Más fraude en Más País
«La querencia de Íñigo Errejón por la democracia, así, sin adjetivos, la de verdad, es una farsa»
Ahora publica el diario El Mundo que Más País, mimado por la prensa sanchista hasta ayer, cometió presuntamente falsedad documental para presentarse a las elecciones de 2019. No es poca cosa. Hagamos un pequeño cálculo. El Congreso da 29.606,56 euros al mes a cada partido con grupo parlamentario -Más País está en el mixto-, más 1.703,57 euros por diputado. Además, Errejón y compañía recibieron 550.000 euros para la campaña de 2019, a la que no podía presentarse y para la que habrían cometido dicho fraude.
Si resulta culpable del delito que se le señala, sería la segunda vez que Íñigo Errejón tendría que devolver un dinero mal cobrado. No olvidamos la «beca-black» por la que se embolsó un sueldo sin trabajar. Cobró de la Universidad de Málaga por un trabajo que hacía desde Madrid al tiempo que tenía un salario de Podemos. Tiene gracia, porque Errejón facturó por anticipado a su partido como «asesor externo», él, que lo fundó.
El PSOE e IU exigieron que devolviera la pasta por no trabajar. Lo mismo hicieron PP y Cs. Errejón contestó proponiendo la semana laboral de cuatro días. Porque eso de trabajar no es lo suyo. De hecho, Mónica García, quien heredó su puesto en la Asamblea de Madrid sobre el cadáver político de Pablo Gómez Perpinyà, metido también en el ajo de la falsificación, ha tenido los mismos líos que su líder: dos sueldos sin pedir compatibilidad y sin devolver la pasta. Ahora ha dejado uno de los dos trabajos porque está agotadísima.
Es que la ley es patriarcal y neoliberal, hecha para los currantes, no para los pijo-progres de barrio alto. Pero no nos sorprende. Algo habíamos sospechado de que su respeto a la ley era sinérgico resiliente de empoderamiento transversal, lo justo para que pase por el arco del triunfo.
Ya sabíamos que la querencia de Íñigo Errejón por la democracia, así, sin adjetivos, la de verdad, es una farsa. Un ingeniero social no respeta la libertad y cree que la legislación es un instrumento para la transformación social; vamos, para hacer una revolución con vaselina. Más claro: un amante de la democracia no dice con el puñito levantado «Chávez vive, la lucha sigue».
Porque Errejón no se tapa. En marzo de 2014 protagonizó un acto de homenaje a Chávez en Barcelona donde dijo que a este dictador «le debemos la reivindicación de la democracia como tensión permanente, el socialismo como democracia sin fin». Con esos referentes es lógico que le moleste la libertad de expresión e información. Por eso afirmó que había que «asaltar el espacio mediático y quitárselo a los señores del dinero». Luego, el bolivariano hizo carrera en las televisiones privadas mañana, tarde y noche, los siete días de la semana.
En 2016, este totalitario apuntó en una entrevista que cada convocatoria electoral era un «plebiscito entre democracia y oligarquía». Errejón hablando de «oligarquía», sí, un chaval nacido en una cuna de oro, criado en uno de los barrios más caros de Madrid, y que nunca ha trabajado fuera de la política.
Pero ahí no acaba la declaración. El bolivariano añadió que en cada elección se decide si manda el pueblo o «unos pocos privilegiados que se ponen a sí mismos por encima de la ley». Ojo. «Por encima de la ley», justo lo que presuntamente hizo Más País en 2019 para presentarse a las elecciones, cobrar y tener un trabajo.
A ver, que la ley no es lo suyo. En 2014 dijo en una entrevista que había que hacer una consulta independentista en Cataluña «incluso si hay medidas legales en contra». ¿Fueron un desliz aquellas palabras? No. En el diario «El País» declaró ese mismo año que «los catalanes tienen derecho a decidir su forma de relación con el resto del Estado, como hicieron por ejemplo los escoceses».
¿Tuvo un mal año? Tampoco. Errejón confesó en TV3 en 2016 que era partidario del referéndum de secesión porque «por encima de la ley está la democracia». Y cuatro días antes del 1 de octubre de 2017 expresó que la solución al «conflicto» era un «referéndum pactado, acordado y con garantías». ¿Parece lenguaje independentista? Es que lo es. No en vano Errejón era un invitado estrella en los actos de la CUP poco tiempo antes, y puso como número 1 de la lista de Más País en Barcelona en 2019 a un ex militante de la CUP.
Errejón no se caracteriza por su lealtad a la democracia española ni a sus amigos políticos. Cuando se fue con alevosía de Podemos, comiendo magdalenas con Carmena -la alcaldesa que aumentó los desahucios-, los podemitas le llamaron «Niñato traidor, corrupto, juguete del PSOE, tonto útil patrocinado por la derecha». Se libró de que ya no es tiempo de piolets.
Era septiembre de 2019 y necesitaba seguir con el negocio de la política, sus oropeles y privilegios. No consiguió militantes entonces ni comprándolos durante los cuatro años que tuvo a su servicio al ayuntamiento de Madrid. Cabe recordar que se filtraron sus instrucciones a un «círculo» para «dejar sembrado (el país de) instituciones populares que resistan, y refugiarse cuando gobierne el adversario». Era un plan para crear un partido usando dinero público. Justo lo que hizo presuntamente en 2019.
La filtración interna sobre irregularidades en la constitución de Más País, con una asamblea simulada y firmas falsificadas, era cuestión de tiempo. Todo es presunto hasta la próxima entrega y «punto pelota», que diría Rita Maestre.