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La meritocracia inversa de la izquierda

«Los críticos de la meritocracia son falsos igualitaristas. Está de moda criticar el individualismo basado en el mérito, al tiempo que se apoya la distinción por inclinación sexual»

Opinión

Lilith Verstrynge. | Europa Press

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

Lo de Lilith Verstrynge da para hablar de la lucha contra la meritocracia, cosa que está de moda entre los pijoprogres moralistas e ingenieros sociales. Diré tres cosas. Me quedaré corto porque esto es una columna. Voy.

No es que la meritocracia sea perfecta, es que es el sistema con menos errores para la selección del personal. Es mucho mejor que dar los cargos por el sexo, el género, la raza, la familia o la miserable política interior de partido. No está de más que una persona que maneja dinero público para servir a la sociedad tenga méritos contrastables en el mundo privado, por ejemplo. Es lo mismo que la democracia. Es el peor sistema, exceptuando todos los demás.

A partir de aquí se pueden hacer todos los juicios morales que se quiera, como hace el filósofo progre Michael Sandel, y santiguarse sobre el pin de la Agenda 2030. La meritocracia es inmoral, claro, porque premiar el mérito, el esfuerzo y el trabajo genera odio y no acaba con la desigualdad. Es inmoral, dice, como si fuera moral el dar un cargo público sin un mérito reconocido y contrastable.

Los críticos de la meritocracia son falsos igualitaristas. Está de moda criticar el individualismo basado en el mérito, al tiempo que se apoya la distinción por inclinación sexual. Alegan, además, que los que buscan que se recompense sus méritos son egoístas y engreídos. Y lo dicen desde el púlpito moral al que se han subido. Que quede claro: solo se puede ser persona dentro de los límites marcados por la izquierda.

Parten además de una definición trampa de meritocracia. Dicen que es un sistema que pretende recompensar a quien destaca pero no hay igualdad de oportunidades. A ver. No hay un sistema que recompense a nadie, sino una multitud de actores que actúan libremente, y nunca de forma igual ni predecible. Tener un título universitario y una familia fetén no garantiza nada.

Otra cosa. No somos iguales ni tenemos por qué tender a ser iguales. Solo la ley tiene que ser igual para todos. La naturaleza nos hizo diferentes, así como el efecto de las decisiones particulares que tomamos en nuestra vida. Privilegiar legalmente a alguien para cumplir con un ideal de igualdad material es una inmoralidad totalitaria a costa de todos. 

Luego está lo del «bien común». Recompensar el mérito, dicen, genera odio porque crea desigualdades. Lo siento, pero yo no estuve en esa reunión en la que se acordó el «bien común» que nos obliga a todos para siempre. O no lo recuerdo. De lo que estoy seguro es que quiero que respeten mis derechos y libertades con una ley igual para todos, y que no se me postergue o discrimine para beneficiar a alguien sin más méritos que yo solo para conseguir un «bien común» que yo no he firmado y que nadie me ha preguntado. 

«Quitarme o negarme lo que gané por mi esfuerzo personal para hacer ingeniería social, es una injusticia y un pisoteo a mi libertad»

Más claro: quitarme o negarme lo que gané por mi esfuerzo personal para hacer ingeniería social, es una injusticia y un pisoteo de mi libertad. Es más; es una estafa al supuesto «bien común» porque se transmite la idea de que no importa lo que trabajes y te esfuerces porque vas a aprobar el curso, conseguir una casa aunque sea de okupa, y una paga mensual del Estado que nadie revisará.

Lo digo de otra manera: quitarme lo que gano por mis méritos, por emplear mi tiempo en trabajar para progresar y procurarme un presente y futuro mejores se llama socialismo si lo hace el Estado y robo si es un particular. 

A partir de ahí, las leyes discriminatorias por género, edad o raza son juguetes en manos de los políticos. 

Es una estafa, por ejemplo, que se subvencione la compra de una vivienda hasta los 35 años con un aval público del 95% de la vivienda. ¿Por qué 35 y no 55? Pues para comprar el voto de la gente entre 18 y 35, y al resto que les den. Eso no responde al mérito de cada persona ni a un tratamiento igual de las necesidades, sino a un electoralismo basura. Es lo mismo que dar un «bono cultural» a los nacidos en 2004 porque serán los que voten en 2023. 

Una reflexión. ¿Para qué trabajar más o arriesgarte si un partido en el Gobierno se va a quedar con tu pasta para dársela a los sectores de población cuyo voto quiere comprar? 

Los igualitaristas, como Sandel y sus ingenieros millonarios, dicen que hay factores para corregir la meritocracia. Agárrense. Se refiere al lugar donde se nace, la familia o la genética. Debe pensar en un Estado que asuma el papel de la familia, que diga dónde nacer y que te toque los genes. Es eugenesia social para el «bien común». 

