Estopa a la Cruz de Sant Jordi
«Los chicos de Estopa optaron por seguir el sucio juego político y hacer el paripé»
Estopa.
En Notas para unas memorias que nunca escribiré, Juan Marsé cuenta que dejó dicho a sus allegados que, en el caso de que llegara a encontrarse con las facultades mentales seriamente mermadas y le otorgaran entonces la Cruz de Sant Jordi, por encima de todo no la aceptasen en su nombre. La actriz Rosa Maria Sardà devolvió la condecoración a la Generalitat de Cataluña en 2017, año del referéndum ilegal, por considerar que, «dadas las circunstancias», no era merecedora de tan noble distinción. «La Cruz de Sant Jordi -según explica el portal de la Presidencia de la Generalitat- es uno de las máximos reconocimientos que puede recibir una persona por parte de la Generalitat de Cataluña. La distinción se creó en 1981 con el fin de distinguir a las personas naturales o jurídicas que, por sus méritos, hayan prestado servicios destacados en Cataluña. Cualquier ciudadano, grupo de ciudadanos o entidad puede pedir que se otorgue este galardón a alguna persona, ya sea física o jurídica».
En su primer año de existencia, recién estrenado el largo gobierno pujolista, el cantautor Lluis Llach fue uno de los premiados con la Cruz de Sant Jordi. Sus méritos y los servicios prestados a la Cataluña que estaban construyendo Pujol y los suyos eran incuestionables. El año pasado el turno fue para Els Pets (Los Pedos), un conjunto de inocuo pop rural cuya adhesión inquebrantable a la causa independentista resuelve sus carencias en el plano musical. Este año les ha tocado a los Estopa.
En el acto de entrega, los hermanos Muñoz apelaron al buen rollo y esbozaron un discurso de izquierdas que bien puede aguantar el establishment que les endilgó una distinción interesada, pues con este premio la ERC de Aragonés/Junqueras no está intentando otra cosa que captar el voto extarradial barcelonés, tal como hacía Pujol con sus acercamientos a la inmigración de otras partes de España -los otros catalanes-, vía populachera en la figura del locutor Justo Molinero o vía intelectual en la del escritor Francisco Candel, ambos con sus respectivas cruces de Sant Jordi a cuestas.
Pero eso ya lo saben los chicos de Estopa, que sin embargo optaron por seguir el sucio juego político y hacer el paripé. Reivindicaron una sanidad pública de calidad y «que se ocupe de todos independientemente de si tienen dinero o no». Palabras bonitas que contrastan con el hecho de que ERC esté gobernando con el partido heredero de aquella Convergència que llevó a cabo los recortes más brutales en la sanidad pública, un verdadero festín neoliberal que empaparía las sábanas de cualquier Chicago Boys.
También, claro está, defendieron la importancia de una educación pública «de calidad para todo el mundo» y que «no deje atrás a nadie». Teniendo en cuenta que la Generalitat pide a los centros educativos que incumplan sentencias judiciales que tienen como objetivo garantizar derechos básicos de los alumnos, el discurso se antoja un tanto humeante y rutinario.
En su página de Facebook, un ilustre vecino de Cornellá, barrio del otrora cinturón rojeras de Barcelona de donde también salen los hermanos Muñoz, Morfí, cantante del mítico grupo de punk-rock La Banda Trapera del Río, se quejaba del espectáculo de marras: «Una vez más el típico bodrio, chusco, oportunista lleno de chupópteros, mercachifles, gente de no fiar, babosones de las subvenciones… qué extraño ver por allí a los chicos de Estopa, como un pato mareado en la pista de choque… qué irresponsabilidad y qué inconsciencia, la manipulación al barrio ha sido humillante». Y terminaba: «Por si un día me tocara un bodrio de estos, me gustaría ser Marlon Brando y enviar a una nativa Cherokee a recoger el trasto o quedarme tocándome MI clarinete, como Woody Allen, o lo mejor, ser Bob Dylan y enviar en mi lugar a Patti Smith a recoger la PLASTA».
Tal vez por ese motivo, ningún artista de rock and roll jamás «ha hecho méritos» ni «ha prestado servicios destacados» a la patria.
