MyTO

A un paso del toque de queda

«El sanchismo prefiere limitar la vida privada antes que tomar soluciones para abaratar la energía o dar lugar a otras fuentes como la nuclear»

Opinión

La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera. | Europa Press

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

En 1992 volé a Cuba. Era el viaje de fin de carrera. De pronto, el avión, una aeronave de Iberia, empezó a descender. Nos tiramos a las ventanillas. No se veía nada. Era una noche cerrada en medio del Atlántico. Llevábamos ya unas cuantas horas de trayecto. Tenía que verse la isla de Castro desde el cielo, alguna ciudad o la costa, pero solo había un negro profundo. 

El avión siguió bajando. Nos miramos todos alarmados hasta que sonó la voz del capitán. Habíamos llegado, decía, pero no se veía nada. Descendimos en medio de la oscuridad. Habíamos visto películas de este tipo. Jóvenes idiotas que se accidentaban en alta mar y acababan en un islote perdido. Eso con suerte. Cuando ya nos quedaban dos o tres avemarías se encendieron las luces del aeropuerto de La Habana. Aterrizamos en un lugar vacío, como si fuéramos el grupo de Tintín y Haddock a la espera del coronel Tapioca y sus pícaros. 

Pasaporte en regla y a formar. El autocar habanero nos llevó por carreteras oscuras. Había farolas pero estaban apagadas. Preguntamos al personal castrista que nos recogió. No querían gastar electricidad. No nos cruzamos con ningún coche. Solo algún ciclista y grupos andando por vías que antaño fueron autopistas. Mirábamos por las ventanillas de la guagua, y no había luz en ningún sitio. Al fondo se presentía la silueta de la ciudad. «Esto no pasa en España», dijo alguien con orgullo en mitad de la estupefacción. 

En Cuba también se empezó con un Consejo de Ministros que decretó restricciones horarias para el uso de la electricidad en lugares públicos. Luego vino la limitación para los hogares, porque la propiedad solo tiene el sentido de cumplir con los objetivos de la Revolución. Aquí el sanchismo lo llama Transición Ecológica. Allí, en la isla de Castro, los culpables eran el «bloqueo de EEUU» y el capitalismo, aquí es la «guerra de Putin» y la emergencia climática. 

«El PSOE de Sánchez quiere individuos dedicados a pagar impuestos, aceptar la doctrina oficial y obedecer por el bien de la Revolución llamada ‘Transición Ecológica’»

No importa el relato, porque el caso es un Gobierno que reglamenta la vida pública y privada tomando como excusa falsos factores externos. 

El sanchismo prefiere limitar la vida privada antes que tomar soluciones para abaratar la energía o dar lugar a otras fuentes, como la nuclear, que nos permitan mantener el nivel de civilización y la libertad. El PSOE de Sánchez quiere individuos dedicados a pagar impuestos, aceptar la doctrina oficial y obedecer por el bien de la Revolución llamada Transición Ecológica

No es ser profeta del apocalipsis. Es ceñirse a la realidad. Se empieza permitiendo el encarecimiento de la energía a niveles que la mayoría no puede pagar y que se ve obligada a restringir. Se inocula así la idea de que son necesarias las limitaciones. 

Luego se niegan las fuentes energéticas alternativas porque contradicen el objetivo revolución de  la Transición Ecológica. Tampoco hay que olvidar que el sanchismo se niega a rebajar los impuestos al consumo, y que ha convertido a las  compañías eléctricas en los malos de la película. 

Cualquier crítica a este sistema absurdo es contestada blandiendo la religión secular del ecologismo y de la «guerra de Putin». Es más, si cualquiera quiere saltarse las restricciones impuestas por el Gobierno recibirá una multa que le obligará a cerrar el negocio. Las penas económicas van desde los 60.000 euros para las infracciones leves, hasta los 100 millones para las muy graves.

