Argelia: una crisis muy sanchista
«Europeizar la crisis elevando el tono a cargo del primo de Zumosol solo va a servir para encabronar más a los argelinos»
Pedro Sánchez tiene la habilidad política del cortoplacismo, de la improvisación, de la huida hacia adelante sin miramientos, apartando lo que se le interponga como un cimarrón a machetazos. En política esa determinación puede ser muy poderosa. De ahí que cambie su hoja de ruta, según le convenga, a golpe de virajes: de pactar con Ciudadanos en 2016 a declarar esto un error, de «Podemos me quitaría el sueño» a gobernar con Podemos, del jamás con los ‘indepes’ bajo el 155 a ser sus aliados preferentes, de «el PP no es un partido corrupto» en la investidura a «partido de mangantes»… y se podría extender la secuencia.
Claro que la política doméstica resiste esto y más, sobre todo en España. Sánchez es un depredador político en el ecosistema propicio. Otra cosa es la política internacional. Ahí pocas bromas, y sobre todo cuando se trata de políticas de Estado. Las relaciones con los socios estratégicos no pueden estar sujetas a caprichos oportunistas de regate corto. Antes bien, resulta esencial la fiabilidad, la confianza, lejos de los cambios «en el plazo de un segundo» que ayer celebraba María Jesús Montero, siempre dispuesta a torturar no sólo la sintaxis sino también la lógica. Por eso Argelia ha roto el acuerdo de Amistad y Cooperación acusando al Gobierno Sánchez de violar la legalidad internacional y de incumplir las obligaciones con su antigua colonia impuestas por «su estatus de potencia administrativa» contribuyendo así a degradar la región. El asunto tiene más enjundia de la que Albares, con su rostro de seminarista atormentado, puede disimular.
Europa, obviamente a petición de España, acudió ayer en rescate de Sánchez reclamando a Argelia que rectifique; pero ese puede ser, previsiblemente, otro error. De hecho la política argelina, que lleva décadas en manos de los revolucionarios del FLN que lideraron la independencia de Francia en 1954-1962, es dura y con una fuerte impronta –aunque suene extemporáneo– anticolonial. Por supuesto, España debe defender sus intereses, pero europeizar la crisis elevando el tono a cargo del primo de Zumosol solo va a servir para encabronar más a los argelinos. Otro paso poco meditado de Sánchez y Albares, que parecen creer que esto se resuelve a golpe de más regates cortos, incluyendo a María Jesús Montero y a Teresa Ribera.
En la fauna política de Argelia, los halcones son los militares y los servicios de inteligencia. Y son ellos los que tienen en sus manos el Dossier Sáhara. Así pues, de momento sólo cabe esperar más dureza por su parte. Hemos pasado de una crisis en la que España era víctima de las veleidades del rey de Marruecos, a otra crisis distinta que se le atribuye al Gobierno de Sánchez. Ver a este en soledad en el Congreso de los Diputados, con toda la Cámara contra su viraje respecto al Sahara Occidental, incluyendo a una parte de su propio Gobierno, sin duda hace que los argelinos se sienta más seguros en sus planteamientos desde el derecho internacional.
Resulta irónico recordar que Ghali era tratado en un hospital argelino cuando Argelia pidió ayuda a España y Moncloa se la concedió. Con seguridad, fue una operación resuelta al más alto nivel. Había tres ministerios implicados –Exteriores, Interior y Defensa– pero Argelia tenía que contar con el plácet de Sánchez autorizando todo esto. Ningún ministro español hubiera actuado sin ese aval. Por eso, Argelia considera justa aquella misión humanitaria, para salvar una vida, y les resulta muy difícil entender el giro posterior de Sánchez, más allá de las claves diplomáticas en el contencioso.
¿Qué ha pasado para ir, en tan poco tiempo, de aquella operación con Argelia al giro histórico hacia el Sáhara de la mano de Marruecos? De momento, sólo cabe especular que la respuesta esté en Pegasus. Por añadidura, ayer en el programa de Carlos Herrera, un periodista proporcionaba datos de la revelación de un general estadounidense de ciberseguridad sobre la información disponible en EEUU aún más comprometedora para Sánchez. ¿Eso explica que Biden lo ignore más allá de la cortesía? Todo se enrarece.
Para Argelia, todo ha sido una afrenta. España realmente está gestionando el conflicto como si Marruecos mereciera casi pleitesía mientras Argelia pudiera ser tratado como el cochero de turno, un mero proveedor de gas. En el Gobierno español se dejan ver manejándose con poco tacto diplomático, haciendo prevalecer una vez más el estilo sanchista de la improvisación, el cortoplacismo y la huida cimarrona hacia adelante.
Claro que… ¿por qué iba ser esta vez una excepción?