Nuestra seguridad, nuestro bien común
«Si las fuerzas del orden, como Institución, han sido estructuralmente debilitadas y desubicadas, ahora le ha tocado el turno al CNI»
En el solanesco esperpento del tema del espionaje concurren, al menos, dos rasgos diferenciales importantes de la situación política española, para nuestra desgracia. Por una parte padecemos del insólito (en Occidente) deterioro de las instituciones democráticas nacionales, brutal, y, por otra, del particular estado de fragilidad y vulnerabilidad de la seguridad de la Nación, y por tanto de los ciudadanos, frente a los enemigos internos y externos de la Nación, notoriamente los terroristas y filo-terroristas.
Recordemos que nuestra Nación ha sufrido el mayor atentado terrorista de Europa (en número de muertos) y que España ha soportado la mayor cantidad de víctimas, y con mucho, del terrorismo de bandas antisistema o antinación que surgieron en el último tercio del siglo pasado en las democracias (Banda Baader Meinhoff, Brigade rosse, Ejercito Cero, O.A.S. y ETA) sin haber acabado políticamente con ello. La seguridad nacional, que termina siendo la seguridad y prosperidad de los ciudadanos, es especialmente delicada en nuestra patria, y ello se debe a situaciones objetivas inevitables, como ser la única frontera terrestre de Europa con el Islam no otomano o haber sido el último país de Europa en haberse librado de un sistema dictatorial.
Pero también por aberrantes errores propios como fragilizar nuestras fuerzas de seguridad e información destruyendo su indispensable unidad y creando policías «integrales» regionales, desleales para más inri. Los atentados de Barcelona, aunque no se quiera reconocer, mostraron la gravísima pérdida de seguridad vital para los ciudadanos por la fragmentación de nuestras fuerzas de protección y sus sistemas de información. Pero los Mossos siguen existiendo… y a su aire.
Si las fuerzas del orden, como Institución, han sido estructuralmente debilitadas y desubicadas, ahora le ha tocado el turno al CNI, gracias al SPS (recordemos SPS=SanchoPodemismoSeparatista). No se puede insistir bastante en lo crucial que es para una democracia de hoy en día, para su solidez, para su servicio al bien común, para la seguridad y paz de sus habitantes, incluso para la supervivencia de la Nación, disponer de unos servicios de inteligencia fuertes, creíbles, respetados y eficaces.
Pues bien, el SPS acaba de atacar a la Institución CNI en todas sus requeridas cualidades. Pero no para ahí la reflexión. Para que esta Institución se deteriorara ha sido útil que otras se hubieran deteriorado antes, notoriamente la Justicia y el Parlamento. O sea los muy independientes poderes judiciales y legislativos.
Si su deterioro viene de lejos, la aceleración bajo el Gobierno SPS está siendo espectacular. Porque si la puntilla al CNI la da la introducción de los declarados destructores de la Nación en la Comisión de secretos oficiales, ello ha sido posible porque un Tribunal Constitucional sumiso y peligroso obedece al Gobierno de turno revocando la decisión ¡del tribunal Supremo! de declarar ilegal a Bildu, porque la Presidenta Batet permite que sean diputados quienes juran o prometen destruir España en su toma de posesión, porque otro Tribunal Constitucional no atiende en tiempo y forma el recurso contra ello y porque la misma Batet acata las órdenes del Gobierno, transformando el reglamento para que los que declaran querer cargarse el Estado entren en dicha Comisión.
No olvidemos esta cadena de despropósitos institucionales que son la raíz misma de nuestro abismo político, y no cuatro chanzas morbosas. No lo olvidemos a la hora de votar.
Por supuesto que las consecuencias del ataque «anti-sistema» al CNI son fuente de alarma. Las consecuencias para nuestra credibilidad internacional, para nuestra democracia y para la seguridad de los ciudadanos españoles son demoledoras y demasiado evidentes como para detallarlas. Añadiré una que me preocupa en grado sumo: que el CNI deje de espiar a golpistas, separatistas y enemigos del bien común. Es decir que deje de cumplir con su obligación más elemental en la presente coyuntura española y sus amenazas.
El grotesco camino para llegar a este punto también es motivo de honda preocupación. Una maniobrilla política lanzada desde fuera por secesionistas que lo volverán a hacer -lo que en cualquier democracia se solventaría con una respuesta del Gobierno del tipo del de la Ministra Robles y san se acabó- deriva en una sumisión humillante a través de un Ministro felpudo llamado Bolaños y en la degradación del CNI hasta extremos destructivos. Ya sea por indigencia neuronal, por intereses personales, por genial estrategia hacia una futura España de taifas confederadas o por el Karma, este Gobierno, el SPS, por mantenerse, trabaja contra el bien común de los españoles.
¿Qué puede salir mal? Todo.