THE OBJECTIVE
José Rosiñol

Religión 'woke' o el comunismo 2.0

«Si tenemos un gobierno que quiere controlar la prensa, a nuestros hijos o que quiere decirte cómo has de vivir, no lo dudes, es comunismo»

Opinión
5 comentarios
Religión ‘woke’ o el comunismo 2.0

Pedro Sánchez. | Europa Press

El presidente del Gobierno, durante el pasado Debate sobre el estado de la Nación, dijo: «La sentencia del Tribunal Supremo es producto de una mayoría conservadora del Tribunal Supremo de Estados Unidos y demuestra cuánto esfuerzo y tiempo cuestan las conquistas sociales y también las civiles, y cómo en un suspiro se puede perder lo conseguido y retroceder un siglo». Y, seguidamente, remató diciendo: «¿Por qué no retiran estos recursos? (refiriéndose a los recursos al TC por parte del Partido Popular) … ¿A qué intereses obedecen? Desde luego, no a la mayoría social de España que aplaude todos estos avances en derechos y libertades… Su bloqueo no tiene ninguna justificación. No aceptan el veredicto de las urnas. Esta es la verdadera explicación. Y lo que tratan es de revocar conquistas civiles y sociales sin que los ciudadanos lo hayan decidido con su voto mayoritario«.

Esto podría considerarse como una estratagema más para distraer el foco de un debate o, probablemente, el recurso habitual para dar la vuelta a la realidad y hacer oposición a la oposición. Todo esto es posible. El problema no radicaría, en mi opinión, en la forma o el escenario, la cuestión clave radica en el marco mental que se intuye tras estas palabras. Parece que una especie de «voluntad del pueblo» se camufla bajo artimañas del lenguaje en forma de «veredicto de las urnas», «mayoría social» o «voto mayoritario», poniendo en cuestión la división de poderes y la necesaria existencia de un órgano que defienda y proteja nuestro derechos y libertades (expresados en las constituciones), todo ello bajo la premisa de la existencia de una verdad unívoca que, en realidad, solo pretende imponer una ideología.

Estamos ante una visión de la política y de la sociedad que contradice normas democráticas básicas como la separación de poderes y la necesaria vigilancia y revisión del poder ejecutivo. Pero no solo eso, también va en contra de lo que exponía Giovanni Sartori, la democracia es el gobierno de la mayoría respetando la minoría. Sin embargo, parece que exista una Verdad y los que disientan de ella, o están equivocados o no tienen derecho a reivindicarla utilizando todos los medios e instituciones democráticas establecidas. Naturalmente, a lo que nos enfrentamos no es a un simple marketing político, se ha creado una narrativa populista que trata de crear los marcos mentales propicios para facilitar el objetivo de imponer esa visión ideologizada en la sociedad. Estamos ante el intento de institucionalización (sociológicamente hablando) de unas costumbres y de una moral que antepone la ideología a la realidad, una artificiosa moral a la libertad, una visión unívoca a la diversidad, pretendiendo ahogar cualquier atisbo de disensión.

¿Estoy exagerando? ¿esta narrativa populista es de corto alcance o está permeando en la clase política, en las instituciones y en la sociedad? Pero, ojo, con esto no quiero ni pretendo contraponer una visión de la sociedad frente a otra. No caeré en la trampa de la acción-reacción, una estructura antitética que solo beneficia a los amantes del esencialismo. Lo que estoy denunciando es la asfixia de la diversidad, de la disensión, de la pluralidad, de la libertad. Porque, más allá de discursos políticos, la narrativa populista se encarna en la presión social, en la imposición de un lenguaje concreto, en el propio comportamiento social y privado. Todo ello para no ser estigmatizado, señalizado por aquellos que se ven como apóstoles de esta nueva religión woke con una natural tendencia a sentenciar a la muerte (civil) de todo aquél que ose disentir.

