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¡Más madera, Pedro!

«En pocos segundos, el presidente ha conseguido empobrecer a los millones de españoles que tienen una parte de sus ahorros en acciones de entidades bancarias»

Opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la primera jornada del debate sobre el estado de la nación. | EFE

Las iluminadas caras que ofrecían los diputados socialistas al término de la intervención del presidente del Gobierno en el debate reflejaban satisfacción. Las de los diputados podemitas también, aunque en este caso con una forzada mueca marcada por su esfuerzo para convencernos de que, por fin, Sánchez les había hecho caso. En cualquier modo, unos y otros parecían entusiasmados con el estilo asumido por el interviniente en una comparecencia en la que predominó el contenido económico.

El estilo empezó siendo más que faltón, adjudicando al líder de la oposición el calificativo de «curandero». Se ve que va en serio su voluntad de llegar a acuerdos con el Partido Popular. Después, por el discurrir de su discurso, Sánchez empezó a comportarse como un auténtico ‘hechicero’. Se comportó así porque, como todos los hechiceros, empezó mintiendo. Sánchez, no es cierto que la economía española haya recuperado ya su nivel anterior a la pandemia. Nuestro PIB cayó un 10,8% en 2.020, creció solo un 4,1% en 2.021 y según ‘su bruja Calviño’, crecerá un 4,3% en 2.022. Por lo tanto, aunque por una vez acertase Nadia, terminará el año muy por debajo del nivel previo a la explosión pandémica.

Siguió, como todos los hechiceros, engañando al auditorio con el uso tergiversado de otros datos. Así, relativizó el problema de la inflación española, cuando ésta es superior al 10%, siendo la alemana es inferior al 9%, la italiana inferior al 7% y la francesa inferior al 6%. Y como cualquier hechicero de tribu atrasada, clamó a voz en grito que el número de empleados era el más grande de la historia de España. Sánchez, el empleo y la población son parámetros con tendencia natural al crecimiento ¡Faltaría más! Pero, además, tus cifras actuales de empleo están maquilladas -entre otras cosas, por la inflación de los contratos fijos-discontinuos-, circunstancia que invalida la comparación de la serie temporal de empleo.

Pero bueno, tras los trucos de hechicero, Sánchez empezó a desplegar su auténtica batería de maderamen, convertido ya en un redivivo Robin Hood en pleno bosque de Sherwood. Anunció que sí, que se dispone a quitar el dinero a los ricos, por lo que va en serio el impuesto a las «grandes energéticas» por sus «grandes beneficios» obtenidos desde el pasado 1 de enero.  A ver como construye la «gran ministra» de Hacienda el proyectado tributo. Veremos cómo define a los sujetos pasivos, cómo cuantifica la base imponible y como logra la pretendida retroactividad. Me temo que habemus casus iure. Pero también anunció que se aprobaría otro nuevo impuesto a otros ricos, en este caso para gravar los «grandes beneficios» de los «grandes bancos». Más tarea para la «grande Montero» y otro posible casus iure.

«El nuevo impuesto a la ‘gran banca’ lo pagaremos todos sus clientes, es decir, todos los españoles»

Desde la técnica tributaria, tiene difícil encaje gravar suplementariamente los beneficios extraordinarios de las mercantiles, pues con el tipo proporcional propio del impuesto sobre Sociedades, la existencia de mayor beneficio ya produce un mayor pago de impuesto. Y si el primero crece extraordinariamente, también es extraordinario el aumento del tributo pagado. Es más, con la argumentación utilizada por Sánchez, se debería reducir el tipo impositivo a las sociedades que tuvieran un beneficio reducido ¿No, presidente? Y, además, ¿cómo proyectas evitar que los bancos extra gravados ‘trasladen’ el coste tributario adicional a sus clientes? Al final, el nuevo impuesto a la «gran banca» lo pagaremos todos sus clientes, es decir, todos los españoles. Por cierto, que este anuncio de Sánchez ha provocado el rápido descenso de la cotización bursátil de los bancos españoles. En pocos segundos, nuestro presidente ha conseguido empobrecer a los millones de españoles que tienen una parte de sus ahorros materializados en acciones de entidades bancarias. ¡Bien, presidente!.

Y una vez anunciado como piensa quitar el dinero a «los ricos» y abrazado a la maleza de Sherwood, Sánchez ha empezado a explicar cómo proyecta repartirlo entre los pobres. Cada anuncio de Robin de los bosques era seguido por un clamor ensordecedor de toda su banda que acallaba el silencioso quejido de los millones de familias españolas empobrecidas por el ilegítimo uso tributario de la inflación que viene practicando Sánchez con el mayor de los descaros. 

Y todo lo hacía sin esconder sus contradicciones con el viento que recorre Europa. Que la Comisión Europea ha declarado -y con toda razón- que la energía nuclear es verde; pues él -erre que erre- presumiendo de seguir rechazándola. Que la Comisión Europea mantiene sus recelos ante la primera parte de la reforma de las pensiones por afectar a su sostenibilidad; pues él -erre que erre- sigue presumiendo de ‘su hombrada’.  Y así…

Y luego están las ausencias: nada de la crisis del INE por sus incómodas estadísticas, nada del conflicto con el Banco de España por sus estudios díscolos, nada de la escandaloso utilización de la SEPI (Plus Ultra, Vivanta…). Daba igual, los diputados de su partido y los del otro partido que ocupa el Consejo de Ministros salían satisfechos, incluso radiantes, tras escuchar al faltón, al hechicero, al nuevo Robin.

Era inevitable recordar el largo periodo en el que Zapatero nos mintió una y otra vez sobre la realidad económica y sobre las rectas que él venía aplicando, hasta que los líderes mundiales le obligaron a promulgar -mayo de 2.020- el decretazo que puso fin inmediatamente a sus desmanes y puso término a plazo -año y medio- a su mandato en el Gobierno. Mutantis mutandis