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César Calderón

Tutorial: cómo carbonizar un gobierno en doce meses

«Mientras va macerando, sazonamos al gusto con un puñadito de decretos-ley inconstitucionales y tres o cuatro intervenciones dando las gracias a EH Bildu»

Opinión
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Tutorial: cómo carbonizar un gobierno en doce meses

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE

Internet es un animalito maravilloso. Si tienes cualquier duda sobre, no sé, desde cómo devolver la vida a tu teléfono móvil después de que se te haya escurrido tontamente dentro del sofrito de la paella hasta cómo preparar un oreiller de la belle aurore sin necesidad de leerte el soporífero tratado gastronómico de Brillant-Savarin, que además está en francés, seguro que hay un tutorial maravilloso en el que un simpático youtuber de exótico acento y entradito en kilos te explica cómo hacerlo.

El tutorial es ya, como antes la literatura pastoril o los libros de caballerías, una categoría en sí mismo, de tal suerte que incluso existen meta-tutoriales, es decir, tutoriales que nos explican el arte de cómo realizar tutoriales de éxito. La locura.

Tanto es así que me extrañaría que una vez terminada su chispeante etapa en La Moncloa y buscando diversificar sus ingresos, el actual inquilino de la misma no nos deleite con una colección de tutoriales políticos entre los que muy por encima del que sin duda llevará por título Manual de Resistencia, The Movie, destacaría otro que significaría su ascenso al Olimpo de los estadistas, situándose a la altura de próceres como Serafín María de Sotto, Angel de Saavedra o Fernando Fernández de Córdova y que llevaría por título Cómo carbonizar un gobierno en un solo año, una producción para la que contaría como estrella invitada al cocinero zarauztarra Karlos Arguiñano. 

¡Hola, familia! Hoy en nuestro tutorial vamos a intentar repetir la obra gastronómica cumbre ese titán de los fogones llamado Pedro Sánchez. Vamos a carbonizar un gobierno consiguiendo que sus miembros sean a la vez -aquí está lo difícil- desconocidos y detestados por la mayoría. ¡Vamos que nos vamos!

-Laaaa Looooles, la Loles…

Compramos un gobierno fresco-fresco en el mercado y para empezar, en lugar de guardarlo en la nevera hasta que comience el curso político, lo presentamos a lo loco en pleno verano, con los calores, así nos aseguramos de que llegue a septiembre con ese punto de putrefacción que tanto gusta a los paladares más exigentes.

Lo colocamos sobre la encimera y comenzamos a trabajar. Lo primero es macerarlo bien sumergiéndolo todo el tiempo que aguante en una farsa de pactos con independentistas, nacionalpopulistas y en general cualquier partido que nos pueda prestar voto en el congreso. Rico, rico.

Mientras va macerando, sazonamos al gusto con un puñadito de decretos-ley inconstitucionales, tres o cuatro intervenciones dando las gracias a EH Bildu por ser, junto con Pericles, los inventores de la democracia y al menos al menos un par de cientos de nombramientos inexplicables de amiguetes al frente de empresas públicas e instituciones del Estado. No escatiméis con los nombramientos, que si no, no sabe igual.

Una vez macerado, agarramos a los ministros y les obligamos a estar doce meses llevándose la contraria a sí mismos en cada rueda de prensa y justificando los cambios de opinión del presidente, pero no una ni dos veces, las que haga falta. Con fundamento.

De vez en cuando obligamos a uno o varios ministros a ir a Barcelona para tragarse el sapo de asumir públicamente alguna exigencia flagrantemente inconstitucional. Pero un sapo gordo y peludo, eh, como los que veía yo de chaval en Zarautz.

-Eeeeeel conejo de la Loles…

Importante, hay que alejar a los ministros todo lo posible de los medios, no vaya a ser que se equivoquen o peor aún, que acierten, se conviertan en personajes populares y terminen haciéndole sombra al presidente del Gobierno. 

Conviene obligarles también a hacer el ridículo de vez en cuando, por ejemplo, juntándolos en la puerta del palacio de La Moncloa para aplaudir al presidente cuando regrese de algún viaje internacional, acabando de esta forma con su futuro político. 

Después, horno a 220 grados, y cuando veamos que ya está suficientemente quemado por encima, lo dejamos un buen rato más sin añadirle nada asegurándonos de que también se carbonice por dentro. Fácil y sabroso.

Ya solo queda sacarlo del horno y servirlo a pocos meses de las elecciones municipales con su buen chorrito de aceite de oliva y una ramita de perejil, que algo de verde hay que poner, y si vemos que nos hemos pasado, no importa, nombramos otro gobierno doce meses después y volvemos a empezar.

-La loles tenía un conejo chiquito y juguetón…

¡Hasta el próximo tutorial, familia!

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