La resistencia de los cancelados
«La manifestación en defensa del bilingüismo en la enseñanza catalana fue una muestra de la resistencia de los que ya han sido cancelados y de los que lo van a ser»
A la manifestación del 18-S en Barcelona en defensa del bilingüismo en la enseñanza le costó un poco arrancar. Es lógico. Convocaban nada menos que 15 organizaciones de la sociedad civil que se atreven a oponerse al nacionalismo en Cataluña. Es un atrevimiento costoso. No es solo que no sea nada rentable; es que es conlleva costes personales y profesionales para quienes se atreven. Aunque esos 15 grupos humanos se medio-agruparon para la manifestación en la Plataforma Escuela de Todos, también convivieron sus diferentes convocatorias, pancartas, cabeceras, matices y discursos.
A esas 15 organizaciones cívicas se sumaron, desde el arco político, cuatro partidos constitucionalistas que hoy (de momento) son claramente minoritarios en Cataluña: Partido Popular, Ciudadanos, Vox y la nueva marca de lo que fue el partido municipalista de Manuel Valls, Barcelona Pel Canvi, que ahora se llama Valents. Los cuatro, también, con sus diferentes sensibilidades, tensiones, afanes, protagonismos y liderazgos.
A los representantes políticos se les pidió, como es habitual en convocatorias de la sociedad civil, que se mantuvieran en una discreta segunda fila sin exhibición expresa de sus siglas, emblemas y pancartas. Unos cumplieron más que otros. Por ser precisos, sólo cumplió estrictamente el PP, que -con todos sus defectos- está lleno de gente de orden.
A aquello le costaba arrancar porque, a la hora prevista para el inicio, se intercalaban limitados apelotonamientos de gentes de una u otra sigla con amplios espacios por llenar. Organizar estas cosas también requiere un poco de experiencia y algunas gotas de disciplina compartida.
En el entretanto, desde una camioneta que ofrecía sonido y animación, se repitieron insistentemente dos canciones ochenteras perfectamente adecuadas para la ocasión: Resistiré, del Dúo Dinámico, y I Will Survive, de Gloria Gaynor, ambas entreveradas con alguna dosis de Manolo Escobar… Que las melodías de los sesenta y los setenta también son inolvidables y, sobre todo, marcan el origen de la discriminación contra la que ‘los manifestantes se manifestaron’ entre el Arco del Triunfo y la Estación de Francia en Barcelona.
Porque la convocatoria del 18-S fue, más que ninguna otra cosa, una muestra de la resistencia de los cancelados. De los que ya han sido cancelados y de los que lo van a ser.
Los convocantes reclamaban algo tan obvio como que, en una comunidad bilingüe, se aplique la doctrina constitucional y que, al menos, una pequeña parte de la enseñanza (el 25%) se imparta en la lengua común de toda España, lengua oficial del Estado y, además, lengua materna para más de la mitad de los niños en Cataluña. Que se enseñe en castellano, además de en catalán. No que se enseñe algo de castellano como si fuera una lengua extranjera perfectamente prescindible. No. Que ambas lenguas sean vehiculares para la enseñanza. Y que eso esté garantizado no solo en los colegios privados a los que acuden los hijos de la elite (también de la elite independentista), sino en todos los colegios públicos y concertados a los que acuden la mayoría de los niños.
La lengua materna es también aquella en la que es más fácil el aprendizaje. Y, cuando esa lengua materna es el español, permite la comunicación con nada menos que 580 millones de personas en todo el mundo
Pues no. Y, ¿por qué no? Ahí llegan Manolo Escobar -y Peret- a animar el baúl de los recuerdos. El castellano es la lengua materna de más de la mitad de los niños en Cataluña, y de la totalidad de los hijos y nietos de los emigrantes que llegaron en masa a Cataluña en los años cincuenta, sesenta y setenta, desde todos los puntos del resto de España buscando salir adelante (es decir, intentando escapar de la miseria). Cataluña, como el País Vasco y Madrid, fueron focos de atracción de emigración española, pero solo allí sus élites tenían como lengua materna el catalán, junto al castellano. Esto lo cuenta muy bien Iván Teruel en ‘¿Somos el fracaso de Cataluña?’. Por cierto, Teruel es una de las cabezas visibles de una de las 15 organizaciones convocantes, en su caso de docentes que piden algo tan extravagante como bilingüismo en la enseñanza en una comunidad bilingüe.
El monolingüismo en catalán que ahora ha decidido imponer el Govern catalán, con el respaldo del Gobierno de Pedro Sánchez, contra la doctrina del Tribunal Constitucional y contra una sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, busca cancelar la lengua materna de más de la mitad de la población catalana y, desde luego, la de todos los que no tienen los célebres ocho apellidos catalanes. Y, al cancelar su lengua materna, busca expatriarles un poco más de Cataluña y de España.
Los muy frikies tenemos vista la antiquísima entrevista (1964) de Gunter Gaüss a Hanna Arendt, que citan incluso los que no la han visto por el título con el que ya ha cumplido casi seis décadas: «Queda la lengua materna». En un momento dado, durante el prolijo repaso a su vida y opiniones, Gaüss pregunta a Arendt qué queda cuando todo se derrumba a tu alrededor, cuando pierdes familia, amigos, pasaporte, patria, presente y futuro. Y la libérrima, multilingüe e inteligentísima Arendt responde: «Queda la lengua materna».
Es el último asidero de pertenencia. Además, la lengua materna es también aquella en la que es más fácil el aprendizaje. Y, cuando esa lengua materna es el español, permite la comunicación con nada menos que 580 millones de personas en todo el mundo, casi el 8% de la población mundial. No parece mala idea enseñar en una lengua materna, que es oficial y común en un Estado de 47 millones de personas, cuando tiene tanto potencial en todo el mundo.
Cancelar esa opción, como han decidido hacer el Govern de Cataluña, con el respaldo del Gobierno de Sánchez, es otra muestra más del empobrecimiento que causa la coalición gobernante en España; en Cataluña y en toda España. Un empobrecimiento que, por cierto, también perjudica al catalán. Como dijo Ana Losada, alma mater de la convocatoria, al final de la manifestación, el monolingüismo en la enseñanza está consiguiendo que los niños perciban el catalán como lengua antipática. Tanta imposición hace que huyan de ella en cuanto salen del aula, van con amigos o se sumergen en Internet.
Los padres de los niños que van a ver cancelada la enseñanza en castellano exhibieron el 18-S en Barcelona su primera muestra de resistencia. La manifestación no fue tan multitudinaria como las más célebres muestras de rechazo de los cancelados al rodillo gobernante, pero es una clara señal de resistencia. Y es una exigente interpelación a todos los constitucionalistas. Sólo en España la lengua común para todos sus ciudadanos no es vehicular en la enseñanza. La buena noticia es que, a la misma hora desde Toledo, Alberto Núñez Feijóo se comprometió a ello.