Pero no rehuyo mis propias preguntas, para responderlas expondré algunos ejemplos de cómo las instituciones se camuflan dócilmente tras la narrativa populista y se convierten en actores principales de esta hiperbólica profecía que necesita ser autocumplida. No olvidemos que, tras los cargos institucionales, hay políticos obsesionados por los votos y, por tanto, salvo excepciones, condicionados por el mainstream creado por los ideólogos de lo woke. Para ejemplificar lo que afirmo en este artículo, iré de lo concreto a lo general, de casos particulares escalaré a nivel institucional.

No puedo no empezar por el caso de la suspensión de empleo del profesor de biología de Alcalá de Henares, todo por afirmar que «los hombres nacen con cromosomas XX y las mujeres con XY y que genéticamente siempre van a seguir teniendo cromosomas XY o XX», rápidamente, a través de algunos padres, se activó la maquinaria de lo que en el futuro podría ser el orwelliano Ministerio de la Verdad, decir cosas así, en la religión woke, es una herejía imperdonable. En esto cabría preguntarse, más allá de los padres convertidos en aspirantes a inquisidores, ¿los otros padres, los que quizás no estarían de acuerdo, se atreverían a ponerse públicamente en contra? Naturalmente, para reforzar esta justicia popular paralela, se contó con la inestimable ayuda de Newtral, que rápidamente creó un contexto en el que se relacionaba a este profesor con la ultraderecha, ultracatolicismo, etc., argumentación infalible para neutralizar cualquier disensión.

En esta recolección de ejemplos, tenemos al ministro Garzón, adalid del intervencionismo del Estado en cualquier ámbito de la vida privada. Entre otras muchas medidas que ha propuesto nos encontramos la pretensión de bloquear tarjetas de crédito a los que (según el Gobierno) hayan gastado mucho en juego… es decir, que el Gran Hermano del ministro sabrán cuánto y en qué te gastas tu dinero y el papá-estado te dirá si puedes hacerlo o no. Aquí no acaba todo, el diseño de los juguetes y lo que los padres puedan regalar a sus hijos estará supeditado a la censura juguetera del ministerio.

Pero vayamos con la ministra de ‘Igualdad’ y su manía persecutoria con la masculinidad cuando, paradójicamente, esta misma ministra tiene dudas en saber si una persona es hombre o mujer. La ministra ha activado una campaña para cambiar al hombre, según nos dice la Sra. Montero: «Deseamos cambiar la masculinidad» y «queremos que los hombres se pregunten qué pueden aportar a una sociedad feminista». Más allá del erial intelectual que trasluce la Sra. Montero, lo que sí se percibe como prolijo es la intención de meterse en las vidas de los ciudadanos a los que debería servir, su obsesión identitarista y lo que podría ser una profunda misandria. Eso de la libertad de pensar y vivir como se quiera dentro del respeto a los demás y las normas democráticas parece que le suena como que lejos a la Sra. ministra.

Finalmente, tres casos nacionales más. Tenemos a una vicepresidenta del Gobierno que quiere topar precios de productos básicos. Más allá de la marcada ilegalidad de esto, más allá de la aversión al libre mercado, vemos un desconocimiento de lo que ocurre cuando los gobiernos intervienen precios. Para explicarlo muy visualmente, esta medida equivale a estanterías vacías, equivale a la aparición del mercado negro y de las cartillas de racionamiento. De igual forma, tenemos a un gobierno que afirmaba que los hijos no son de los padres (rezumando totalitarismo) y, para acabar, nos encontramos con la obsesión por controlar a los medios de comunicación…

Llegados hasta aquí y obviando varios casos como estos, acaecidos en la Comisión Europea, y que son síntoma de la extensión del virus de la religión woke, me viene a la mente aquel dicho que dice «si anda como un pato, habla como un pato y se parece a un pato, no lo dudes, es un pato». Porque si tenemos un gobierno que quiere controlar a la prensa, a nuestros hijos, a las escuelas, que quiere decirte qué tienes que consumir, qué y cómo tienes que hablar, qué es lo que se puede pensar o cómo has de vivir, no lo dudes, es comunismo, aunque sea comunismo 2.0.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D