THE OBJECTIVE
David Mejía

Luis Enrique y los bordes

«Luis Enrique debe sentir algo parecido a lo que sienten esos tipos que se permiten maltratarnos porque se saben un intermediario indispensable»

Opinión
Comentarios
Luis Enrique y los bordes

El seleccionador de España, Luis Enrique. | Europa Press

La Selección consigue algo que no logran Real Madrid ni Barcelona: unir a futboleros y no futboleros. Y lo consigue despertando el mismo desinterés en ambos. La Selección une a los españoles porque cuando juega apagamos la tele y buscamos planes alternativos. No tengo datos, pero apostaría que el parón de selecciones ha salvado más parejas que cualquier Smartbox.

Es justo reconocer que el equipo actual tiene en Luis Enrique, su entrenador, un aliciente del que carecían los anteriores. No he visto ninguno de los partidos que ha jugado la Selección en los últimos días, pero he estado atento a sus ruedas de prensa y he reafirmado mi fascinación por la especie a la que pertenece: los bordes. Con los bordes me pasa como con los mafiosos, los repudio pero me atraen.

El borde es un fenómeno antropológico digno de estudio: ¿por qué deciden ser desagradables pudiendo no serlo? Schopenhauer dice que ser educado es de sabios, mientras que ser grosero es una muestra de estupidez, y se pregunta, con buen criterio, qué sentido tiene hacer enemigos por medio de una incivilidad innecesaria y deliberada. He ahí las claves que hacen del borde un enigma: su grosería es innecesaria y deliberada. La cortesía, remata Schopenhauer, es una moneda falsa con la que es absurdo ser tacaño. ¿Por qué insiste el borde en su bordería?

Los bordes están en todas partes, pero proliferan detrás de mostradores. Cuando se topa con uno, lo mejor es apretar los dientes y concentrarse en culminar el trámite. Algo así deben sentir los periodistas que acuden a las ruedas de prensa del seleccionador. Y Luis Enrique debe sentir algo parecido a lo que sienten esos tipos que se permiten maltratarnos porque se saben un intermediario indispensable. Si tuviera que explicar la bordería, diría que es una respuesta sádica a la dependencia. Luis Enrique es borde porque puede; porque mañana, pasado y al otro la sala de prensa estará llena. La bordería es una forma de someter a quienes no pueden abandonar la sala de un portazo.

Pero también hay bordes -vecinos, amigos de amigos, familiares lejanos- que no tienen la suerte de contar con un público cautivo. Estos se aprovechan de que las personas normales tratan de agradar y la grosería es un hechizo paralizante. Quizá tenga razón Burke, y la rudeza solo sea la forma en la que el débil imita la fuerza. Pero no es consuelo saber que el borde es un débil que disimula impostando la voz y la palabra. Si acaso, sospechar que el borde además es frágil empeora su ya mísera imagen.

Si la performance de Luis Enrique es -como dicen los enterados- una artimaña para distraer la atención del grupo, doy fe de que lo ha conseguido. La bordería desluce aquello que la rodea, y por eso es la peor forma de egolatría.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D