoles durante la pandemia. Podemos sufre cuando la realidad les demuestra que están a años luz de la gente: a la popularidad del Ejército se suma la de la propia Margarita Robles que, sondeo tras sondeo, figura como la ministra mejor valorada por los españoles. Y esto representa un problema para Podemos que va más allá de la envidia.

Robles es el enemigo a batir porque simboliza que otra izquierda posible; una capaz de defender con la misma vehemencia la justicia social y el Imperio de la Ley, la renta básica y el Estado de Derecho. Robles es peligrosa porque alumbra la esperanza de una izquierda sin Podemos.