«La meritocracia es el menos malo de los sistemas. Lo otro es dejar la planificación de la sociedad, de nuestras vidas, aspiraciones y patrimonios a un grupo de visionarios totalitarios»

Luego dicen que exageramos el valor del esfuerzo y del trabajo para vivir mejor cuando en su lugar podríamos quitar a los ricos para dárselo a los pobres. Y como la entrega de las fortunas no va a ser voluntaria, hay que coaccionar a través del Estado. 

El tema da para mucho y esto solo es una columna. La meritocracia es el menos malo de los sistemas, con sus grandes fallos, pero es mucho mejor que la alternativa. Lo otro es dejar la planificación de la sociedad, de nuestras vidas, aspiraciones y patrimonios a un grupo de visionarios totalitarios. Sí, a un tropel elitista con complejo de superioridad moral que nos quiere dictar el «bien común». 

Acabo con un ejemplo personal. Todos los años en mis clases universitarias hago las dos mismas preguntas a mis alumnos. ¿Os gustaría un sistema que tendiera a la igualdad de resultados? La respuesta es sí, por supuesto, faltaría más, dicen todos a viva voz. Es buena gente preparada para responder ante los resortes emocionales básicos que se traducen en políticas socialistas. Luego les digo: ¿Entonces os pongo la misma nota a todos, por ejemplo, un 5, con independencia del esfuerzo que hagáis? Ahí es cuando se hace el silencio producto de la inteligencia y el amor propio. Solo contestan «sí» los que no van a dar un palo al agua.

14 comentarios
  1. Pasmao

    (continuación)

    2/ Respecto las conspiraciones. El problema es que las conspiraciones se hacen a la luz de todo el mundo. También hay de las otras.

    Cuando el nazismo empezó a coger fuerzas muchos judíos se reían de los que hablaban de conspiraciones, que también eran bastante públicas (los nazis no se escondían). Pero al final lamentablemente los que decían que mejor poner tierra de por medio y largarse de allí tuvieron razón.

    Sé que la estupidez humana es inmensa, y en grupo más. Pero en ese caos pasa como con esas empresas muy grandes donde unos pocos grupos se hacen con el poder unas cuantas acciones y acaban de presidentes. ¿Cuantas acciones tiene la familia de Annie Patti? y cuanto mandan.

    En un entorno caótico un pequeño grupo bien organizado incrementa su poder.

    Un cordial saludo otra vez

    PS
    Otra cosa Vilches. La columna de Miguel Ángel Quintana de hoy incide, en cierta manera, en lo que comentas.

    Pero no está en “el Subjetivo” si no que va por libre.

    Se titula: ¿Son algunas vidas más valiosas que otras? Respuesta corta: sí y no.

    El problema, al no aparecer en el Subjetivo, es que no queda ligada a las otras del mismo autor que si lo están. Y al buscarla por su autor, clicando en el nombre, no sale. Supongo que será extensivo a mas de ustedes. Lo comento para que si lo puede trasladar a los de informática por si se pudiera arreglar, pues mejor.

  2. Pasmao

    Se me ha quedado pendiente de moderación un comentario, puede que fuera muy largo.
    Lo voy a poner en dos veces. Y disculpen si luego aparece el original y se duplica.

    1/ Hola de nuevo Vilches

    En el franquismo había enchufes, pero la cosa era diferente. Si el hijo de un preboste del régimen salía tonto se le facilitaba un estanco no una Caja de Ahorros.

    Es de entonces el chiste en que una madre al enterarse de que a su hijo le habían hecho ministro se pone a temblar, y de que cuando el hijo le pregunta que a qué viene esa preocupación, ella le responde: Que tú eres tonto hasta ahora lo sabíamos sólo en casa, pero ahora lo va saber todo el mundo.

    Eso para con las gentes de Podemos y el PSOE es imposible de entender. Ellos hacen de su «inteligencia» una herramienta de poder. “Vean, si hasta este tarugo y esta mendruga han llegado hasta donde han llegado, que no podríamos hacer por usted querido votante, que es muy posible que valga algo mas”

    (continua)

  3. Grossman

    No es que estén en contra de la meritocracia, no se explican bien, es que quieren cambiar el tipo de meritocracia.

    Frente al mérito de la inteligencia, el esfuerzo, la capacidad de dirigir equipos, los servicios y estudios desarrollados, ellos plantean otros méritos, acostarse con el líder, ser el mayor lameculos del partido, ser un zángano, inculto, no haber hecho nunca ningún tipo de estudios o que estos sean falsos, como el doctorado del doctor presidente.

    También es importante ostentar un cargo que no sirve para nada y en el que no hay nada que hacer, como la agenda 2030.

    Para muchos esto es una forma legal de robar como otra cualquiera, pero ellos te dirán que no se han llevado nada al bolsillo, los 120.000 € no van a su bolsillo sino directamente a su cuenta corriente y eso para la izquierda no es robar es AYUDAR A LOS POBRES!

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