MyTO

¡Y dale con ETA!

«La concesión política que se hizo a ETA es aceptar como un partido legal el formado por sus ideólogos, que ‘lamentan’ pero no condenan la violencia terrorista»

Opinión

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra. | Kiko Huesca (EFE)

  • Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián, 21 de junio de 1947) es un filósofo y escritor español. Aficionado a las carreras de caballos y lector de Borges. Fue profesor de Filosofía. Destaca en el ámbito del ensayo y el artículo periodístico, y además, ha incursionado en la novela y el género dramático.

Después del debate parlamentario del estado de la Nación, bastantes comentaristas afines al Gobierno se han quejado de que el PP no haya respondido a las propuestas económicas del presidente y en cambio haya insistido en reprocharle su contubernio con los herederos de ETA. Hasta el punto de que Cuca Gamarra empezó su intervención pidiendo un minuto de silencio por Miguel Ángel Blanco, asesinado por estas fechas hace 25 años, lo que le valió una cortés reprimenda de la presidenta de la cámara recordando que esos homenajes se acuerdan previamente a la sesión. La señora Batet perdió una ocasión de, además de señalar ese hábito parlamentario, extrañarse y lamentar que a ninguno de los demás grupos se le hubiese ocurrido tan obvia iniciativa hasta que habló la diputada Gamarra. No seré yo quien pretenda discutir las medidas económicas planteadas por el ejecutivo porque me pasa lamentablemente lo mismo que a Pedro Sánchez: no sé una palabra de economía. Sólo me desconcierta un poco que sean a priori calificadas de «progresistas» antes de verlas llevadas a la práctica, pues supongo que el único progreso digno de ese nombre es la mejoría de una situación y no la intención (o la declaración de la intención) de mejorarla. Lo que no funciona como supusimos o nos empeñamos en suponer no es progresista, lo mismo que no es veloz un Lamborghini si tiene las cuatro ruedas pinchadas. Y aún me alarma más que se las celebre como un «giro a la izquierda» del Gobierno, cuando tenemos abundantes ejemplos de que las medidas francamente izquierdistas suelen ser poco útiles para remediar los problemas económicos de las democracias aunque excelentes para causarlos. Pero en fin, que todo sea para bien…

«Ciertas ideas, aunque se defiendan sin violencia, son igualmente inaceptables en democracia»

Por su parte, el PP (y no sólo el PP) reprocha a Sánchez que se amancebe con Bildu, que ceda a sus exigencias respecto a los presos, que encarrile la nefasta ley de Memoria Democrática para darle gusto y que los convierta -probablemente porque no tiene otro remedio- en socios decisivos en cuestiones importantes de gobernabilidad. Los voceros gubernamentales responden: a) que ETA dejó de matar y desapareció como organización armada hace una década; b) que para que abandonase las armas no se le hizo ninguna concesión política; c) que es un triunfo de la democracia tener en el parlamento haciendo tareas institucionales a quienes ayer apoyaban el uso de las armas; d) que lo importante es impedir que la extrema derecha adquiera peso en la gestión del país. Pues bien, no me convencen -hablo por mí, no por el PP- ninguna de esas cuatro razones. En efecto, ETA dejó de matar y extorsionar pero su brazo político continúa ejerciendo la hegemonía social que adquirió en los años de violencia y gracias a ella, tanto en las aulas como en los ayuntamientos, en las fiestas, en los gaztetxes y en general en la política vasca. No hay más que ver el peso que tiene hoy el partido del asesinado Miguel Ángel Blanco comparado con el de quienes ensalzan  a sus asesinos. La concesión política que se hizo a ETA (antes de la gran concesión que supone la Ley de Memoria Democrática) es aceptar como un partido legal el formado por sus ideólogos, que «lamentan» pero no condenan la violencia terrorista, de la que por lo visto tienen tanta culpa las fuerzas de seguridad como los etarras, y abogan por la destrucción de nuestro orden constitucional, del Estado de Derecho en que vivimos, del uso de la lengua castellana- mayoritaria- en la educación y la administración, etc… ¿Es un triunfo de la democracia tenerlos en el parlamento en lugar de pegando tiros y poniendo bombas? Entonces ¿por qué nadie añora un partido franquista legal, que reclamase un autócrata militar elegido por la Providencia y basado en los Principios del Movimiento Nacional, pero no violento y que deplorase la guerra civil como algo que nunca debió ocurrir (aunque una vez ocurrida, mejor ganarla)? Ciertas ideas, aunque se defiendan sin violencia, son igualmente inaceptables en democracia. Y por supuesto los Principios del Movimiento no son más condenables ni menos democráticos que los postulados de la alternativa KAS. 

¿Vivimos obsesionados con el pasado los que recordamos a ETA y deploramos como indignos los pactos del Gobierno con Bildu? En modo alguno. Lo que nos preocupa es precisamente el futuro, lo que Bildu representa (eso lo sabemos recordando a ETA) y va a significar en los próximos años tanto en la monopolización separatista del País Vasco como en la desestabilización final de España. Ante engendros sectarios como las Ley de Memoria Democrática y ante la desvergüenza con que los cómplices de ETA prediquen en el Parlamento español las insuficiencias de nuestra democracia o se pretendan apropiar del homenaje a Miguel Ángel Blanco, muchos españoles nos sentimos realmente desterrados sin haber salido de casa. Lo expresó con dolorosa precisión el historiador francés Edgar Quinet: «El exilio no es abandonar su país sino vivir en él sin poder reconocer nada de lo que nos hacía amarlo».

20 comentarios
  1. Libe_Aldecoa

    Ah! y Muchas gracias, profesor Savater. Como le dijeron un día, creo que por la Concha: si está usted, sabemos que no estamos solos. Mila esker.

