El hastío del estío
«Se irá el verano y nos recomendarán que nos pongamos corbatas, otra vez, ahora para proteger las gargantas del frío que nos espera en el interior»
Se acaba el calor y como final de fiesta he aquí la nueva ley del aborto; también la baja por reglas dolorosas. Trastorno mensual y arañazo de por vida que bien podría solucionarse financiando DIUS en toda España y no tratándonos como enfermas y distraídas. Pero bueno. No siempre los calores llegan en las dosis razonables; incluso no pocas veces los calentones invaden al compás, por dentro y por fuera. Y no hay una ley del solo sí es sí que le proteja, porque, para meterle este tipo de ardores por la entrepierna, estos no piden ni mucho menos permiso. La cosa está tan caliente que lo del calor es lo de menos. Somos centrales nucleares andantes que hartos de sudar por fuera luchamos por sofocar la combustión interna que nos provoca tanto tonto, tanta tontería, tanta reunión y tan poca solución. Lo mismo que el famoso hidalgo que «caminaba tan despacio, y el sol entraba tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos, si algunos tuviera».
Hemos llegado casi al final del verano salvando los obstáculos que nos han creado los políticos dando un sinfín de patadas hacia delante que tarde o temprano acabarán haciendo chocar la pelota contra la pared y reventándonos en la cara.
Ahítos del estío: mejor te vas yendo ya por la misma puerta del infierno por la que apareciste y dejaste abierta al salir. Vete y llévate tu fuego, tus golpes de calor y tu escasez de hielo.
Llévate los paseos al caer la noche con sonido de las olas y el cliqueo del juego de cubiertos en la cena. Llévate los llantos de los niños ignorantes de que las vacaciones cuestan mucho dinero para ahogar la felicidad con lágrimas.
Llévate las colas eternas para volar y los irritantes retrasos de los aves. Los malos humos y los fuertes vientos de levante y poniente. Llévate la barata cartelería playera de ese imaginario complejo femenino urdido con fines políticos y, de paso, esa campaña de tetas al aire inexplicable en un país donde para hacer topless jamás hemos requerido un permiso. Llévate todo lo tuyo, que con lo que nos viene no sé si podremos con todo. «El caminar tan a la ligera lo causa el calor y la pobreza, y el adónde voy es a la guerra». Y por desgracia, mi querido Sancho, ahí vamos. Porque vendrá el extracto de la Visa, la estaca de los libros de texto y la pelea de cada uno agravada por el conflicto. Porque volverán los sindicalistas con ganas de griterío para silenciar la vergüenza de esas vacaciones que se merecían y disfrutaron con los ojos cerrados. Y, porque, si un milagro no lo remedia, vamos abocados a un confinamiento energético que no sabremos donde pasarlo. Se irá el verano y nos recomendarán que nos pongamos corbatas, otra vez, ahora para proteger las gargantas del frío que nos espera en el interior. Y veremos marcharse el estío con cierto hastío. Expectantes ante lo que nos depararán los meses venideros donde no habrá dinero para encender la navidad, pero sí para la campaña electoral.
Agote usted lo que le queda, pase como pueda el mono de la cerveza del mediodía, y anestesie con café la costumbre de la siesta, ya que lo llega no tiene buena pinta.