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Cristina Casabón

'Charofilia' o la erótica del poder

«La ‘charofilia’ es una pasión que solo suscita Pedro, una adhesión de tipo pasional, algo más que una atracción pasajera»

Opinión
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‘Charofilia’ o la erótica del poder

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante la primera jornada de la 26 edición del Debate sobre el Estado de la Nación. | Alberto Ortega (EP)

Sánchez ha logrado enamorar y unir a todas las señoras de izquierdas en una basca de impresión: las Charos. A este fenómeno algunos lo denominamos charofilia, y de vez en cuando aparece en las redes una Charo que confirma la teoría. Es una pasión que solo suscita Pedro, una adhesión de tipo pasional, algo más que una atracción pasajera. Esta idolatración de las ‘Charos’ hacia el presidente está poco tratada y quizá ayude a explicar como medios país se ha dejado embaucar por un narcisista.

La ‘Charo’, activista hembra y un poco marimacho en las formas, es la pobrecita vampirizada. La ‘Charo’ se mete bastante en política y en saloncillos confortables, es futuróloga medio bruja, por un precio especial adula a viejos políticos del PSOE y echa mal de ojo a los de la oposición. Estas quieren más fiesta del socialismo, creen que subir impuestos en tiempos de crisis económica es la solución. Cuando no les da para comprarse el bolso Amazona de piel de potro de Loewe optan por la explicación menos dramática, o sea la guerra de Ucrania.

«Ya puede decir el seductor cuantas sandeces quiera, que si las dice con aplomo, con voz varonil, las ‘Charos’ le miran con ojos desorbitados y húmedos»

Las ‘Charos’ son cariñosas, pero lo suyo es ir derrochando cariño ante los políticos y cargos socialistas, los revolucionarios curtidos. Cuando enchufan la tele para ver al presidente suspiran ante la comedia del hombre fuerte. El gallo se desgañita en la tribuna para que ellas sepan que es duro de pelar. Tan alto, tan esbelto, oh… su mirada. La ‘Charo’, entre derretida y fascinada opina que es un fuerte, un afirmativo, que tiene carácter. Y cuando el otro sacude la bancada con  aplausos se dan cuenta ellas que posee un alma hermosa, que es limpio y caballeresco. Adoradoras de su elevada conversación, le reprochan si tiende la otra mejilla. «Es cosa mía o Sanchez está destrozando a Santi en un tono sosegado, irónico?».

Si Pedro se arrellana con autoridad en su butaca, lo veneran, si muerde el boli con descuido suspiran: «¡Es humano!». Noble respeto al Pedro de la voz cantarina, que manotea haciendo gestos de vitalidad y se aplaude a sí mismo, con aplausos mansos y religiosos. Les gusta que tenga un poco de crueldad, como cuando lanza adjetivos que escuecen, con una sonrisa cruel e irónica. Cuando hace que piensa, con la cabeza ladeada y un poco lacónico ellas dan brincos. Si nuestro presidente asiente en Europa con un yes, ellas descubren profundidades en ese yes. Ya puede decir el seductor cuantas sandeces quiera, que si las dice con aplomo, con voz varonil, con voz de bajo modulada, las ‘Charos’ le miran con ojos desorbitados y húmedos, de mendiga alelada. Se extasían ante el más insignificante rasgo de bondad de Napoleón.

«De quién es la Sexta, y la Fiscalía, y la economía, y el INE, y el CIS, y el poder judicial… eh?» Pues eso. A estas babuinas adoradoras de la fuerza lo que las atrae y excita es el poder de mandar, desean el peligro que entraña. Cuando crece el poderío de Sánchez ellas se crecen, con lo cual estamos ante un amor religioso, de sentimientos nobles y elevados que hace tiempo inspiraban otros poemas: «Felipe, capullo, queremos un hijo tuyo». Ah, la erótica del poder. Las ‘Charos’ a veces se cuelan de periodistas o comentadoras en cualquier red social, ponen su granito de arena en los cojinetes informativos con el correspondiente incremento del desinterés de todos en la cosa pública. El presidente, pese a la vergüenza y piedad que las ‘Charos’ le inspiran, las guiña el ojo desde el televisor para que le sigan amando.

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