THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Feijóo contra Narciso

«Feijóo no tuvo más que presentarse en el Senado para que el líder del PSOE se mostrara como es, con todo aquello que le hace antipático a la gente»

Opinión
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Feijóo contra Narciso

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en el pleno del Senado celebrado este martes en Madrid. | Rodrigo Jiménez (EFE)

Este martes vimos en el Senado justo lo que quería Feijóo: el contraste entre una política de propuestas, la suya, y otra basada en insultos, la sanchista. La percepción fue que el PP tiene al frente a un señor serio, y el PSOE a un oportunista nervioso. A un lado se tendió una mano con un plan energético para debatir, y al otro los monólogos de Narciso con aplausos enlatados. 

El estilo entre uno y otro fue muy diferente. Feijóo jugó sus bazas: moderación, seriedad y gestión. Vimos y oímos el modelo tecnocrático reclamado por quien necesita un administrador cuando todo se desbarajusta. Sánchez hizo oposición a la oposición, cuando lo que se esperaba era un hombre de Estado, no un animador. 

Feijóo mostró una gran paciencia sin hacer el discurso de su vida, y sin pretender ser el gran líder histórico de la derecha. No le importan las comparaciones con Rajoy o Casado, sino que la gente le contraste con Sánchez. El presidente, sin embargo, ha tomado el modelo de Gabriel Rufián y Pablo Iglesias, que piensan que el parlamentarismo es un concurso de zascas. 

Mientras Feijóo habló de un plan nacional, contando con todos, Sánchez tiró de manual populista insistiendo en la conexión entre el PP, las empresas energéticas y los medios de comunicación. ¿Para qué meterse con estos sectores estratégicos y mediáticos? ¿Le ha dicho Tezanos que eso le hará más popular o subir en las encuestas? 

No tiene sentido en una democracia europea y da vergüenza ajena decir que los «poderes económicos» y los medios manejan el sistema. Es propio de un populista latinoamericano en horas bajas, no del canciller de Alemania o del presidente de la República francesa, por poner un par de ejemplos. No estaría de más que Sánchez estuviera a la altura de España. 

Tampoco fue muy inteligente el autobombo de Sánchez. Sabemos que es inevitable en una persona tan arrogante y pagada de sí misma, pero disimular habría venido bien con la inflación, el paro y la deuda pública que sufrimos. Hasta resultó hilarante cuando dijo: «No podemos caer en la autocomplacencia». 

Los nervios de Sánchez contrastaron con la frialdad de Feijóo. El presidente tiene que controlar esa risa nerviosa, enseñando toda la dentadura y moviendo la cabeza de un lado a otro buscando la complicidad de su tropa. No transmite confianza, sino que está desbordado y sin control. 

«Sánchez creía que podría beneficiarse de esas limitaciones de tiempo de Feijóo, pero el formato ha jugado en su contra»

Porque uno ve la situación económica y social, y el subidón que tienen los rupturistas de ERC y Bildu, y se pregunta: ¿A qué viene tanta risotada? ¿De qué se ríe Sánchez? La respuesta es rápida y sencilla: se parte el pecho de nosotros porque de momento es intocable. Afirmar que no pacta con el PP porque no es leal y son propuestas de mala fe, pero sentarse con los golpistas a negociar el gobierno de España, es una radiografía del presidente.

Sánchez, en realidad, hizo un autorretrato. Feijóo no tuvo más que presentarse en el Senado para que el líder del PSOE se mostrara como es, con todo aquello que le hace antipático a la gente. Y eso que el presidente lo tenía fácil. Si quería mostrar que es mejor gobernante, más responsable y sensato que Feijóo no tenía nada más que ser serio. 

Su Sanchidad habría ganado a Feijóo presentando un programa estudiado de ahorro y generación de energía, uno de verdad. Luego, tras escuchar al líder de la oposición, solo tenía que afirmar que iba a sentarse con él a hablar por el bien de España. Es la mejor forma de desactivar a alguien, dilatando el proceso y dejando que tire del cordel. Con el tiempo nadie se acuerda. 

No vendrían mal más debates de este tipo, con una frecuencia sensata y un formato más realista. Uno que permita a los ciudadanos escuchar más al líder de la oposición, el contraste de opiniones, el debate, y no un espectáculo para mayor gloria del Gobierno. 

Sánchez creía que podría beneficiarse de esas limitaciones de tiempo de Feijóo, pero el formato ha jugado en su contra. Hemos vuelto a ver y oír como es, un Narciso encantado de conocerse. Mal negocio si quiere recuperar al votante socialdemócrata que está optando por Feijóo. Por eso Sánchez pidió por favor que no le quitara el título de «socialdemócrata». A buenas horas.

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