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Lorenzo Grahema

Una sanchista más

«Los conflictos internacionales o las amenazas no se detienen porque haya elecciones y los secretos de Estado no resetean con cada nuevo Gobierno»

Opinión
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Una sanchista más

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) junto a las vicepresidentas Nadia Calviño (3d), Yolanda Díaz (2d) y Teresa Ribera (d) junto a la ministra de Defensa, Margarita Robles (abajo) en la sesión de control al gobierno en el Congreso este lunes después de la destitución a la directora del Centro Nacional de Inteligencia por el caso del espionaje. | Juan Carlos Hidalgo (EFE)

El cese de Paz Esteban como directora del CNI debilita al Estado (por continuar con el símil tan utilizado los últimos días con Algunos Hombres Buenos). El Gobierno puede creer que aplacará el hambre de retribución de sus socios de Gobierno, pero, aquí hay que distinguir quién es socio y qué entiende por «retribución».

A ERC no le importa ni Paz Esteban, ni la Ministra Robles ni nada que implique nombres porque, a fin de cuentas, su interés es el Estado en sí, no sus partícipes. No le interesa el asiento, le interesa que el Estado siga siendo el origen del mal. La única diferencia entre que gobierne el PSOE o el PP es que, en el segundo caso, habría un agravante a sus desmanes y poco que rascar en las exigencias, pero la maquinaria española funciona de forma persistente contra los intereses independentistas.

Podemos, que sepamos, no ha sido espiado. Esto es algo que, en principio, les debe escocer (eran tan estrellas…) Pero espiar a Podemos es como poner un paparazzi a las Kardashian y, tras lo de Dina Bousselham, ya… La formación morada quiere evidenciar aún más una conversación con los votantes que hable de que el PSOE y Pedro Sánchez son un mal necesario para que no gobierne la derecha, pero que sus voluntades y acciones no son limpias ni ayudan a construir una república como «esa interpretación de la democracia» manda.

Felipe Sicilia dijo el lunes, en la homilía de la virtud que hace desde Ferraz (más creíbles en tono que las que hacía Adriana Lastra y ni punto de comparación con el efímero Óscar Puente), que Paz Esteban contaba con el apoyo de la Ministra de Defensa. Esto no implicaba nada porque, primero, en ese momento no sabíamos con qué apoyos contaba la Señora Robles.

Segundo: si la autoría de Algunos Hombres Buenos es de Aaron Sorkin, de Sorkin es también El Ala Oeste y, en la serie, hay un episodio en el que Josh Lyman le dice a CJ que muestre el total apoyo del Presidente a una oficial del Gabinete mientras él va a pedirle que presente su dimisión. Así que, se ha ido Redondo, pero parece que el manual sigue abierto.

El martes Margarita Robles evidenció que, o bien la cabeza que rodaba era la de Esteban o era la de ambas, así que…

Como diría el poeta inglés, aquí yace el problema. Laminar a Paz Esteban es laminar la línea de continuidad que todo Estado y, especialmente los servicios de seguridad e inteligencia, necesita. Ajenos al vaivén político, los técnicos dan continuidad a algo que es más longevo que el impacto de la imagen de un político, por muy alto cargo que ocupe.

Los conflictos internacionales o las amenazas no se detienen porque haya elecciones (en algunos casos se avivan para intentar dejar en ridículo al que se juega el asiento) y los secretos de Estado no resetean con cada nuevo Gobierno, no. De hecho, un equipo del departamento correspondiente se acerca a Moncloa y, al nuevo Presidente, le informan de la situación de la que ahora él es el responsable último.

Por eso me resulta incómodo, que no incomprensible, el desmarque de Pedro Sánchez (cuando habla como si no fuera parte del Estado, me ahorro el cargo) al ser cuestionado en la Sesión de Control al Gobierno del miércoles. Dejar caer que todo se debe a un «fallo grave de seguridad» y que las escuchas son una herencia del anterior Gobierno; recordar que la declaración unilateral de independencia fue con un Gobierno anterior, que si otras escuchas y poca transparencia…

Habría que recordarle a Pedro Sánchez que Puigdemont, sigue huido; que la suerte que ha tenido el Sr. Sánchez con el exPresident es que hemos asistido a su declive dentro de esta legislatura, pero nada más; recordarle también el tema de los indultos, que eso sí que ha reseteado la situación del independentismo. E insistir en que, si hubo DUI, fue porque gobernaba el PP y esto era condición necesaria para el jaleo.

Recordarle algo que seguro sabrá: que los independentistas están en modo latente. Nada se ha resuelto y sólo se ha desinflado el globo porque la población ha perdido interés. Pero esto no es por ninguna mesa de negociación ni por ninguna acción tangible. A tal punto que, si el Sr. Núñez Feijóo gobierna, todo se volverá a activar (martirio y victimización por delante) y, entonces, escucharemos al expresidente Sánchez hablar en medios a los que ahora ni se acerca sobre cómo se ha tirado todo el esfuerzo por la borda. Vamos, un Rodríguez Zapatero revisitado.

Y así, lunes, martes, miércoles… pasa la semana y se avanza en la sepultura de un problema que ha puesto en evidencia el divorcio de facto entre el Gobierno y la estructura del Estado.

Hace unos días, en la terna de decapitaciones, entró la cabeza del ministro Marlaska en juego. Puestos a pedir… Es curioso que una de las responsabilidades de la seguridad en las comunicaciones de los miembros del Gobierno recaiga en el Ministerio de Presidencia, pero no se haya puesto en cuestión al ministro Bolaños y sí al titular de Interior. Entiendo que es un reflejo de que, en el inconsciente colectivo, «seguridad» correlacione con Interior y que, al tiempo, Félix Bolaños esté protegiendo sus opciones.

Pero este movimiento no debería preocupar al de Bilbao. Salta su nombre por mismo motivo por el que el cese de Paz Esteban no va a aplacar nada: la pieza a cobrar es Margarita Robles. Esteban para el independentismo era un «me parece muy bien, haz lo que quieras» y Marlaska es un objeto al que renunciar en una negociación, porque el premio es la Ministra de Defensa. Lo quiere ERC, lo quiere Podemos y se ha logrado que hoy lo quiera también la opinión pública moderada al reprobar en bloque lo que ha ocurrido.

Robles era el último baluarte de resistencia y sentido de Estado en el Consejo de Gobierno y hoy… tan sólo es una sanchista más.

Paradoja es que caiga Robles y (pese a que sea por motivos distintos) todo el espectro se alegre.

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