Yolanda, la candidata de CCOO
«Yolanda Díaz se ha lanzado a una cruzada sindicalista claramente impropia de alguien que ostenta el nivel de responsabilidad que ella tiene»
Se sabía hace ya tiempo que Yolanda Díaz, la flamante vicepresidenta del Ejecutivo de Sánchez por decisión personal, personalísima, de Pablo Iglesias, iba a ser candidata a presidente del Gobierno en las próximas elecciones generales. Los últimos acontecimientos han puesto de manifiesto que, al margen del envoltorio y de la denominación formales que adopte su estructura electoral, en realidad no será sino la candidata oficiosa del sindicato Comisiones Obreras.
La conclusión expuesta se alcanza con facilidad a la luz de sus últimas actitudes y declaraciones, posiblemente consecuencia tanto de las zancadillas que ha recibido y recibirá procedentes de las lideresas de Unidas Podemos -Irene Montero e Ione Belarra-, como del fiasco del carrusel de mujeres dirigentes en el que quiso apoyarse -fracaso electoral de su candidata andaluza, dimisión de Mónica Oltra por corrupción, dificultades jurídicas de Ada Colau por la misma causa…- Así las cosas, Yolanda Díaz ha debido pensar que no le quedaba más granero electoral que el mundo sindical y, más que posiblemente desesperada, se ha lanzado a una cruzada sindicalista claramente impropia de alguien que ostenta el nivel de responsabilidad que ella tiene.
En efecto, la extrema dureza de sus agresiones verbales a los empresarios españoles y a sus representantes ni parece justificada ni resulta adecuada: les ha acusado de «no estar a la altura», acusación que también vertió contra Núñez Feijóo y antes contra Pablo Casado. Pareciera que solo ella y los que piensen como ella lo están, los demás ninguno. Les ha acusado de «estar bloqueando las negociaciones para la determinación de los aumentos salariales», sin que haya aportado un solo dato que avale su acusación. Les ha acusado también de querer aprovecharse de la crisis, de estar provocando la inflación, en fin de todo menos de haber matado a Kennedy. Y como colofón a la lista de acusaciones, ha manifestado que «los sindicatos tienen toda la razón» y que «el Gobierno apoyará sus manifestaciones», afirmaciones que son las dos graves.
«Yolanda Díaz se agarra al clavo ardiendo que para ella, ayuna como está de otros apoyos, representan las organizaciones sindicales»
La segunda porque no parece que en la cuestión de referencia ella estuviera autorizada para hablar en nombre del Gobierno. No lo parece a tenor de lo declarado por Patxi López pues éste, refiriéndose a la controversia entre patronal y sindicatos, se refirió a la «exquisitez de la equidistancia». Con todo, es más grave su afirmación atribuyendo toda la razón a los sindicatos, dadas las posiciones que éstos mantienen. Valga como ejemplo su pretensión relativa a que el salario mínimo interprofesional suba hasta 1.100 euros, objetivo explicado por Álvarez -líder de la UGT- en base a que eso supondría un aumento del 10%, porcentaje en torno al que se sitúa la inflación, pues pese a su ligera moderación en agosto –10,4% según el dato avanzado frente al anterior 10,8%- se mantiene por encima de los dos dígitos en contra del vaticinio solemne y formal que realizó Nadia Calviño. ¡Vaya tela con sus previsiones! ¡No acierta ni una! En cualquier caso, ligar la subida del SMI al crecimiento de la inflación constituye un torpedo en la línea de flotación del pacto de rentas que preconiza el Gobierno. Pero sí, aunque parezca mentira, la vicepresidenta del Gobierno mantiene que «tienen toda la razón».
También han manifestado los líderes sindicales -en este caso ambos, el de UGT y el de CC.OO.- que una de dos: o se les da el aumento salarial que reclaman, o habrá conflictos en un otoño caliente. Convengamos que la amenaza es una peculiar forma de ir a una negociación. Pero sí, aunque parezca mentira, la vicepresidenta del Gobierno mantiene que «tienen toda la razón».
Está claro, Yolanda Díaz se agarra al clavo ardiendo que para ella, ayuna como está de otros apoyos, representan las organizaciones sindicales. Pero claro, con los afiliados a la UGT lo tiene difícil, pues éstos tienen la doble afiliación partido-sindicato y es de prever que, mayoritariamente, votarán al PSOE. De ahí que se obtenga como conclusión que, en realidad, se prepara para ser la candidata de Comisiones Obreras. Constituye una incógnita si, con ello, Díaz va a SUMAR unos resultados electorales aceptables con su candidatura pero es que, a estas alturas del partido, parece que no le queda otra.