Escuela de cretinismo
«Esas mujeres y hombres anónimos que comparecen en pantalla para reiterar las obviedades que dice el locutor tienen un colosal aspecto de cretinos»
Viendo los informativos de las televisiones se observa, de unos años a esta parte, la alarmante tendencia, sobre todo en los reportajes de tipo sociológico, en asuntos como las temperaturas veraniegas, el principio de la temporada de rebajas o las fiestas populares, a incluir breve ‘cortes’ en los que unos ciudadanos anónimos elegidos al azar, interpelados por una ‘unidad móvil’ de la cadena, reiteran, la mar de ufanos, lo que la voz en off acaba de explicar.
Así, por ejemplo, cuando empieza el veraneo, o llegan los llamados «puentes»: vemos una caravana de automóviles mientras el locutor en off explica cuántos vehículos se desplazan, si habrá o no retenciones en las autopistas, y que muchas familias se van a las poblaciones costeras, mientras otras prefieren el campo.
Invariablemente, entonces se da paso a unos cuantos sujetos anónimos que dicen:
-A la playa, que ya teníamos ganas.
-Nosotros, al campo, como cada año.
-A la playa –dice otro-, ¡que ya tocaba!
-Al pueblo –dice un cuarto sujeto.
¿Y qué hace en la playa la inmensa mayoría de los españoles?, se pregunta en off el locutor, mientras se nos muestran planos generales de playas llenas de bañistas y sombrillas. Y a renglón seguido, él mismo responde: bañarse y broncearse.
Información ipso facto confirmada por las declaraciones sucesivas de unos cuantos hombres y mujeres en bañador, que dicen:
-¡Tomar el sol!
-Tomamos el sol y nos damos un bañito –dice otro, risueño.
-Bañarnos y ponernos un poquito morenos –dice una señora, encantada de que le pregunten.
«Viéndolos recitar sus banales verdades tan ufanos, se lleva uno la impresión aciaga de que el pueblo español es subnormal»
Cuando suben las temperaturas, el locutor da a los espectadores unas recomendaciones sensatas y perogrullescas: andar por la acera de la sombra, beber mucha agua para evitar la deshidratación, llevar la cabeza cubierta, usar el abanico. Inmediatamente da paso a los testimonios del pueblo llano, que cuenta los remedios que usa contra el calor:
-Agua, beber mucha agua –dice un hombre con sonrisa lela.
-Yo, el abanico –dice una mujer que, en efecto, sacude su abanico, muy contenta.
-Yo procuro andar siempre por la sombra, que es más fresquita.
Etcétera, etcétera. A mí esta llaneza me consterna, y creo que no soy el único.
Entendemos que, después de dar las noticias horribles de cada día sobre guerras, pobreza, muertes y catástrofes, el diario quiera ofrecer también una nota simpática, popular y democrática, cierto sentido de comunidad, un paisaje humano pacífico.
Pero el resultado es desmoralizador. Esas mujeres y hombres anónimos y campechanos que comparecen en pantalla para reiterar las obviedades que acaba de decir el locutor (cuando llueve es mejor ponerse a cubierto o bien llevar paraguas, etc.), tienen, de forma invariable y demostrada por la estadística, un colosal aspecto de cretinos, y son feísimos. Viéndolos recitar sus banales verdades tan ufanos, se lleva uno la impresión aciaga de que el pueblo español es subnormal.
No queremos poner punto final a esta denuncia sin señalar que el tiempo del boletín de noticias que así se pierde podría usarse de forma mucho más provechosa para dar alguna otra noticia de interés mayor, sobre cosas que pasan, por ejemplo, en el extranjero; ni sin sugerir a las cadenas de televisión que, en el caso de que se vean obligadas, por algún motivo que se nos escapa, a mostrar a toda esa gente tan reiterativa y bobalicona diciendo si prefieren la cerveza o la horchata, no hacerlo con imágenes a todo color, sino en blanco y negro, que estiliza mucho y es más elegante.