La misma filosofía que anima esta restricción permite la limitación de otros hábitos, como coger el coche más allá de las 10 de la noche, o consumos domésticos de electricidad por encima de un número de kilowatios. No es una locura mía. El Gobierno ha decretado que con carácter inmediato, todos los edificios administrativos, centros de transporte, comercios, grandes almacenes, cines u hoteles no bajen el aire acondicionado de los 27º, y la calefacción no podrá superar los 19º.

Todo encaja. No solo es un delito medioambiental, sino también una prueba de machismo. El feminismo ministerial y aledaños sostiene que los estándares del aire acondicionado se establecieron sólo atendiendo a la temperatura corporal de los hombres, no de las mujeres. El aire climatizado es machista, por lo que ya tienen otro argumento para su regulación, como han hecho. El Gobierno impedirá el machismo controlando la temperatura de los lugares públicos y privados, y castigando a quien lo vulnere. 

Lo próximo es un toque de queda. Ni siquiera se podrá volver sola, borracha y a oscuras. Nadie en las calles, sin gastar energía ni contaminar, combatiendo los micromachismos caseros con la temperatura, empeñados todos en cumplir los objetivos de la Transición Ecológica.

¿Exagero? Estoy convencido de que aquel compañero de clase que dijo «Esto en España no pasa» cuando vio una Cuba a oscuras, hoy no diría lo mismo. 

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38 comentarios
  1. Derry

    Todo empezó con el idiota ZP y su monaguillo idiota Miguel Sebastián. Aprobaron unas disparatadas primas a unas ineficientes energías renovables además del cierre de las pocas centrales nucleares que tenemos en España. Los aún mas idiotas y malos SCHZ y la talibana Ribera siguen demonizando una energía limpia, eficiente, barata y segura como es la nuclear. El problema se soluciona con la instalación de 20 reactores nucleares de ultima generación. La guerra de Ucrania ha servido para demostrar el tipo de gobernante irresponsable y payaso que tenemos en Europa, con España ocupando un lugar destacado. Los franceses, los canadienses, los chinos, los americanos y los ingleses deben ser gilipollas por apostar por la energía nuclear y los reactores de ultima generación, mas eficientes, seguros y baratos. La energía nuclear salvará el planeta y nuestras economías, gobernantes idiotas!!

  2. Psilvia

    La verdad es que con estas medidas es inevitable pensar: «esto ya lo he vivido antes», como si se tratase de un fallo de la Matrix. Durante la pandemia ya se aprovechó que el Pisuerga pasaba por Valladolid para poner a prueba nuestra obediencia. Entonces, los resortes democráticos se resintieron enormemente. Dos años después, la energía, que es el nuevo pan de este siglo, es la excusa perfecta para domeñarnos y experimentar una nueva forma de vasallaje. En aquella ocasión ya arruinaron parte de la economía, llevándose por delante empresas y negocios. Ahora, quieren rematarlo elevando la energía a un coste inasumible, al que todavía no se le ha puesto freno. Apuesto a que el «ahorro energético» no se traduce en una reducción o ahorro en la factura. Pasaremos más frío en invierno, más calor en verano y nos dejarán a oscuras pagando el mismo precio. Ojalá me equivoque.

    No va mal encaminado para advertir que estamos a un paso del toque de queda. ¿Se imaginan este invierno caminar a oscuras por la calle a partir de las diez de la noche? ¿A ver quién es el guapo que se anima a dar un paseo, salir a correr o recorrer la ciudad? ¿qué seguridad vial van a tener los ciudadanos con esta medida? Ni siquiera hará falta que den el toque de queda porque el común de los mortales por prudencia y sentido común, si no es estrictamente necesario, preferirá no exponerse al peligro ni correr riesgos innecesarios. Lo cierto es que cada vez se está poniendo más serio el tema

  3. Manuteide

    Solo queda VOX ante la socialdemocracia de PP y PSOE globalista mundial…Bueno y tb Ayuso.

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