  2. Libe_Aldecoa

    A Alpho….

    No todas las ideas son aceptables en democracia. Si alguien defiende que las mujeres no podemos estudiar, o que no hay que vacunar guardias civiles, por ejemplo, es inaceptable.

    El problema es pensar que ETA fue en algún momento antifranquista. Teo Uriarte, le puede explicar que lo que ha movido a ETA desde sus primeros documentos es el odio a España y más a la España democrática que le privaría de apoyos que le proporcionaban su falso antifranquismo.

    Por cierto , si se lee usted la sentencia de Estrasburgo sobre la ilegalización del brazo político de ETA verá que no sólo lo motiva en sus actos, sino en sus ideas.

    También le recuerdo que el TC alemán no llegó a ilegalizar el NPD de ideología y valores contrarios a la Constitución alemana pero dejó abierta una puerta por la que colar un instrumento demoledor, más demoledor aunque su prohibición: cortar su financiación por medio de una reforma constitucional.
    Suprimiendo los recursos económicos de un partido legal, pero no democrático. Así , en junio de 2017, gracias al acuerdo de las fuerzas políticas parlamentarias, se añadió al artículo 21 , la exclusión de la financiación estatal, de estos partidos.
    Afortunadas democracias militantes .

    Si alguien ha matado, herido, mutilado, acosado, chivado, dejado sin trabajo, sin su hogar…. y dice que ahora no lo hace, aunque antes no le quedo otro remedio porque todos lo hacíamos, y a usted le vale; allá usted.

    Sí además nos dice a los vascos que sólo somos vascos los que somos como ellos quieren que seamos y además nos quiere quitar nuestros derechos de ciudadanía española (no hay otra), nuestra otra lengua PROPIA, acabar con todas nuestras instituciones., Investigue un poco en la página web de Sortu…; y al resto de españoles…; y a usted le vale; allá usted.

    Pero, que no le entre tanta calentura porque otros no nos conformemos y pensemos de forma distinta a usted.

  3. AlphonseZheimer

    Estimado Sr. Savater, en democracia, no hay ideas inaceptables; sí hay acciones inaceptables y deben combatírselas hasta que desaparezcan. Eso se hizo con la presión policial y cierta ayuda de países vecinos; también influyó sin duda, que, tras algunas salvajadas (más aún que las que todos conocemos), la idea de una violencia indiscriminada y estéril fue perdiendo fuelle en el País Vasco y en los que justificaban sus atrocidades por entenderla como causa política.
    ETA perdió su guerra de guerrillas cuando ya no hubo un gobierno opresor, que prohibía su lengua y algunas costumbres de su acervo. Fueron muchas las barbaridades que cometieron esos fanáticos; pero a mi entender, dos fueron especialmente sentidas y merecieron una reprobación general: hablo de Hipercord, de algunos atentados vergonzantes y de la deleznable muerte de un joven concejal llamado Miguel Ángel Blanco.
    No estoy diciendo que el resto de masacres y asesinatos abominables fueran menos importantes; pero esta crónica de una muerte anunciada, con una mayoritaria parte de la ciudadanía en las calles para pedir una cierta clemencia o sentido común (cosa pueril ante unos sicarios imbuidos de su «pensamiento», si es que puede llamarse así, endogámico..
    Creo que hay que acabar con ese juego absurdo de pedir condenar sus hechos a quienes los perpetraron pues no se van a bajar de sí mismos, o del burro, si Uds. lo prefieren.
    El hecho de que lamentaran sus incalificables actos, es un paso en la dirección correcta; en un futuro próximo, cuando todos los responsables de muertes alevosas y sin sentido tengan a bien morirse, seguramente vendrán otros dirigentes, que sin mochilas sangrientas, serán capaces de decir la palabrita mágica : «CONDENAMOS»; ¿y sabe qué?, si Ud. y todos los talibanes de lo simbólico aún vivieran, dirían: ¡Si, pero lo dicen con la boca pequeña! y exigirán inmolaciones públicas como acto de contrición o desenterrar a los finados con más muertes a la espalda para quemarlos en una hoguera y sembrar de sal sus antiguos caseríos, apartamentos o garajes.
    Querido Sr. Savater, en todas las guerras, guerrillas y conflictos, siempre habrá alguien que se quede con la sangre en el ojo; quien considere una ignominia que los adeptos, amigos o familiares de los bárbaros, puedan seguir respirando el mismo aire que los descendientes de sus víctimas.
    La generosidad, cuando se pone su traje de sentido común, sabe que no puede deshacerse el pasado, pero puede construirse el futuro con los cimientos de aquellas amargas décadas.
    Es hora de terminar un conflicto que ya no existe más que con palabras, actos costumbristas y alguna que otra mamarrachada; hora de dar la posibilidad a este pueblo cabezón, de que vea que hay otras formas de conseguir sus objetivos legítimos o no, con las reglas que nos hemos dado como nación. Los votos, es decir: la palabra de un pueblo ya sin estigmas, dirá si sus pretensiones tienen cabida en el marco constitucional.
    ¡Sí, apreciado Sr. Savater!, siempre hay alguien que debe joderse o sentirse impotente ante la falta del castigo eterno; pero si queremos mirar hacia adelante, deberemos olvidar la contumacia que no lleva más que a una rotonda de la historia interminable, y no precisamente la de Michael Ende.
    Sabemos que Antonio daría su moral, si la tuviera, por unos apoyos que le permitieran hundir un poco más a su país en la ciénaga, pero esto es asunto suyo, no nuestro; para construir, debiéramos estar todos con mono de trabajo y casco de resiliencia. Para destruir, ya está él, sus adláteres y todos los oportunistas de España.

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