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Sánchez: reinvestidura roja

«Sánchez ha concebido el debate de política general como un debate de investidura, con un discurso de reinvestidura para relanzar la legislatura»

Opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

  • Málaga, 1966. Ha sido columnista en El País, El Mundo, Vocento y escribe para Joly; es comentarista político en Herrera en Cope y director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA). Libros: El artículo de opinión, El periodismo débil…

Recomendaba Hitchcock que, para contar bien una historia, cuando el juez leyera la sentencia, la cámara debía enfocar el rostro del procesado. En definitiva, el interés no está en la literalidad del veredicto, sino en su impacto; no en el frío relato del magistrado sino en el espanto de quien es condenado a la silla eléctrica o que quizá estalla de alegría al quedar libre. Por eso en el discurso de Pedro Sánchez no era interesante la cuidada mise-en-scène del presidente leyendo su discurso con prosodia trabajada concienzudamente; sino ver  las reacciones de Yolanda Díaz, Ione Belarra o Íñigo Errejón celebrando el giro a la izquierda, con el brillo de entusiasmo que se espera de los grupis de la mayoría de la legislatura.

¡Este es mi Pedro!

Algún socialista de la vieja nomenclatura andaluza hablaba también, años atrás, del Informe Caritas: para ver cómo van las cosas, no hay que atenerse a los datos, sino mirar las caritas de los implicados. En sus gestos, en sus ojos, se transparenta la realidad mejor que en cualquier documento. El Informe Caritas del Debate sobre el estado de Sánchez era inequívocamente una fiesta, con un cierto clima de euforia, aunque alguno anduviera más o menos descolocado. Por fin salían de la alfombra roja de la OTAN con el incremento del gasto militar o las subvenciones y bajadas del IVA indiscriminadas, y llegaba el anhelado impuestazo a las eléctricas  y a la banca. Algunos miraban a los compañeros de bancada con gesto de «¿Hueles eso? ¿Lo hueles, muchacho? Es napalm. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler napalm por la mañana!».

El análisis es fácil. Si tu discurso hace feliz a Podemos, feliz a Bildu, razonablemente feliz a Esquerra, muy feliz a Más País… no hay que ser un hermeneuta para entender que has dado un giro a la izquierda para rearmar la mayoría de Pablo Iglesias e Iván Redondo sin más geometría creativa.

¡Es Pedro el Rojo!

Y con las primeras noticias de los desplomes del Ibex, comenzaron los tuits orgasmáticos.

A Sánchez le importa poco la vaciedad oportunista del discurso, calificado de populista también por Financial Times, aunque seguramente nunca se materializará del todo. Pero esta semana necesitaba un golpe de timón entre el clima depresivo tras las elecciones andaluzas, que los sondeos comenzaban a representar  en forma de desplome catastrófico. Después de que Gad3 elevase a Feijoo a la cota 150-160, debía reaparecer con un efectismo contundente. Y su estrategia de polarización sumaría, a lo largo de la semana, el golpe al Poder Judicial, desoyendo las advertencias de Bruselas sobre la instrumentalización partidista de la Justicia; el golpe de la Memoria Democrática, metiendo a Bildu en la reescritura de la Transición para blanquearlos como luchadores antifranquistas; y rematar hoy con Pere Aragonès, dejándole entonar el lalalá de la amnistía y autodeterminación. Sánchez ha exhibido que tiene potencia de fuego. Eso sí, en su exhibición deja sobre todo en evidencia su propio relato ridículo de los poderes oscuros que manejan los hilos desde los cenáculos de Madrid. No hay nadie con más poder que el presidente del Gobierno que imprime el BOE.

Esa caricatura de los poderes oscuros desde los reservados de tres estrellas disfrutando de un habano mientras pulsan algún botón rojo para destruir el Estado del Bienestar… delata la clase de clientela a la que se dirige y el nivel de confianza que tiene en su inteligencia.

Sánchez ha concebido el debate de política general como un debate de investidura, con un discurso de reinvestidura para relanzar la legislatura que pueda quedar, entre diez y dieciocho meses. En un clima social que va a deteriorarse rápido en otoño, aunque ahora se haga carpe diem en agosto para disfrutar bajo el «síndrome del último verano», con la cesta de la compra subiendo al 15% y los salarios al 2%, Sánchez ha vuelto a convocar a la mayoría de legislatura tocando a rebato. Es un movimiento peligroso que entrega demasiado carril central al PP, algo que le ha otorgado una mayoría arrolladora en Andalucía, pero este restyling de Frankenstein es la única fórmula para rearmar rápido a las filas de la izquierda. Sánchez ya tiró de ese guión para recuperar el poder en su partido.

   ¿Qué va a pasar a partir de aquí?

Volvamos a Hitchcock: «Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Eso es el suspense».

2 comentarios
  1. ToniPino

    Esto va de espacios políticos. El PSOE ocupa el espacio de Unidas Podemos y deja libre su zona moderada, que el PP de Feijóo puede ocupar de forma bastante natural, dejando a su vez a Vox el espacio más a la derecha, zona propia y genuina del partido de Abascal.

    El problema para Vox es que se pueda activar el voto útil de los suyos al PP. Ya sé que, para muchos votantes de Vox, el PP es exactamente igual que el PSOE y desde su posición de máximos y forma de entender la realidad se comprende, pero quizás haya votantes que crean que hay ciertas diferencias entre el PP y PSOE, que convierten a los populares en el mal menor.

    Por ejemplo, voy a señalar tres: 1) el PP no derogará o reformará las peores leyes ideológicas del PSOE (está por ver que Feijóo derogue o reforme la nefasta nueva ley de memoria democrática, aunque no es descartable), pero es muy poco probable que promulgue leyes nuevas tan radicales como los socialistas y podemitas en alianza con los separatistas, 2) por malo que sea el PP, en política económica estará más próximo a los ideales de los votantes de Vox, aunque es posible que Feijóo no llegue a suprimir paguitas a los pobres y no conceda becas educativas a los ricos, como hace Ayuso en su nuevo programa de becas, 3) si el PP necesita a otros partidos para gobernar en coalición o como apoyo externo, no recurrirá a separatistas y radicales de izquierda, sino a Vox.

    Los podemitas tienen pocas razones para estar contentos, pues Sánchez se ha apropiado de buena parte de su ideario. Es el PP quien tiene más motivos para estar de celebraciones, sin dormirse en los laureles y sin echar las campanas al vuelo. La política es muy volátil y puede pasar de todo.

  2. Fran2

    Sigamos con Hickock, ¿Y si debajo del sofá solo hay una caja de zapatos vacía? ¿O una bomba que no explota?
    Pues eso Sánchez para rato…..Los tiene a todos pillados (los morados y nacionalistas con dinero, esto no falla, siempre ha funcionado desde el principio de la humanidad).

    Feijóo: ¿tirarse al monte? Quizás no sea una buena estrategia, pues a tragar, en caso contrario hará cambios institucionales sin ellos, eso es lo que hay.

    En resultas, tenemos un tipo mandando, sin programa serio para los ciudadanos (todo el rollo este que ha montado de impuestos, memorias… y no sé que más son mentiras, pagaremos nosotros) que se mantiene como en una comedia de los hermanos Marx pero simplona y tontuna. Y nosotros atados al mástil del Pequod hacia Moby Dick con el capitán Ahab enardecido y medio grillado.

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