MyTO

Contra la Transición

«Tras el paréntesis de Rajoy (atormentado por la crisis independentista), con Sánchez el guerracivilismo se encuentra en su esplendor»

Opinión

EP

Es ridícula ya la batallita esta en favor de la Transición. Yo he participado en ella y supongo que seguiré participando: sé desde dentro que es ridícula. Si unos han decidido romper los consensos, no hay nada que hacer. Dos no se juntan si uno no quiere. Predicar para nada, ridículamente: en eso estamos.

Para la repetida pregunta de cuándo acaba la Transición yo tengo mi respuesta: no se acaba nunca, esto es un naufragio permanente. La transición es hacia el hundimiento. «Algo así como España entre dos guerras civiles», dijo el poeta. La Transición fue también la guerra civil por otros medios.

Nunca dejó de latir el guerracivilismo, pasados los acuerdos iniciales. El recurso último en la confrontación partidista fue con frecuencia el intento de deslegitimación del contrario. No se le quería fuera del poder: se le quería fuera del sistema. 

La danza de los dos grandes partidos, cuando no se trataba del reparto del pastel, fue siempre una danza macabra. Los dos conglomerados político-mediáticos iban a muerte el uno contra el otro. 

El conglomerado del PSOE aspiró al monopolio durante los gobiernos de González. Contra él se alzó el llamado «sindicato del crimen» periodístico, cuya expresión terminó siendo la frase de Aznar «váyase, señor González». Cuando el PP iba a ganar las elecciones, la respuesta del PSOE fue acusarlo de fascista con el spot del dóberman de 1996.

«La Transición no se acaba nunca, esto es un naufragio permanente. La transición es hacia el hundimiento»

Los gobiernos de Aznar tampoco fueron perdonados. La culminación se alcanzó tras los atentados del 11-M de 2004, en que a Aznar se le llamó directamente asesino. Acusación de vuelta, cuando los «conspiranoicos» de la derecha insinuaban que la que estuvo detrás de los atentados fue la izquierda. Como escribí en su día, se dio aquí una curiosa versión a la inversa de la lucha a muerte hegeliana: no se trataba de matar al contrario, sino de acusarlo de asesino. (En algo se tenía que notar la civilización de los tiempos.)

Con Zapatero el guerracivilismo latente se hizo explícito. Tras el paréntesis de Rajoy (atormentado por la crisis independentista), con Sánchez el guerracivilismo se encuentra en su esplendor. Podemos y Vox han venido a materializar de un modo más abrupto los bandos. En unos extremos en los que, por lo demás, han solido mantenerse los nacionalistas.

De manera que defender la Transición como el momento en que la Historia de España se propuso ser diferente de sí misma es ridículo. Hay lo que había, a diestra y siniestra: franquismo sociológico.

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3 comentarios
  1. ToniPino

    Me equivoqué. Este artículo no ha dado juego.¿Se mueve algo en Vox?

  2. Halcon

    La cohesión de grupo se fortalece con enemigos externos, si a esto se añade el plus de odio se ayuda.
    Es el sanchismo ,tratando de sobrevivir con el rollo del franquismo, de la tumbas, otra transición etc. y demás…
    Crear dos frentes, con provocación con la idea de sobrevivir.
    Sánchez y el síndrome de Hubris como he leído por el foro

  3. ToniPino

    Hace unos días decía David Mejía que ya apenas quedaban franquistas y que todos los españoles estaban de acuerdo en que la guerra civil empezó con un golpe de estado contra el gobierno legítimo de la República. Le maticé alguna cosa, desde mi punto de vista, y le dije que no fuera tan optimista sobre la inexistencia de franquistas.

    Estoy de acuerdo en que con Sánchez el “guerracivilismo” está en su esplendor y me parece muy acertado incluir en el franquismo sociológico no solo al extremo más o menos afín al franquismo, sino también al extremo opuesto, ya que son las dos caras inseparables de nuestro cainismo.

    La visión de que la transición fue la guerra civil por otros medios es dura y quizás un tanto exagerada, pero algo de eso hubo después de su primera fase. Yo creo que los inicios de la transición estuvieron guiados por el intento de no repetir los errores y abusos de la Segunda República, que nos llevaron a la guerra.

    Es cierto que la polarización y la deslegitimación del contrario fue una constante tras la primera etapa de “consenso”, aunque creo que fue mayor por parte de la izquierda hacia la derecha. Hay razones históricas y políticas para explicarlo. La memoria histórica de Zapatero fue la institucionalización de esta operación deslegitimadora del PP, que sigue a toda máquina con la actual legitimación de ETA.

    No obstante, también hay que aclarar que estamos muy lejos de la explosiva situación política y social de 1936, y que es obsceno hablar de las dos Españas en los términos en que lo hizo Ciudadanos en la campaña electoral madrileña, para presentarse como la tercera España que yo creo que nunca existió. Ya hubieran querido aquellos españoles de los años 30 estar como estamos hoy.

    P. D. Creo que esta columna será de las de muchos comentarios y no sé por qué sospecho que no muy favorables a Montano.

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