THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Un asesinato bien hecho

«El fundamentalismo terrorista sabe que parte de nuestra intelectualidad tiende a justificar la violencia si la causa ideológica es de su agrado o de su bando»

Opinión
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Un asesinato bien hecho

El escritor Salman Rushdie es evacuado en helicóptero tras ser acuchillado. | Reuters.

Voy a contar una hipocresía muy arraigada en el pensamiento totalitario. Me lo ha recordado la justificación que ha dado Irán al atentado contra Salman Rushdie. Lo resumo: intentar su muerte estuvo bien porque insultó a 1.500 millones de creyentes. Esa mentalidad, la legitimidad de la violencia por la causa, está en todos los totalitarios que nos rodean. 

El culpable de sufrir violencia es el propio «apóstata», el que «insulta» al colectivo y su fe, pero también el millonario, el terrateniente, el aristócrata, el militar, el facha, el guardia civil en tierra extraña, el padre que quiere para su hijo educación en español en Cataluña, el sacerdote, el profesor libre, o cualquiera que simbolice un obstáculo para el cumplimiento del plan totalitario.

Uno está aburrido de leer y escuchar justificaciones a los actos violentos cuando hay una causa emancipadora, una lucha independentista o contra el capitalismo o alguno de sus símbolos. Los autores callan o pasan de puntillas sobre el acoso o la muerte civil, los asesinatos, saqueos y violaciones, las ejecuciones y torturas del enemigo ideológico. 

No importa la época ni el país. Vale para cualquier acontecimiento desde 1789. Incluso se lee a algún bobo estrafalario que echa de menos que en la historia de España no hubiera en algún momento una buena guillotina en el Puerta del Sol.  

Pongamos un ejemplo lejano. Ese gremio de escapistas presenta a Napoleón como un genio libertador, un modernizador, a pesar de que su plan acabó con la vida de seis millones de personas incluidos franceses. Bien, pero Fernando VII fue un criminal. No estoy defendiendo al Borbón, que fue un traidor, solo alertando sobre la incoherencia.

«Estoy hablando de los que justifican la violencia para blanquear un proyecto político. Son los mismos que callan o se ponen de perfil»

«Es que esas muertes eran necesarias para el progreso de la Humanidad». ¿El progreso hacia dónde? ¿Eso significa que si hubiera provocado la muerte de 12 millones de personas, el doble, se habría progresado más rápidamente? Lo mismo podríamos decir de los distintos experimentos comunistas desde 1871. ¿Era necesario asesinar sin juicio e incendiar París, y años después medio mundo, con millones de muertos, para establecer el «Estado obrero»? No, pero da igual porque sigue siendo un orgasmo en el imaginario de la izquierda

Luego, esos mismos que comprenden la muerte del «enemigo» ideológico o de clase, censuran la ejecución de un anarquista condenado por terrorismo, por ejemplo, tras el asesinato de Cánovas. Son esas personas que excusan el asalto a iglesias y conventos durante la Guerra Civil, la violación de monjas, el saqueo y el incendio, porque eran «masas de trabajadores incultos que liberaban así la opresión de siglos». 

Estoy hablando de los que justifican la violencia para blanquear un proyecto político. Son los mismos que callan cuando interesa, o se ponen de perfil. Y vale para el ayer como para el presente.

Irán y el fundamentalismo terrorista tienen bien analizada nuestra mentalidad. Saben dónde hacer mella, cómo dividirnos y tocar la fibra sensible. Conocen que parte de nuestra intelectualidad tiende a justificar la violencia si la causa ideológica es de su agrado o de su bando. Tienen la certeza de que van a encontrar una comprensión implícita. ¿O es que nos extraña que una web de extrema izquierda dijera que no se conocían los motivos del atentado a Salman Rushdie?

«Es mentira que les importen los derechos humanos. Lo que quieren es mandar»

El mismo medio que se pasa por las rotativas la presunción de inocencia en la investigación de la corrupción de la derecha y en los casos de presunta violencia de género, se pone de perfil cuando la violencia la ejerce la izquierda, los nacionalistas, los islamistas o una mujer. Eso es hipocresía

¿Se acuerdan de un locutor metido a político que decía que se emocionaba viendo cómo un manifestante pegaba a un policía en el suelo? ¿O a los podemitas que justificaron el ataque en Vallecas a unos manifestantes de otro partido? ¿O al ministro de Consumo con una sudadera de la RDA, un régimen que asesinó a 70.000 personas? Pues son los mismos que lloran lágrimas de cocodrilo por la pobreza infantil. 

Todo esto tiene un significado. Es mentira que les importen los derechos humanos. Lo que quieren es mandar, crear opinión, manipular la información, alimentar a los suyos, y moldear la realidad para que encaje con su relato político. Legitiman el mal con una pretendida buena causa. Siempre hay una excusa; si no es el precio del progreso es la diferencia de clases, la pobreza, la descolonización, y ahora el cambio climático. 

Ojo, porque esa doble vara para medir el valor de la vida humana y la libertad de los demás, tan propia de la mentalidad totalitaria, no está solo en los medios de comunicación; lo encuentro a diario en los libros de historia. Esto lo contaré otro día. 

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