¿Sánchez tumbado por la inflación? Error reiterado
«Pedro Sánchez podría seguir en el puesto por decisión del PNV, de Bildu o de Teruel Existe. Gobernaría poco, pero sus apoyos mucho»
Se observa en estos momentos en amplios medios políticos, o en buena parte de los mentideros, una cierta convicción de que Pedro Sánchez no volverá a gobernar España tras las próximas elecciones. Es preocupante por tres razones. La primera es tan clásica y banal como recordar los riesgos de vender la piel del oso antes de haberlo cazado. Recordemos, por ejemplo, que el destructor Rodríguez Zapatero fue rechazado y presionado para marcharse por líderes de la UE y de la OTAN, con llamadas telefónicas incluidas, pero nuestro mucho más hábil Doctor Sánchez ha sabido anclar fuertes apoyos en ambas poderosas organizaciones.
Un segundo aspecto a tener en cuenta es que el bajísimo nivel del debate político en España, su enfoque casi monopolizado por personalismos y por el morbo, hace olvidar que no se trata de arrancarle el Gobierno de la Nación a Pedro Sánchez, sino al SPS (SanchoPodemismoSeparatista). Por lo que, sin mayorías absolutas, y perdiendo las elecciones en términos relativos, Pedro Sánchez podría seguir en el puesto por decisión del PNV, de Bildu o de Teruel Existe… Gobernaría poco, pero sus apoyos mucho; la apoteosis del SPS.
Si algunos, y particularmente desde el centro-izquierda, creemos que el SPS debe ser extirpado de España, opinamos que la mayor felonía de Sánchez contra el bien común de los españoles en términos históricos, es, precisamente, haber creado el SPS. Por lo tanto no se trataría de enviar a Sánchez a un consulado malgache, sino de impedir que siga gobernando en España el PNV, vía chantaje y destructividad.
La más preocupante táctica política para fulminar a Sánchez, para nosotros, en un intento de visión del bien común a medio y largo plazo, es la tercera razón, a la que llamamos «el error Zapatero». Consiste en no necesitar batir a Sánchez, sino dejar que pierda las elecciones como resultado de la muy peliaguda crisis que tenemos y que va creciendo irremisiblemente. Basta con echarle la culpa de todos nuestros grandes males económicos al Doctor Sánchez. Para lo cual no se duda en utilizar sus mismas armas, es decir mentir, o peor aún, decir sólo la mitad de la verdad.
Eso nos recuerda la manera con la que Rodríguez Zapatero salió del Gobierno. Esa persona que había cometido enormes ¿errores? contra el bien común, que había cainizado España, que había podrido Instituciones, que había multiplicado desigualdades, que había laminado el centro izquierda (etc) fue expulsado de la política activa por culpa de una crisis económica que no había provocado, que manejó igual de bien o mal que los demás con las penosas estructuras españolas de las que disponía y bajo la dirección del BCE y la Comisión Europea. Sus atroces irresponsabilidades socio-políticas, en cambio, pasaron sin condena. Es lo que nos hemos permitido llamar el «error Zapatero» que se está repitiendo ahora.
En este momento, voces estruendosas achacan a Pedro Sánchez el «horror» de la inflación. Evidentemente este flagelo se deriva en primer lugar de la recomposición de muchos sectores, y, por tanto, de la restricción de oferta de muchos bienes necesarios derivada del tsunami de la covid-19. Se le reprocha al Doctor Sánchez de mentir al culpar de la inflación actual a Putin. Es una cuestión de verdad a medias. Aunque el fuerte brote inflacionista tenga su origen antes, es evidente que la invasión de Ucrania lo refuerza grandemente, añade muchísima incertidumbre e imprevisibilidad y lo prolonga en el tiempo, por ahora sine die.
«Ni este Gobierno es responsable del golpe inflacionista, ni su limitada capacidad de actuar está siendo tan mal utilizada como para motivar su caída»
Nada de eso es achacable a Sánchez. Se le reprocha entonces ser responsable de que el salto inflacionista sea superior en España con relación a países comparables. Hemos defendido aquí que los gobernantes españoles, todos, deben luchar porque España no tenga sistemáticamente los peores indicadores económicos negativos (paro, deuda, caída PIB, deseducación, inflación, déficit público, etc…) Pero ¿es culpa de Sánchez? Por ahora, en una pequeña parte, ya que ser los últimos de la clase se debe a graves problemas estructurales (ingobernabilidad, desigualdad, pérdida de unidad de mercado, catastrófico modelo energético, leyes de deseducación, nula movilidad de factores, inseguridad jurídica, administración elefantiásica y destructiva…)
Todo ello necesita drásticas reformas estructurales que ningún Gobierno ha querido acometer desde hace más de veinticinco años. El presente tampoco, e incluso ha agravado las grandes dificultades estructurales que asuelan España, pero la mayor propensión inflacionista, en caso de shock de oferta, es corresponsabilidad de los Gobiernos de España de los últimos veinticinco años.
¿Se puede criticar al actual Gobierno por las medidas coyunturales contra los efectos más perniciosos de la inflación? Puede que haya mejores, o puede que se propongan medidas imposibles para quienes tienen que gestionar coincidentemente una deuda pública galopante y enorme, estando en el euro. No rebaja impuestos quien quiere, sino quien puede. En cualquier caso, ni este Gobierno es responsable del golpe inflacionista, ni su limitada capacidad de actuar coyunturalmente está siendo tan mal utilizada como para motivar su caída. El reproche más nítido es su falta de voluntad de evitar despilfarro y de reducir activamente determinado gasto público destructivo. Pero otros Gobiernos cayeron y caerán en esa trampa populista. Acuérdense del FLA para financiar el separatismo…
Por eso nos parece preocupante que la dinámica política consista en esperar que el Gobierno SPS caiga como fruta madura por los males, indudables, de la inflación. Porque esconde y camufla los peores males de España. A Sánchez se le debe echar, por mentir antidemocráticamente al llegar y seguir mintiendo, por los indultos, por la terrible ley Celáa, por el ataque permanente a las Instituciones, por la fiscal general del Estado, por aumentar sistemáticamente las desigualdades entre españoles, por no proteger los derechos civiles y la libertad de millones de hispano catalanes, por no proteger los derechos de la infancia, por ahondar en el deterioro del mercado único, por ser cómplice de enaltecimientos del terrorismo y banalizarlo, por inocular orwellianamente una grotesca Ley de memoria histórica de la mano de ETA, por combatir la Transición y el centro izquierda que hizo grande la convivencia, por aumentar nuestra fragilidad e inseguridad, y un largo etcétera de acciones dañinas al bien común.
Porque si lo que basta es traer otro Gobierno porque prometa acabar con la inflación, no seremos conscientes de la carrera al abismo emprendida ni se le exigirá al nuevo Gobierno que se enfrente a nuestros más terribles problemas. Eso ya sucedió tras Zapatero y aquí estamos, más cerca del abismo.