Y Juanma recuperó el bipartidismo
«Empiezan a quedar muy lejos aquellos tiempos de acendrada fidelidad de voto»
Vuelve el bipartidismo a la política española de la mano de Juanma Moreno en Andalucía. La mayoría absoluta de Juanma va a ser histórica por muchos motivos, y recuperar el bipartidismo no es el más pequeño. Desde el inicio del escrutinio, el PP se colocó por encima de los 50 escaños, es decir, cerca de la mayoría absoluta (55 escaños) que consolidó a mitad de la noche. Al 90% escrutado ya estaba en 57 escaños, dos más que la mayoría absoluta. Y la noche cerró con 58 escaños, el último ganado en Sevilla al PSOE.
El líder del PP andaluz tendrá, como pidió, manos libres para gobernar. Y dejará sin efecto el comodín del miedo a la extrema derecha que pretendía exprimir Pedro Sánchez, bajo el supuesto de que el PP tendría que gobernar necesariamente con Vox. Es la hora de Juanma y de su proyecto de moderación dentro del centro-derecha. La hora de Juanma como presidente andaluz y, también, de Alberto Núñez Feijóo como más que probable próximo presidente del Gobierno.
El otro lado del bipartidismo queda para un PSOE herido, pero no fenecido. Juan Espadas colocó su techo de votos por debajo del suelo de Susana Díaz, pero no en el sótano que le pronosticaban bastantes encuestas. No logra mantener los 33 escaños que acarició al inicio del escrutinio, pero tampoco sufre la debacle que le pronosticaron bastantes encuestas. Los 30 finales son menos que 33, pero no es una debacle rotunda.
El hundimiento queda para los dos compañeros de viaje del «espacio Podemos«: entre los dos (Adelante Andalucía y Por Andalucía) solo suman 7 escaños. Venían de 17. No es descartable que crezcan las voces en la extrema izquierda clamando por pasar a la oposición a Sánchez: ser el báculo del Gobierno no parece nada rentable cuando llegan las elecciones.
Ésta puede ser la principal fuente de preocupación para el Gobierno en los próximos meses. Lo fácil es interpretar que el hundimiento de las dos marcas que compitieron en 2018 como un único y pujante Podemos responde al desgaste de ser parte del Gobierno de Sánchez. Y, en muy buena medida, es una lectura correcta. Pero no es la única. ¡A quién se le va a ocurrir que quizá -sólo quizá- más de un puñado de votos puedan haberse ido por el sumidero debido al vergonzoso espectáculo ofrecido por Mónica Oltra en estos últimos días! ¡A quien se le va a ocurrir que va siendo hora de poner fin a la impunidad de estos excesos de la izquierda!
El resultado del 19-J será analizado con detalle porque es histórico. Miren los números electorales y vuelvan a mirarlos. ¡Alucinante!
Si eso de «la autocrítica» fuera algo más que una inmensa trola, alguien en el ‘espacio de Yo-Yolanda’ analizaría el impacto en los votantes de la contradicción sistemática que esta izquierda exhibe con su presunto feminismo o con su lucha contra la pederastia (… solo en la Iglesia; solo si hay un cura pederasta de por medio). El ‘hermana, yo sí te creo’ es aplicable cuando la hermana se llama Mónica Oltra, pero no cuando es una hermanita de 14 años, tutelada bajo la custodia pública de la propia Oltra como consejera de Asuntos Sociales y abusada sexualmente por el exmarido de esa consejera, hoy vicepresidenta valenciana. Entonces no hay ni feminismo ni lucha contra la pederastia que valgan para defender a la niña. ¡No es de los nuestros! ¡Será de extrema derecha!
La desvergüenza indecible del festival de insensibilidad y prepotencia exhibida en el ‘caso Oltra’ supera la categoría de ejemplo porque demuestra la hondura de las convicciones de esta izquierda. Lógicamente, también habrá tenido su castigo en las urnas andaluzas. Un buen puñado de papeletas electorales habrán sentido demasiada vergüenza como para votar a la izquierda. ¿Cuánto les han castigado? Si lo piensan un minuto, de la forma más desapasionada posible, si repasan el repulsivo baile de Oltra y sus compas para ‘celebrar’ su imputación, posiblemente concluyan que demasiado poco les han castigado.
Las cosas también han ido bastante mal para Vox. La apuesta por Macarena Olona ha resultado fallida. Posiblemente se culpe a la campaña, o a que Olona no es andaluza, o a que sobreactuaba, o a que eran excesivas sus críticas a Juanma Moreno, o… Pero también es posible que muchos votantes, de forma similar a como ya ocurrió en Madrid, no hayan visto necesidad de votar a Vox para marcar el paso al PP. Y, por eso, Vox solo ha mejorado ligeramente su resultado de 2018. Nada más.
Y han ido peor que mal para Ciudadanos. Fue una opción política interesante que ha perdido todo el interés para el votante. Y esto es un dato, no una opinión, por mucho que Ciudadanos haya hecho un buen trabajo en el gobierno en minoría de Juanma Moreno en los últimos tres años.
El resultado del 19-J será analizado con detalle porque es histórico. Miren los números electorales y vuelvan a mirarlos. ¡Alucinante! Han volatilizado la teoría de que Andalucía es de izquierdas; ahora parece irremediablemente de derecha moderada. Han dinamitado el crecimiento de nuevos partidos: los andaluces, mayoritariamente, han optado por un bipartidismo que hoy tiene al PP como partido hegemónico. Y han pulverizado también la teoría de que, salvo ligeros escoramientos, la mitad de la población es de izquierdas y la otra mitad de derechas. ¿Se han vuelto todos de esa derecha moderada que defiende Juanma Moreno?
No. Más bien, han decidido gritar al unísono: ¡en mi voto mando yo!
Y, como en mi voto mando yo, decido lo que me conviene. Y presto el voto a quien considero que lo merece en cada momento, aunque no sea lo que tradicionalmente he hecho. Como en mi voto mando yo, esta vez voy a votar muy mayoritariamente a Juanma Moreno, que es un buen tipo y lo ha hecho razonablemente bien en los últimos tres años y medio. Para el futuro, un aviso para todos los que toman decisiones políticas: hoy la gente premia y castiga resultados con su papeleta. Empiezan a quedar muy lejos aquellos tiempos de acendrada fidelidad de voto. Hoy, en su voto, manda cada votante, todos y cada uno de ellos y según les convenga en cada momento y lugar.